LUNES XVII TO

Palabra de vida hoy, lunes decimoséptimo del tiempo ordinario, celebración de San Ignacio de Loyola. Al pan por la palabra. Hermosas tierras poseía la familia de Ignacio en la actual Guipúzcoa, con frondosos bosques donde los fuertes árboles que le vieron nacer, parece que fueron forjando una personalidad introspectiva, de gran firmeza y altas miras. Quizá esos árboles no le dejaban a Ignacio ver el bosque, y por eso sus altas miras se centraron en atesorar los honores de la gloria militar. Las graves heridas que sufrió nuestro hombre en el sitio de Pamplona, le hicieron volver a su casa natal y durante la convalescencia, usaba más de introspección, mientras la lectura de las vidas de santos como Francisco de Siso o Domingo de Guzmán, fueron elevando el foco de su atención hacia otro tesoro. Y si yo hiciera lo mismo que San Francisco y Santo Domingo, se decía Ignacio. Solo y a pie, Ignacio comenzó su peregrinación en pos de quien poco después sería su gran capitán, para no volver a militar bajo otra bandera que la de Cristo. La profunda experiencia mística del Cardonel, su perseverancia ante las incomprensiones y recelos que despertó el primer borrador de sus ejercicios espirituales, los primeros hermanos con los que realizó el juramento al pie del sagrado corazón de París y su paso por Roma, terminaron de centrar la atención y el afecto de Ignacio y los primeros jesuitas, en el verdadero tesoro sembrado en el campo que es cada ser humano. Todo para mayor gloria de Dios, la enseña jesuítica, mana de la titánica voluntad de Ignacio y de todos aquellos que engrosaron las huestas de la compañía de Jesús, por el doble camino de la introspección creyente de los ejercicios espirituales, y de la evangelización siempre un paso más allá de donde habían llegado otros. Como cualquier otra familia religiosa en la iglesia, Ignacio y los suyos pueden ser cuestionados por sus errores e incluso por los abusos que pudieron cometer en su afán apasionado por Cristo, pero lo que es incuestionable es su entrega total a la búsqueda del antiguo tesoro para todos, relativizando todo lo demás. Del conjunto de fundadores de las distintas familias religiosas integradas en la iglesia, hemos de aprender a pelear por mantener en pie la libertad de una conciencia arrodillada sólo ante Cristo, en aras de una coherencia de vida que lleva el tesoro que Dios nos ha entregado hasta las manos de los demás. ¿Y si yo hiciera lo que hicieron Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Ignacio de Loyola? Ser o no ser, esa es la cuestión. Vuestros hermanos franciscanos desde Toledo os saludan con afecto, con la paz y el bien. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org