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episodio 5

episodio 5

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Summary: The transcription discusses the regulation of land in Europe, using the example of Romania. It emphasizes the importance of preserving soil health for fertility, water sanitation, and carbon storage. Agroecology is proposed as the guiding principle for soil protection, with community-based land management and restoration plans. The protection of public and communal lands is also highlighted, as they contribute to sustainable soil management and rural livelihoods. In Romania, communal lands play a crucial role in achieving food sovereignty and allowing for agroecological practices. ¿Cómo regular la tierra? Segunda parte. Al igual que en nuestro episodio anterior, nos centraremos en las posibles soluciones para la regulación de la tierra en Europa, y usaremos el ejemplo de Rumanía. Proteger la salud del suelo. Aunque la mayor parte del suelo europeo esté degradado, preservar la salud de los suelos es necesario para asegurar su fertilidad, así como el saneamiento del agua y el almacenamiento del carbono en el suelo. La regulación de la tierra permite configurar la estructura de las granjas, y para una protección total de la tierra debe ir de la mano con la garantía de modelos agrícolas que respeten los suelos. Una legislación comunitaria sobre la tierra debería dar prioridad a las prácticas agroecológicas, utilizando, por ejemplo, derechos de preferencia, y favorecer así el acceso a la tierra a prácticas agrícolas que la cuiden. La agroecología campesina debe ser el principio rector de cualquier política vinculada a los suelos. Los Estados miembros deberán implementar planes de restauración del suelo basados en la agroecología campesina, y deberán tomar en cuenta la destreza campesina en la aplicación de esos planes. Un observatorio europeo del suelo permitirá supervisar la salud del suelo y la eficacia de los planes de su restauración. Igualmente, se debe proteger la emisión alimentaria de la tierra agrícola y se debe prohibir la artificialización del suelo agrícola. La agroecología campesina es a la vez un enfoque campesino que trabaja junto con la naturaleza un paradigma económico alternativo y un movimiento social y político en defensa de los derechos y el poder de las personas. Se basa en los principios de la biodiversidad y considera que el suelo no necesita insumos externos para ser productivo, sano y resistente. Reconoce las sinergias entre las distintas especies de plantas y animales que potencian los servicios ecológicos y la productividad agrícola. No apoya el uso de monocultivos, de cultivos transgénicos, de patentes sobre semillas, plantas y animales, ni el uso de agroquímicos. La agroecología ha demostrado ser clave en la configuración de sistemas alimentarios justos y resilientes para acabar alcanzando la justicia climática y social. El Instituto Francés de Investigación sobre Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales, también conocido como el IDDRI, ha publicado un escenario titulado 10 años para la agroecología. Este documento demuestra que una transformación de nuestros sistemas agroalimentarios hacia la agroecología es posible y beneficiosa tanto para el medioambiente como para la sociedad. Sin embargo, para que este cambio se produzca, tenemos que actuar sobre la estructura de las tierras de cultivo mediante la reforma de los modelos de tenencia de la tierra hacia la preservación, la redistribución y el reparto de la tierra, es decir, hacia la justicia agraria. Protección de las tierras públicas y comunitarias. En Europa existen distintos tipos de tenencia de la tierra, la propiedad privada, pública, comunal o comunitaria. Estas formas de gestión de la tierra han conformado el panorama europeo y constituyen una parte importante de nuestro patrimonio territorial. Asimismo, la gestión colectiva de la tierra, sea pública, comunal o comunitaria, representa las condiciones ideales para una gestión responsable y una explotación sostenible del suelo, como dice el Parlamento Europeo. Esta gestión colectiva favorece la transmisión de conocimientos y el acceso a la tierra, y su preservación es una condición importante para la instalación compulsiva para un espacio rural vivo. Por tanto, es necesario proteger estas tierras colectivas. Los Estados miembros favorecerán el acceso colectivo a la tierra y realizarán un inventario de las tierras colectivas. Por ley, reconocerán su diversidad, la particularidad de su condición, así como los derechos consuetudinarios asociados. Los Estados miembros aumentarán su patrimonio agrícola público. Ninguna tierra pública, comunal o comunitaria podrá ser enajenada con fines privados. Las tierras comunitarias en Rumanía. Rumanía cuenta con un tercio de los campesinos en Europa, es decir, 3,42 millones de granjas, la inmensa mayoría de las cuales tienen menos de 5 hectáreas. Aunque la tierra rumana se nacionalizó bajo el régimen socialista, se ha redistribuido desde la década de 1990. Sin embargo, algunas de estas tierras eran comunitarias, una forma tradicional de gobernanza de la tierra que sigue vigente hoy en día. Estas tierras comunitarias son gestionadas por lo que se conoce como formas asociativas tradicionales, es decir, comunidades de titulares de derechos que viven en el territorio. El gobierno de estas tierras se hace en asociación con las comunidades. Además, algunos derechos sobre los bienes comunitarios pueden ser heredados por los descendientes de los campesinos locales, mientras que otros se renegocian por temporada. En el caso de las tierras comunitarias, la mayoría de los campesinos en Rumanía son de origen indígena. La mayoría de los campesinos en Rumanía son de origen indígena. Además, algunos derechos sobre los bienes comunitarios pueden ser heredados por los descendientes de los campesinos locales, mientras que otros se renegocian por temporada. Hoy en día, las tierras comunitarias son esenciales para alcanzar la soberanía alimentaria en Rumanía. La mitad de los 3,4 millones de hectáreas de pastos y prados están sujetas a acuerdos de uso colectivo. Además, las tierras comunitarias garantizan al campesinado rumano el acceso a la tierra, y en ellas pueden aplicar prácticas agroecológicas con el fin de diversificar su producción y reducir costes. Por último, al permitir prácticas agrícolas virtuosas, la gestión de las tierras comunitarias favorece la conservación y la restauración de la naturaleza, así como la solidaridad entre los titulares de los derechos.

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