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¿Cómo Vencer el Enojo_ _ Pr Rubén Ruiz TDA

¿Cómo Vencer el Enojo_ _ Pr Rubén Ruiz TDA

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This is a sermon about understanding that it is God's plan for us not to be lost. It emphasizes the presence of the Lord among his people and the need for unity and communion. The sermon discusses the importance of letting go of anger and bitterness and allowing the Holy Spirit to renew and transform our hearts. It encourages the congregation to release all spiritual burdens and receive the blessings of peace, healing, and freedom. The sermon also mentions that anger can be directed towards people, social situations, and material things, and urges listeners to counteract this anger by speaking blessings and honoring others. Tenemos que entender que este es el plan del Señor, y Dios no quiere que ninguno se pierda. Ven ahora, ven ahora, sobre este lugar y sobre cada vida. Me harán contra ti, pero no te vencerán, porque yo soy Jehová tu Dios. El Señor está en medio de su pueblo y reunidos en su nombre, como decimos en cada reunión, tenemos la certeza que Dios está con nosotros. El Señor está aquí, amén, el Señor está aquí. Por eso es bueno cuando tenemos esa seguridad, que Dios está, que Dios está en medio de su pueblo. Sabemos que Él nos va a escuchar, sabemos que el Señor va a tocar nuestras vidas. Y lo que vamos a compartir en esta mañana tiene que ver con lo que Él quiere hacer en nuestro interior. ¿Qué nos prometió el Señor? Que de nuestro interior van a correr ríos de agua vivas, amén. De tu interior va a salir vida. No sé cómo estás hoy, pero sí sabemos lo que Dios puede hacer, una transformación interior. Si por alguna razón te encontrás en este lugar o estás recibiendo esta palabra y te encontrás seco, Dios te puede nutrir y de tu interior van a correr ríos de agua de vida, amén. Ríos de bendición. Y eso es lo que el Señor hace en nuestros corazones. Y tiene que ver con la palabra de esta mañana. ¿Cómo vencer aquello que se apodera de nosotros más de una vez? Es el enojo. Gente enojada que es totalmente atormentada y bueno, el Señor nos da la victoria sobre el enojo. Pero antes vamos a hacer una oración, amén, vamos a hacer una oración en comunión. Es muy importante como iglesia estar unidos. Ahí en la unidad es donde hay bendición, donde hay vida eterna. Dice la palabra de Dios en el Salmo donde el Señor derrama la unción sobre su pueblo, en la unidad. Por eso te voy a invitar a que saludes a tu hermano, dale un beso, un abrazo, deciles Dios te bendiga. Y esa bendición la soltamos a todos los que nos están acompañando, que Dios los bendiga. Es más, muchos están viniendo en camino a recibir la bendición de Dios. Que Dios les bendiga para que llena este lugar bendecidos. Y donde estás, si estás compartiendo la reunión desde tu trabajo, que Dios te bendiga. Desde con tu familia, que Dios te bendiga, porque el Espíritu se mueve en medio de su pueblo. Y en esta unidad te invito a que levantes tus manos al cielo y que les pidas al Espíritu Santo que el pueda renovar tu interior. Que pueda renovar todo tu ser. Y si hay algo que molesta, si hay algo que quizás te produce cierta interferencia para estar gozoso, para estar feliz. Hay algo que te produce dolor, angustia. Si hay alguna raíz de amargura en tu corazón, permití que el Señor pueda arrancar esa basura espiritual. Eso que no sirve y que Dios no quiere que lo tengas y que te dice yo lo puedo sacar. Quiero que estés bien, que tu corazón esté bien. Por eso si hay algo que en estos días te produjo enojo, tristeza, amargura, indignación. Bueno, lo que el Señor nos dice en esta mañana yo lo puedo quitar. Esa carga la puedo sacar. No vivas así. No es necesario que estés de esta manera, sino que puedas estar en libertad, totalmente libre. Sin ninguna clase de tormentos. ¿Por qué? Porque el Señor transforma nuestro corazón. Y que el fruto del Espíritu esté en tu vida, que pueda manifestarse. Esa es la voluntad de Dios. Y lo bueno es que Dios dice yo lo puedo hacer. Lo puedo hacer en tu vida porque de tu interior va a correr un río de agua de vida. Amén. Un río poderoso. Así que vamos a recibir esta bendición del Señor. Padre Celestial en esta mañana. Señor, entendiendo que tu Espíritu quiere sanar cada corazón, cada vida. Señor de toda la iglesia. Por eso si hay algo que no sirve en nosotros. Si hay algo, Señor, que produce esa sensación de inseguridad, de temor, rencor, ira. Señor, que tu Espíritu Santo esté en este momento ministrando con poder, quitando y cortando toda clase de ataduras, de ligaduras en el nombre de Jesús. Todo aquello que no sirve, que esté en el corazón de tus hijos, Señor, que sea desarraigado ahora en el nombre de Jesús. Y que tu Espíritu Santo esté sanando toda herida, quitando todo aquello que no sirve y que no pertenece a un hijo de Dios, a una hija de Dios. Señor, que tu iglesia pueda vivir totalmente en libertad. Por eso, Señor, nos despojamos, quitamos y echamos de nuestra vida toda basura espiritual. Señor, todo aquello que se nos pudo haber pegado de este mundo. Señor, que el estilo de este mundo es vivir así, enojado, con temores, con ansiedades. Señor, nos quitamos todo eso para recibir la obra de tu Espíritu Santo para nuestras vidas. Señor, recibimos esta bendición ahora, en el nombre de Jesús. En el nombre de Jesús. Tu Espíritu Santo nos renueva ahora. Tu Espíritu Santo nos renueva. Tu Espíritu Santo nos llena por completo en el nombre de Jesús. Y recibimos la victoria. Por eso, Señor, con esta victoria, Señor, también recibimos el milagro de ser sanados. Si hay alguien enfermo, Señor, pedimos que en este momento reciba un milagro de sanidad. Si hay alguien que está atado, atormentado, Señor, en el nombre de Jesús, recibe la bendición de ser libre. Ahora, se rompen las cadenas, se cortan las maldiciones en el nombre poderoso de Jesús y recibe libertad. Ahora, Señor, bendecimos las familias, bendecimos los hogares. Si hay algún hogar dividido, Señor, abra tu reino, visita esa familia. Señor, y se produce ese milagro transformador de vivir en paz, en tranquilidad, echando toda violencia, echando toda división en el nombre de Jesús. Y Padre, recibimos esta bendición del cielo de vivir en paz. Recibimos paz. Si hay alguien que necesita paz, tu Espíritu Santo la imparte en el nombre poderoso de Jesús. Amén y Amén. Muy bien. Gracias, Señor. Gracias. Gloria a Dios. Una transformación interior. Permití que el Señor siga trabajando en tu vida. Lo va a hacer todos los días. Mientras abras tu corazón, el Señor va a seguir tratándote, cambiando. Todos tenemos que presentarnos delante de Dios y decir, Señor, acá estoy, seguí transformándome. ¿Qué nos dice el Señor? Que aquel que comenzó la obra en nosotros la va a perfeccionar. Dios te va a seguir tratando. Amén. Te invito a tomar asiento. Vamos a hablar de esta palabra. ¿Cómo vencer el enojo? ¿Cómo vencer el enojo? Si hablamos de vencer el enojo, quiere decir que el enojo puede ser un gran enemigo, un gran, un terrible enemigo que más de una vez puede ganar la batalla sobre nosotros. Por una causa externa, uno se enoja y el enojo permanece en nuestro interior. Amén. Y podemos vivir muchos años enojados. Podemos estar mucho tiempo. Podemos pasar años y transcurrir nuestra vida enojados por alguna situación en particular. A veces uno se enoja contra algo. Yo me di cuenta que a veces me enojo con algo. No es contra una persona. Son locuras mías, ¿no? Pero por algo usted enoja con algo puntual. Hasta con un artefacto eléctrico, con el auto. ¿Te pasa eso? ¿Te enojas con algo? Vos te enojas contra eso y hasta le hablás. A mí solo me pasó eso. No, no te enojas. Te enojas con algo, algo que no podés solucionar. Te enojas y esa situación te enoja. A veces te enojas contra personas. Te enfocás por algún problema en particular y te enojas. Estoy enojado por esto. Estoy enojada por esto. Seguramente más de una vez te enojas contra personas. A veces te enojan situaciones sociales. La política es una causa de enojo. Yo observé que hay muchos que por una cuestión de ideologías políticas viven enojados. Yo a esas personas les aconsejo que no miren ni los noticieros. ¿Por qué? Porque andan renegados de la vida y todo lo relacionan con la política. Entonces, vamos a decir, mira, te conviene no mirar tanto porque te enojas mucho. No sabés digerir todo lo que pasa. Entonces, por todo así que viven como endemoniados. Bueno, la causa social, política. Ni hablar, los que estamos en las cosas del Señor, de enojarse por causa del reino de Dios. Porque esto pasa. Quizás si estás por primera vez pensás que en la iglesia es todo paz y bendición. Pero a veces en la iglesia hay ciertas tensiones entre hermanos y hermanas, hermanitos, compañeros de obra. Y hay gente que se enoja por esto, se enoja. Puede pasar. Algunos me miran como diciendo cómo puede ser que en la iglesia... y pasa, pasa. Pero esto no solamente desde los tiempos de Jesús aquí en la tierra, también los discípulos se sacaban chispas. Había diferencias entre ellos, había diferencias hasta de poder. En un momento vinieron los discípulos delante de Jesús y unos vinieron, los hermanos, vinieron con la madre. Y la madre de los discípulos dijeron, Jesús queremos hablar con vos. Queremos que ellos dos estén sentados a tu diestra. Uno quería en el lugar más importante. Así que una cuestión de poder. Imagínate los otros, mirá, estos quieren el primer lugar. Así que también en la iglesia hay tensiones por discusiones de poder, de lugares. Bueno, a veces aquí hasta hay peleas o discusiones, enojos. No peleas, sino enojos por cuestión del asiento. Es tan cómodo este lugar que uno se acostumbra a ciertas butacas y es como que te apropiás de la butaca. Y entonces cuando alguien te ocupa tu lugar ya medio que lo mirás mal, como diciendo, este es mi lugar. Bueno, enojos. Pero el problema es cuando ese enojo sigue creciendo, va en aumento, aumenta, aumenta. Enojos en la iglesia, enojos por cuestiones sociales que nos rodean, enojos contra personas y enojos contra cosas materiales. Por ahí estás enojado con tu casa, porque un día arreglaste el techo y al otro día se rompe el baño, se rompe un caño de agua, al otro día se rompe un cable eléctrico y así decir, esta casa me tiene harto. Y entras a enojarte a tal punto que uno empieza como a maldecir la casa. ¿Por qué? Porque me decís, esta casa ya no veo la hora de irme. Bueno, empezás a maldecir, bueno, cuidado con eso porque te estás enojando contra alguien. ¿Y qué? Contra algo. Entonces, ¿qué te dice Dios? Que tenemos que aprender a bendecir. ¿Cómo vamos a contrarrestar esos enojos? Empezar a soltar bendición. Empezar a honrar. Hay personas que están enojados contra sus padres. ¿Y qué te dice la Palabra de Dios? Que tenés que honrar a tu padre y a tu madre para tener largos días de vida. Y bueno, y por ahí estás en una situación de que, por alguna razón, los adolescentes, por ejemplo, hay un momento en que sus padres no lo soportan. Es como que empezás a, vos tenías a tu papá, a tu mamá como idealizados cuando eras chico, lo veías y veías como un ser perfecto, pero cuando empezás a crecer ves los defectos y te parece como que está todo mal y entonces hay hasta cierto rechazo. Bueno, y ahí es donde hay gente que empieza hasta a odiar a sus padres. Es fuerte decir esto. Ni hablar cuando empieza a haber diferencias y se empiezan a formar esas fortalezas de odio dentro del seno familiar. Y lo que dice la Palabra de Dios de honrar se transforma en odio y no puede haber bendición de esta manera en una familia. ¿Qué nos dice el Señor? Honrar. Honrar. Por más que veas defectos en tu familia, vos tenés que honrar. Evitemos maldecirnos, hablar mal entre nosotros, sino honrar. ¿Qué es honrar? Bendecir, valorar, exaltar, buscar lo bueno. Bueno, ni hablar, querer, amar, honrar. Y es ahí donde está la bendición, pero sí tenemos que combatir aquellas cosas que nos hacen enojar. Enojar. Por eso la pregunta es, ¿qué es lo que te enoja en la vida? No me lo digas, pero empieza a pensar, ¿qué es lo que te enoja? ¿La situación familiar? ¿La situación personal? ¿Tu situación económica? ¿Algo que te enoje? Bueno, el Señor quiere, por medio de esta Palabra, que empieces a confrontarlo. Empieces a confrontarlo. El enojo, más de una vez, no lo vamos a evitar. Pero el Señor es tan sabio, tan sabio, que en Su Palabra nos dice cuál es la tolerancia para estar enojado. Él nos conoce tanto porque fuimos creados por Él, somos creados a Su imagen y semejanza, que, de tal forma, el Señor nos dice cuál es la tolerancia para que puedas estar enojado. Él sabe que, más de una vez, no va a evitar que te enojes, pero Él te va a concesar y te dice hasta dónde puedes estar enojado. Y hay una Palabra que está en Efesios capítulo 4, 26 al 27, que dice que no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Hay una tolerancia de horas nada más. Desde el momento que te enojas hasta que se hace de noche, bueno, ese es tu nivel de tolerancia, no más. Si pasa más de un día, bueno, tu cuerpo, tu sistema nervioso, todo tu ser no está preparado para vivir de esa manera. Qué maravilloso es el Señor, amén. Qué maravilloso. Quiere decir que desde el momento que te enojas hasta que se hace de noche, que el sol se esconde, vos tenés que tener la capacidad de sacarte ese enojo de tu vida. Ese es el consejo que nos da el Señor, amén. Serán 10 horas, 5 horas, si te enojas a la mañana, bueno, si te enojas ni bien te levantás cuando estás desayunando, bueno, tenés un poquito más de tiempo para sacarte ese enojo. Pero es un ejercicio que tenemos que hacer todos los hijos de Dios para vivir de la manera en que Él nos aconseja. La Palabra de Dios te aconseja que no se ponga el sol y que sigas enojado. Imaginate los matrimonios que por ahí tienen una diferencia durante el día, llega el momento de acostarse y estar sin hablarse. ¿Cuántas veces como matrimonio llegó el momento de ir a dormir cada uno por su lado sin decirse nada? Bueno, Dios quiere que se resuelva esa situación. Por ahí te vas del trabajo enojado con alguien, enojada con alguien y ¿cuándo se va a resolver eso? Recién al otro día, al otro día. Y puede ser que durante la noche ese enojo siga dando vuelta sobre tu cabeza y volvés al otro día y estás más enojado todavía, más enojado. Y pasan las ocho horas de trabajo y no lo resolviste y va a pasar otro día más. Al tercer, cuarto día no va a ser un simple enojo. Va a ser algo que te va a atormentar en tu alma y tu corazón porque no tuviste la capacidad de despojarte del enojo. Por eso el Señor es sabio en Su Palabra y te dice que no se ponga el sol sobre ese enojo. Arregla cualquier situación que te enoje. Así que eso que estás pensando que te hace enojar o que te hace vivir enojado, lo que Dios quiere es que lo resuelvas antes de que se haga de noche. Hay un silencio acá tremendo. Se ve que están muy enojados todos. Gloria a Dios, le damos un aplauso para soltarnos un poco. Yo descubrí, mirándome un poco en mi interior, que uno cuando se va poniendo más grande, te estás poniendo más enojadizo. Los jóvenes como que hay cosas que las dejan pasar, pero uno no sé si serán por las mañas, hay cosas que te enojan. Entonces el ejercicio se tiene que practicar cada vez, tiene que ser más recurrente. Me despojo de esto, me saco de esta basura de estar enojado y a veces son tonterías, a veces son cosas que uno se engancha y después cuando uno empieza a analizar, no tenía sentido estar enojado por esto. ¿Te ha pasado? No tiene sentido, es una tontería, pero uno empieza a enojarse y lo que Dios quiere es que eso se pueda vencer en el nombre del Señor. Por eso, quizás hoy la palabra va a llegar mucho a nuestro corazón, Dios está interesado en nuestro interior, cómo estamos hoy. Y sé que, por ejemplo, en nuestro país las situaciones están muy complicadas y también eso nos puede enojar. Nos puede enojar la situación y te entras a enojar y no te das cuenta, pero te parece que estás enojado con alguien de tu familia, pero en realidad el enojo viene de otro lado, el enojo viene de otra situación. Trasladás ese enojo a tu familia y llegás a tu casa y ¿con quién te vas a pelear? ¿Con quién vas a discutir? ¿Con tu esposa? ¿Con tu esposo? ¿Te la agarrás con uno de tus hijos? ¿Por qué? Y te parece que el enojo es por eso, pero en realidad estás enojado por la situación, porque hay una situación que te desborda y bueno, lo que el Señor quiere es que sinceres esa situación delante de Él y digas, Señor, necesito de tu ayuda. No quiero vivir de esta manera, no quiero vivir enojado o enojada, quiero ser libre de esta situación. Quiero ser libre y el Señor nos promete vivir en libertad. Él dice que íbamos a tener gozo, Él dice que íbamos a tener vida y vida en abundancia. Por lo tanto, vamos a tomar esta victoria para despojarnos y no vivir de esta manera. ¿Por qué? Porque es antinatural estar enojado para una persona y más para un Hijo de Dios. Por lo tanto, nos despojamos del enojo y vamos a vivir en libertad. Dios nos quiere esto. Vamos a la palabra. ¡Gloria a Dios! ¿Qué nos dice este mensaje? ¿Qué es el enojo? El enojo es una semilla de amargura en el corazón del hombre que le quita el gozo. Ese bien tan preciado que tenemos los hijos de Dios, de estar gozoso, que es mucho más que la alegría, porque el gozo puede estar en nuestras vidas aún en medio de una tribulación, aún en medio de un problema uno está gozoso. Es una bendición que tenemos todos los hijos de Dios. Por eso, si hay algo que, siendo cristiano, te roba el gozo, bueno, eso tiene que ser vencido. Tiene que ser doblegado. Si te está amargando alguna situación, y puede ser inclusive por algo que pasa dentro del pueblo de Dios, de la iglesia, en el servicio, si algo te amarga, bueno, esa situación se tiene que resolver delante del Señor. Si hay una situación económica, familiar, la tenés que resolver delante de Dios para que vivas en libertad. ¿Por qué? Porque, como dice este texto, es una semilla. Es una semilla. El enojo puede comenzar con algo muy pequeño, pero va a comenzar a crecer. Y hay hombres que viven enojados. Hay mujeres que viven enojadas. Hay cristianos que están enojados siempre, siempre. Y luego vamos a ver cuando ese enojo permanece, qué se puede producir. ¿Qué más nos dice? Es un sentimiento muy peligroso y maligno, pasible de desencadenar las peores tragedias. Qué terrible, ¿no? Pero cuando uno ve las noticias, homicidios, grandes peleas, guerras que pasan entre pueblos, naciones, solamente con ver la historia de la humanidad, cómo se desencadenaron grandes guerras y grandes matanzas, todo comenzó con personas que se enojaron por alguna situación. Seguramente, si estás pensando, cuando tuviste alguna diferencia con alguien y si tuviste algún hecho de violencia con alguien, vas a ver que todo comenzó porque alguien se enojó. No pudo vencer esa situación. El enojo. Problemas de salud, porque alguien comenzó a estar enojado por alguna situación puntual y tuvo un ataque al corazón, tuvo una CD. ¿Por qué? Porque estuvo enojado o enojada por algo durante mucho tiempo. Aquello que nos dice la palabra de que no se ponga el sol sobre nuestro enojo, bueno, eso fue lo que sucedió. Gente que vivió enojada durante más de un día, varios días, y su organismo no estuvo capacitado para vivir de esa manera. Y entonces tuvo un colapso físico y hasta terminó muchas veces con la vida de alguien por esa situación. Por eso es algo tan importante para un hijo de Dios, es una prioridad despojarse del enojo. Vencer el enojo. Amén. Sacate toda basura que te hace enojar para vivir en libertad. Esa semilla tiene que ser desarraigada. Desarraigada. ¿Qué nos dice la Biblia? Vamos a leer algunos pasajes bíblicos. Efesios capítulo 4, versículo 31, dice, Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia. Quítense. Amén. Es una decisión. Es una decisión. Gloria a Dios. ¿Cómo se quita uno? Sacarlo. Decisión personal. Me saco, en este caso, el enojo. Me saco la amargura. De ninguna manera, como cristianos, si queremos la bendición de Dios, tenemos que aceptar vivir de esta manera. Por eso, si vivís enojado o enojada, no es el estilo de un hijo de Dios. No es la calidad de vida que Dios ha preparado para nosotros. No es la forma. No es la forma. Esa situación se debe resolver. Seguramente estás pensando, pero el problema que tengo, ¿qué es lo que me hace enojar? Bueno, es tan importante este tema, que es más, es necesario que te saques primero el enojo y después aún, si se resuelve o no, la situación que te hace enojar. ¿Se entiende esto? Porque si estás esperando dejarte de enojar, cuando se resuelva ese problema, bueno, quizás vas a vivir mucho tiempo más enojado o enojada. Pero si tomás la decisión de quitarte el enojo, la victoria es más importante que aún el problema que tenés que te hace enojar. ¿Se entiende? A veces uno quiere que se resuelva el problema para no enojarse. Y Dios dice, yo lo que quiero es que no te enojes más por eso. Esa es la verdadera victoria. Y así tenemos que vivir. Por eso, siempre va a haber situaciones para enojarnos. Siempre. Nos vamos a cruzar en la vida continuamente. Los que manejamos, cuando salimos a manejar en el auto, cada 100 metros tenés situaciones para enojarte, ¿verdad? Acá levantan la mano mucho. Si querés pelearte con alguien, salí a la calle. Y los que somos de Mar del Plata, y los que no conocen Mar del Plata, vas a ver que tenés que ir orando. Señor, dame paz. Gloria a Dios. Me encerraste. Gloria a Dios. Dios te bendiga. Dios te bendiga. Te frenan de golpe. Dios te bendiga. Dios te bendiga. Te perdono. Te perdono. Y vas así en la calle. Bueno, puede ser que logres vivir de esta manera. ¿Por qué? Porque descubrí que cuando salgo de mi casa hasta que llego a un punto, bueno, me enojé y me desenojé como 10 veces más o menos. ¿Por qué? ¿Por qué? Así que situaciones para enojarse tenés de sobra. De sobra. Cuando salís a la vereda, alguna situación, cuando salís a manejar, cuando vas al trabajo, cuando algo cambia tu calidad de vida, cuando algo te desestabiliza, cuando te viene una factura, vos decís, ¿cuánto? ¿Cuánto es esto? ¿Cómo que es esto? Y ahí tenés que decir, Señor, yo no me quiero enojar. No me quiero enojar. Si vos pensás que la situación, el enojo se te va a ir cuando resolvés lo de la factura, bueno, la mala noticia es que va a venir otra factura. Y te vas a volver a enojar. Y después otra. Y después otra. Entonces, mejor aprender a enojarte con la factura. Ahí está la victoria. Al no enojarte, ahí es donde vencemos el enojo. Nos despojamos. Nos despojamos. ¿Qué nos dice la Biblia? ¡Quítense! ¡Sacate esa basura! ¡Sacate esa basura espiritual! Si sos de enojadizo, si sos de enojarte fácilmente, liberate en el nombre del Señor. Cambiá ese estilo de vida conforme a lo que te dice el Señor en su Palabra. ¡Gloria a Dios! ¿Por qué? Porque Él te dice que no tengas ningún temor y que no te preocupes por nada porque Él tiene todo bajo su control. Así que cuando te llegue la factura, capaz que va a haber un impacto. La primera sensación. Pero recordá que tenés unas horas para despojarte de eso. Te vas a quedar pensando, ¿cuánto es? ¿Cuánto? ¿Pero cómo? Pero en un momento tenés que, Señor, yo entrego este problema y me despojo de este enojo. Me saco esta basura que no es acorde, no estoy preparado para vivir de esta manera. No estoy preparado. No es la forma, no es el estilo de un hijo de Dios. Yo tengo que vivir con gozo. Yo tengo que vivir con gozo. Por eso, si hay algo que te empieza a sacar el gozo, está, podremos decir que puede ser hasta un ataque diabólico en contra de tu vida, que te quiere desviar del plan de Dios. Te quiere sacar de lo que Dios quiere. Te quiere desenfocar. ¡Satanás! El mundo, tus enemigos quieren que te desenfoques y que empieces a mirar situaciones terrenales y te olvides de la bendición de Dios. Quitate el enojo. Quitate la amargura. ¿Amén? Otra palabra, otra palabra. Siento que hay muchos del pueblo de Dios que viven enojados y que hoy pueden cambiar esta situación. ¿Por qué? Porque es una decisión personal. Yo, como hijo de Dios, no acepto vivir de esta manera. Dios quiere que te alegres en Él. Dios quiere que te goces en Él. ¿Amén? El gozo del Señor es nuestra fortaleza. Salmo 37, 8. Ya no sigas enojado. No sigas enojado. ¿Amén? Ya no, no sigas. Quiere decir que venís enojado. No sigas enojado, te dice el Señor. Deja a un lado tu ira. No pierdas los estribos. Hay alguien que pierde los estribos muchas manos levantadas. Bueno, eso es bueno. Reconocerlo. Si perdés los estribos, yo no sé andar a caballo. No sé. Pero he observado gente que pierde los estribos. ¿Y cómo va? Va para un lado, va para el otro. Es que las piernas van flameando. Y uno dice, pobre, cuando se baje de ese caballo. La crema humectante para sanar. Y no te digo dónde. ¡Pobre! Porque perdió los estribos. Perdió los estribos y va por la vida. Vos lo ves. A los saltos. El día que se baje, pobre hermano, pobre hermana. Bueno, no pierdas los estribos. No pierdas los estribos. Porque después vas a andar así en la vida. Patado. Patada. Gloria a Dios. No pierdas los estribos. Seguimos. No pierdas los estribos. Que eso únicamente le va a causar daño. Muchas veces perdemos por el enojo, perdemos los estribos. Salimos de caballo. Bueno, salimos renqueando por haber perdido los estribos. Eso es lo que produce el enojo. Por eso es tan importante para Dios que nos despojemos del enojo. Cuanto más rápido, mejor. Cuanto más rápido, mejor. Amén. Cuando uno tenga la capacidad de desenojarse lo más rápido posible, ahí es donde más victoria tenemos. Donde nuestro corazón va a vivir en libertad. Por eso sé que en esta mañana hay muchos que el sol se ha puesto sobre sus vidas con enojo y no han tenido la capacidad de quitarse ese enojo. Por situaciones personales, familiares, económicas, políticas, de fútbol, de deporte, por algo. Porque cuando uno entra en este estilo de vida, de vivir enojado o enojada, bueno, ya todo te enoja. Y ya decir, mira, ¿cómo puede ser? Mira, mira, algo pagadas, pero vos viste. Y te enroscás con eso, con el perro, con el gato, mira. Y el perro te mira, yo siempre viví así, te dice. Siempre. Y uno se enoja con esto. ¿Por qué? Porque empezás a agarrártela con todo. Porque ya tomaste como un estilo de vida vivir enojado y enojada. Ya en el trabajo entras, ya ni saludás. Estás enojado porque el problema lo tenés con el trabajo. Estás enojado con el trabajo. Y la mala noticia es que vas a tener que trabajar siempre. Siempre. Siempre. Y cuando me jubile, y cuando te jubile también, por ahí va a hacer falta que sigas trabajando. Siempre. Entonces, resolvés esa situación. O dejás de trabajar. Y después vas a estar enojado o enojada por las deudas. Entonces, no, tenemos que cambiar nuestro estilo de vida. Esa semilla tiene que ser desarraigada en el nombre de Jesús. Tiene que irse de nuestras vidas. Fuera de nuestros corazones. Fuera de nuestro ser. Gloria a Dios. No pierdas los estribos. Porque vas a necesitar que el Señor te sane. Amén. Bueno, vamos a otra palabra. Proverbios 15.1. Dice la blanda respuesta. Aquí empieza el antídoto para irse despojando del enojo. Los que levantaron la mano. Acá el Señor nos dice. Que no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Pero, fíjense lo que nos dice esta palabra en Proverbios. Dice, la blanda respuesta quita la ira. Mas la palabra áspera hace subir el furor. Ahí empieza el ejercicio para ser libres del enojo. Cambiar nuestro estilo de hablar. Bajar unos decibeles. Cambiar nuestro estilo de hablar. Bajar unos decibeles. Y empezar a responder, hablar tranquilo. No protestar tanto. Para todos los que protestan. No protestes tanto. Bajar unos decibeles. Inclusive hablar unos tonos más despacio. Más tranquilo. Los matrimonios que se pelean mucho. Por ahí lo que hace falta es hablar unos decibeles más bajo. Más espaciado. Escucharse. Los compañeros de trabajo también. También bajar. Bajar. Vieron que en este tiempo la gente está muy loca y enseguida se exalta. Y que se levanta el furor. Y uno discute y el otro se levanta. Y es saber quién grita más. Y luego de ese griterío, cuando ya no alcanzan el tono de voz para gritar más. Es donde ahí empieza la violencia. ¿Por qué? Bajar. Los creyentes tenemos que bajar. Por eso si sos de hablar a los gritos. Bajar. ¿Amén? Bajar. Si sos de hablar mal. Bueno, ¿qué te dice la palabra de Dios? Tranquilizate. Tranquilo. Tranquila. Tranquila. Entonces ahí es donde empezamos a tratar con este gran enemigo que es el enojo. Y es lo que nos enseña el proverbio. ¿Qué más nos dice la palabra? ¿Qué más nos dice la palabra? Santiago. Santiago 1, 19 al 20. Dice, mis queridos hermanos, tengan presente esto. Todos deben estar listos para escuchar. ¿Eh? El oído. Algo difícil porque vieron que cuando uno está enojado, ¿qué hace? Trata de hablar primero. Dice, todos listos para escuchar. Si todos estamos listos para escuchar, sería espectacular. Pero no apresurarse para hablar ni para enojarse. Quiere decir que podemos estar apurados para enojarnos. El que ha tomado como estilo de vida enojarse, entonces ¿qué hace? Se apura para enojarse. Medio que sale a la mañana a ver contra qué me enojo. ¿Por qué? Porque necesita como ese alimento, su interior, de enojarse por algo. Ese es el punto. Por eso Dios quiere tratar el enojo en nuestras vidas. ¿Por qué? Porque comienza a transformarse nuestra vida como en un estilo de vida, de calidad de vida, el estar enojado. Nos gusta, nos gusta. Hay gente que le gusta enojarse por cualquier situación y lo que Dios dice, no te apures para vivir así. No te apures, no te apures. Es el momento de empezar a cambiar y entonces escuchar y no apresurarse para hablar ni para enojarse. Pues el enojo de una persona no produce la vida justa que Dios quiere. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! No te enojes con facilidad. No te enojes con facilidad. Si te enojas con facilidad, no es la vida justa que Dios quiere que tengas. Simplemente esto. La palabra de Dios es sabia. Si sos de enojarte fácilmente, bueno, no es lo que Dios quiere para vos. Simplemente esto. Si estás en algún grupo de célula, alguna casa de oración, si estás trabajando en algo en el Señor y no se te puede decir nada porque enseguida te enojas, bueno, no es la forma en que Dios quiere que vivas. Vieron que a veces tenemos en nuestros grupos equipos de ministración para compartir la palabra y siempre hay gente que todo le cae mal. Le hablás de la bendición y se enoja. Le hablás de la maldición, se enoja. Le hablás del pecado, se enoja. Le contás la palabra y no le gustó. ¿Por qué? Porque se enoja por cualquier cosa. Bueno, en realidad está viviendo de la forma en que Dios no quiere que viva. Dios quiere otra cosa para ese corazón. No puede ser que todo le caiga mal. Hay una razón y es que se tiene que despojar del enojo. Tiene que cambiar de calidad de vida. Porque también los hijos de Dios tenemos que apuntar a tener la calidad de vida que Dios ha preparado para nosotros que somos sus hijos. ¿Amén? Por lo tanto, si Él dice, quiero que vivas con gozo, no aceptes otra forma. No lo aceptes. Santiago nos dice, no produce la vida justa que Dios quiere. Produce. En nuestro interior se producen cosas. Cuando nos enojamos se produce algo que no es lo que Dios quiere. Se elabora algo. Se elabora. Comienza a producirse algo. Fíjense lo que nos dice, no está en la pantalla, pero Hebreos, Hebreos capítulo 12, para los que anotan, versículo 16, 12-15, perdón, dice, el enojo comienza a transformarse en raíz de amargura. ¿Amén? Hebreos. El otro paso, si estás más de un día enojado, dos días, tres días, cuatro días, cinco días, esa semilla comienza a producirse, comienza a crecer y transformarse en raíz. Yo no sé si observaron algunas veces las enredaderas que empiezan a agarrarse de las paredes, que llega un momento que se agarran tanto, que cuando uno las quiere sacar, te arranca hasta la pintura, hasta el revoque de la pared. ¿Por qué? Porque ya esa raíz prendió. Lo mismo pasa con la tierra, cuando la planta, empieza la raíz a agarrarse, ya hay firmeza. Cuando el enojo se transforma en raíz de amargura, ya se agarró, prendió, prendió. Y espiritualmente sabemos que eso se transforma en una guarida de demonios. ¿Que voy a poder quedar endemoniado si sigo enojado? Puede ser. Es más, cuando hay gente que se termina manifestando una manifestación diabólica, muchos creen que es porque estuvo en brujería, en hechicería, en pactos ocultos. Puede ser, hay un gran porcentaje, pero hay un gran porcentaje de personas que están atormentadas por demonios que es porque solamente le dieron lugar al enojo. Se enojaron por alguna situación en particular y ese enojo permaneció durante varios días, durante mucho tiempo y se transformó en una raíz de amargura. Se amargó, la persona se amargó y el enojo prendió, hizo raíz. Y ahora lo que antes era una semilla que se podía quitar y tirar a la basura, ahora es una raíz que seguramente cuando uno empieza a tirar, algo va a arrancar. Por eso, si arrancaste enojado, enojada, y ya se hizo raíz de amargura, bueno, ya hay que arrancar esa inmundicia, ya hay que arrancarla en el nombre del Señor, ya. Ni un día más vivir de esta manera, porque esa raíz de amargura va a comenzar a crecer. Y cada día que pase va a costar más sacarse esa inmundicia. Amén. Y Dios quiere que vivamos en libertad. Por eso, me olvidé de decir que en el enojo muchos se enojan inclusive contra Dios. Se enojan con Dios porque perdieron un ser querido, porque tuvieron un gran fracaso, porque algo salió mal o porque algo le pidieron a Dios y Dios no se lo concedió y están enojados con Dios. Bueno, ese enojo no se tiene que transformar en amargura, porque esa amargura va a prender y va a costar más. Dios quiere que vivamos en libertad. Amén. ¡Sacate! ¡Libérate! ¡Quítate! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! Es una decisión personal. Amén. Es una decisión personal. Es una decisión personal. Uno tiene que decir, hasta hoy vivo de esta manera, pero a partir de ahora nunca más. No me enojo. No me enojo más. Y si me enojo, un par de horas. Si me enojo, no más de una, dos horas. Sería mejor que no te enojes, pero bueno, enojate un ratito nada más. ¡Sacate! ¡Sacate! ¡Sacate esa basura! ¡Sacate esa basura! Porque se puede transformar en raíz de amargura. Vamos a la palabra. Otra más. Primera de Samuel, vamos a leer una historia en que vamos a ver cómo entra la locura del enojo en estas vidas. Entre David, que todavía no era rey, y un hombre que se llamaba Naval, y una mujer que se llamaba Abigail. Primera de Samuel, vamos a leer esta historia. Vamos a leer los versículos más importantes. Primera de Samuel, capítulo 25, versículo 2 al 3. En Mahón vivía un hombre muy rico con una gran hacienda en Carmel, donde tenía tres mil ovejas y mil cabras. Esto era muchísimo, ¿no? Y en esos días estaba trasquilando sus ovejas. Se llamaba Naval y su esposa se llamaba Abigail. Ella era una mujer hermosa e inteligente, pero Naval, que era descendiente de Caler, era duro y malvado. Aclaramos su nombre, que era malo. La mujer era linda y buena, inteligente, pero el hombre era un hombre, y vamos a ver que era un hombre que vivía enojado. Vamos al otro pasaje. Entonces, David envía diez de sus hombres con este encargo. Vayan a Carmel para llevarle a Naval un saludo de mi parte, y díganle que tengan salud y paz, tú y tu familia, y todo lo que te pertenece. David le manda un saludo a Naval, no a este hombre malo. Vamos al otro pasaje. Vamos al otro pasaje. Entonces, Naval dice, ¿Quién es este tipo David? Les dijo Naval con desdén. ¿Quién se cree que es este hijo de Isaíl? En estos días hay muchos siervos que se escapan de sus amos. Debo tomar mi pan, porque David había, en todo este texto, le había pedido alimentos para su gente, su ejército. Que para esto, muchas veces, David lo había librado a Naval de que lo despojaran, de que le robaran. Le había hecho un montón de favores a Naval, pero Naval se olvidó, por estar enojado. Dice, debo tomar mi pan, agua y la carne que destacé para mis esquiladores, y dárselos a un grupo de bandidos que viene de quién sabe dónde. Fíjese, ¿no? El hombre que vive enojado, como Naval, es un hombre también ingrato. ¿Por qué? Porque David, más de una vez, lo había salvado de ciertas situaciones. Y ahora, cuando David necesita ayuda, él no se la da. Sino todo lo contrario, sino que actúa de una forma indiferente, lo desprecia. No valora todo lo que David había hecho por él. El enojo produce eso, ingratitud. Cuidado los que son de enojarse fácilmente, que te conviertas en una persona ingrata. De que te olvides primero de lo que Dios hizo por tu vida. Después de que te olvides de los que te rodean, de los que te aman, de todo lo que Dios te dio, de tus seres queridos, de tu familia, de tus hermanos, de toda la bendición que Dios te dio, la ingratitud. En Naval, por ser una persona que vivía enojada, bueno, vemos que hay mucha ingratitud. Entonces vamos al otro pasaje. En ese momento, David decía, de nada sirvió ayudar a este tipo. Acá, ¿quién entró a enojarse? David. De nada sirvió. Seguramente cuando lo fue a ayudar más de una vez, dijo, vamos a ayudar a Naval. Pero ahora que está enojado, dice, de nada sirvió haber ayudado a este tipo. Y fíjense cómo arranca con el enojo. Protegimos sus rebaños en el desierto, y ninguna de sus posesiones se perdió o fue robada. Pero él me devolvió mal por bien. Y entonces, ¿qué dice? Que Dios me castigue y me mate si tan solo un hombre de su casa queda con vida mañana por la mañana. David estaba no enojado, estaba endemoniado. No sé si pasó más de un día, pero ya para decir que Dios me mate si no los mato a todos los de su casa, ya estaba manifestado, como decimos los creyentes. Ya le había dado lugar al enojo. Así que vemos dos personas, una que actúa mal por estar enojada, una que es ingrata. Pero vemos también a David que arrancó. Arrancó y arrancó con todo. No fue a discutir con Naval. Iba a exterminar a toda su casa. Y si usted observa la vida de David, que arranca con Goliad cortándole la cabeza, bueno, va a ver que a David no le temblaba la mano en matar al que se le cruzaba. A tal punto que cuando llegó el momento de construir el templo, Dios le dice, vos tenés todo para construir el templo, pero no lo vas a construir. ¿Sabés por qué? Porque derramaste mucha sangre. Para que Dios le dijera eso, quiere decir que David, cuando tenía que cortar cabezas, las cortaba. Por ahí te cantaba un salmo, una poesía, era muy romántico. Pero cuando tenía que cortarte por la mitad, lo hacía. Así que si David juraba que iba a exterminar a toda esta casa, lo iba a hacer. ¿Por qué? Porque le daba lugar. Cuando arrancaba, arrancaba, ¿no? Entonces acá vemos dos personas que le dan lugar al odio, le dan lugar. Pero vamos a ver a alguien que actúa de la manera en que nosotros debemos actuar. Y vamos al otro pasaje, a Abigail, la mujer. Ya cuando David decide y va con todo su ejército para matar a todos, esta mujer se da cuenta que su marido era un tarado. Era un ingrato y tarado también. Porque no se estaba dando cuenta que no medía las consecuencias. Más de una vez, querida esposa, te diste cuenta que tu marido era un tarado, ¿no? Bueno, voy a quedar bien. ¿Cómo dicen que sí acá, eh? ¡Tremendo! ¡Tremendo! ¡Increíble! Bueno, y Abigail ¿qué hace? Voy a evitar esta matanza porque también la voy a ligar yo. Entonces ¿qué hace? Va al encuentro. Se adelanta. Va al encuentro, se adelanta a los acontecimientos. Porque ve que el tonto de su marido los iba a llevar a la muerte a todos. Por algo, por una causa de ingratitud. Entonces se adelanta, va al encuentro y le dice a David, aún si alguien te persigue y trata de matarte, tu vida está unida a los que viven conforme a la voluntad del Señor tu Dios. Reconoce que David era un hombre de Dios. Dice, él destruirá a tus enemigos y los arrojará lejos. Con la facilidad con que se arroja una piedra con la onda. Cuando el Señor te establezca como príncipe del pueblo de Israel. Tal como te lo ha prometido. Amén. Reconociendo que David era un hombre de Dios. Estas palabras, y se lo dijo de una forma suave. Y David la escuchó. Y David paró, reflexionó. Era una mujer muy linda. David aparte de ser sanguinal era muy mujeriego también. Al tiempo pasaron los años, esto aparte del mensaje. Naval murió, no años, pasó un tiempo. Naval muere y sabe que hace David, va a buscar a David. Y se casa con ella. No era lento para nada. Pero más allá de eso, las palabras blandas, las palabras de reconocimiento, evitaron una tragedia. Y acá la palabra de Dios nos enseña cómo se actúa. Delante del enojo. Palabras blandas. Inclusive en los momentos más violentos. En los momentos en donde todo puede explotar por los aires. Si tan solo un hijo de Dios, una hija de Dios se levanta y ocupa el lugar que debemos ocupar como hijos. Y habla con palabras blandas. Habla lo que tiene que hablar. Habla lo necesario, cualquier tragedia se puede evitar. Hasta una guerra se puede evitar como en este caso. Por eso en este tiempo, para... Y creo que la palabra de Dios tiene un propósito, más allá también de ministrarnos y sacarnos del enojo interior. Quiere que cada uno de nosotros ocupemos el lugar que debemos ocupar. En tiempos de tanta violencia. En tiempos de tanta locura. En tiempos de tanta gente enojada. Cada uno de nosotros, como hijos e hijas de Dios, tenemos que ocupar un lugar. Tienes un lugar para ocupar. Si tan solo ocupas ese lugar trayendo, hablando con palabras blandas, vas a poner un manto de paz, no sobre una situación, sobre muchas. Por eso está Dios tan interesado en que cambiemos nuestro estilo de vida. Que nos despojemos del enojo, que nos saquemos esa forma de vivir, que nos despojemos de toda raíz de amargura y que aceptemos el propósito de Dios que tenemos aquí en la tierra. Más allá del llamado que tengas, del ministerio, del lugar que tengas en el pueblo de Dios, vas a cumplir el propósito solamente en el lugar donde estás hoy. Quizás en tu familia, en tu trabajo, en el lugar donde te mueves, hasta puede ser en un partido de fútbol, en el lugar que sea. Solamente Dios necesita que un hijo de Dios, que una hija de Dios, en el lugar donde está con palabras blandas, ponga un manto de paz. ¡Aleluya! Personas como Abigail, que pudieron cambiar el destino y pueden evitar tragedias. ¿Cuántos aceptan este propósito digno? Gloria a Dios, yo lo acepto. Pero tan solo tenemos que tener una actitud, quitarnos el enojo. Lo que te enoja, esa basura espiritual, se tiene que ir hoy en el nombre de Jesús. Si se transformó en raíz de amargura, vamos a hacer una oración en esta mañana para que recibas libertad. Que esa raíz se desarraigue ahora en el nombre poderoso de Jesús, porque el Espíritu Santo lo puede hacer. Dios lo puede hacer. Porque Él trabaja en nuestras vidas y Él es el más interesado en liberar, en traer libertad para nosotros que somos sus hijos. ¿Cuántos permiten que Dios haga esta obra? Los invito a ponerse de pie. Vamos a soltar una palabra, una palabra que tiene que ser soltada con fe, porque es una decisión que vamos a tomar. Es decidir cómo queremos vivir, de qué estilo querés vivir. Si te vas a enojar continuamente y vas a vivir enojado mucho tiempo de tu vida en contra de, inclusive, tu sistema físico, de tu sistema nervioso, de tu salud. ¿Vieron el dicho? Hacerse mala sangre. Es literal. Hasta la sangre, la sangre se contamina cuando nosotros vivimos mucho tiempo enojados. Nuestro cuerpo, largas sustancias nocivas que nos producen hasta ciertas enfermedades porque no estamos preparados, creados. No estamos creados por Dios para vivir de esta forma. Que más nosotros, sus hijos, que Dios ha dicho que vamos a vivir con gozo. Vas a vivir gozoso aún en circunstancias difíciles. ¿Por qué? Porque ese es nuestro estilo de vida. Entonces, es una decisión. Nos despojamos del enojo. Lo quitamos de nuestra vida. No es el estilo de un hijo de Dios. Por eso vamos a soltar esta palabra. Hoy te entregamos todo enojo, ira y resentimiento que esté en nuestro corazón. Declaramos que tu misericordia, tu gracia y favor van delante nuestro, ordenando nuestros pasos, dejando todas nuestras cargas en ti y reconocemos que toda recompensa y bendición en esta vida provienen de ti, solo de ti. Amén y amén. Gloria a Dios. Un estilo de vida. Una forma de vida. Poner la mano en tu corazón y decir, Espíritu Santo, seguí obrando mi vida. Señor, seguí haciendo todo lo que tengas que hacer. Si algo se ha arraigado en mi ser, si algo, odio, amargura, Señor, en esta noche, en esta mañana, en este día, Señor, lo sacamos ahora. Lo sacamos en el nombre de Jesús. Señor, te damos gracias. Amén y amén. Gloria a Dios. Gracias, Señor. Gloria a Dios. El Señor es poderoso y el Espíritu Santo nos ministra. Te invito a levantar tus manos, adorar a Dios. Saludamos a la Iglesia que nos está acompañando, nos está acompañando desde las redes. Que Dios les bendiga. Nos vemos en la próxima reunión. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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