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mariano 1

mariano 1

Norma Hernandez

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This is a story about a family who grew up in the countryside, living a simple and happy life. However, their lives were upended by war, forcing them to flee to the city. They struggled to adapt to city life, facing financial difficulties and overcrowding. They dreamt of having their own house again and joined a community organization to advocate for affordable housing. After years of persistence, they finally succeeded in securing funding and land for housing projects. Their dream of a better life became a reality. However, tragedy struck when the father passed away before they could build their own house. Despite this, they found support from unexpected sources, such as a long-lost relative. The story highlights the resilience and determination of a family seeking a better future. Ni peces, ni pájaros. ¿Cómo llegamos hasta acá? Bueno, esta es una historia algo larga y vieja, casi tanto como mi vida y las montañas donde me crié. Nosotros crecimos en el campo, cerca de donde mis abuelos y mis papás trabajaban en una tierra rica. Mi abuelita me contó una vez que ella y su mamá Mi abuelita me contó una vez que ella, su mamá y la mamá de su mamá no conocían otro lugar donde ellas hubieran estado. Estar cerca de la milpa, con las gallinitas al lado, en una casita de tierra y paja, es todo lo que su memoria guardaba. Cada vez que se sumaba un nuevo miembro a la familia, la casita también... La casita también crecía, con paredes nuevas que salían del barro y trabajo de toditos los que vivíamos ahí. Los recuerdos más bonitos de mi infancia los tengo en la casa de mis abuelos. Después de venirnos de nadar del río, no importaba la hora que fuera, pero mi mamá y mi abuela siempre tenían cafecito y tortillas recién hechitas para darnos. Eran imparables como invencibles. Nunca se cansaban. Aunque trabajaban todo el día en la casa, siempre hubo tiempo para compartir bocados, risas, una... Siempre hubo tiempo para compartir un bocado, risas, una felicidad que parecía que nunca nadie nos la iba a quitar. Hasta que llegó la guerra. Hasta que llegó la guerra. Todo en la comunidad cambió. El tono de las conversaciones, la tranquilidad al respirar, encontrarnos con los vecinos. Nuestros cerros parecían sitiados por tipos amarillos. Nuestros cerros. Nuestros cerros parecían sitiados por tipos amaras. Nuestros cerros permanecían sitiados por tipos armados. Mi abuela y sus nervios... Mi abuela y sus nervios nos pedían que nos cuidáramos más que nunca, que no anduviéramos solitos. El miedo nos encerró por meses, fíjate, apagando poco a poco el espíritu de mis abuelitos. Nada me pone tan triste como recordar lo que los mató. Un día, un vecino nos avisó que unos armados se habían llevado a su primo. Allá al río, allá al río lo fueron a tirarnos, dijo. Mi mamá estalló en llanto y le pedía a mi papá que ni se acercara, porque también te van a llevar a vos. Y le pidió a mi papá que ni se acercara, porque también te van a llevar a vos, le dijo. Cuando mis abuelos le enteraron, el fogón de esa casa no se volvió a encender, como si le hubiera apagado un ventarrón. ¿Cómo llegamos hasta acá? Bueno, esa es una historia algo... Bueno, esa es una historia algo larga y vieja, casi tanto como mi vida y las montañas donde me crié. Nosotros crecimos en el campo, cerca de donde mis abuelos y mis papás trabajaban una tierrita. Mi abuela me contó una vez que ella, su mamá y la mamá de su mamá no conocían otro lugar donde ellas hubieran estado. Estar cerca de la milpa, con las gallinitas al lado, en una casita de tierra y paja, es todo lo que su memoria guardaba. Cada vez que se sumaba un nuevo miembro a la familia, la casita también crecía, con paredes nuevas que salían del barro y el trabajo de todos los que vivíamos allí. Los recuerdos más bonitos de mi infancia los tengo en casa de mis abuelas. Después de venirnos de nadar del río, no importaba la hora que fuera, pero mi mamá y mi abuela siempre tenían un cafécito y tortillas recién hechitas para darnos. Eran imparables como invencibles. Nunca se cansaban, aunque trabajaran todo el día en la casa. Siempre hubo tiempo para compartir un bocado, risas, una felicidad que parecía que nunca nadie nos la iba a quitar, hasta que llegó la guerra. Regreso a un día. Un día de esos oscuros, un día de esos oscuros, mi papá nos ordenó, alisten todo lo que puedan, nos vamos de aquí. Alisten todo lo que puedan, nos vamos de aquí. ¡Ay, no te puedes imaginar lo que sentí cuando vi a la camioneta de un vecino con la casa montada encima, con todos y gallinas, colchones, sacos de maíz, todo pues! La casa de mis abuelos y de mis papás parecían cascarroncitos de cigarra, como cuando acaban de nacer, vacías, descoloridas, sin el alma que los solías tener, sin el alma que solían tener. Lloramos todo el camino como cuando uno va siguiendo el ataúd de un entierro. Llegamos a esta ciudad como al amanecer, llegamos a esta ciudad como al amanecer. Ahí mi papá nos explicó que tuvimos que salir huyendo del campo, porque a mi hermano ya lo tenían vigiado para reclutarlo. Y como yo no, y como yo no paría ninguno de mis hijos para la guerra, y como yo no paría ninguno de mis hijos para la guerra, dijo mi mamá, hoy vamos a hacer vida acá. Le temblaba la voz. Esa noche dormimos en un cuarto de un metón, los cinco, apuñaditos, apenas cabíamos en la habitación. Mi mamá y mis hermanos se durmieron abrazados esa noche, como protegiéndose de algo que los fuera a separar. Pero mi papá no pegó un ojo. Pero mi papá no pegó un ojo. Acá vamos a vivir ahora, papá. Acá vamos a vivir ahora, papá, le pregunté bien querido. Acá vamos a vivir. Acá vamos a vivir ahora, papá, le pregunté bien querido. No, mija, esto es temporal. Mientras nos volvemos a hacer otra casita, mientras nos volvemos a hacer otra casita nuestra, una que sí nos guste y en la que vamos bien todos. Recuerdo que me dijo, a pesar de todo, diez años después, seguimos en el mesón usted. Diez años después, seguimos en el mesón usted. La guerra terminó, pero nuestra vida siguió como si nada. Mi mamá tuvo que comenzar a trabajar, porque vivir en la ciudad es carísimo. porque vivir en la ciudad es carísimo. Además, todo se tenía que pagar, la comida, el agua, aceptar tranquilos y en paz con los nuevos vecinos. Fueron llegando familias de todos lados al mesón y a la comunidad, y la comunidad fue creciendo. Pero con tan poco espacio y trabajo, vivir con todo el mundo no fue fácil. Queríamos salir de ahí y tener un lugar mejor donde vivir. Así que yo comencé bien joven a vender dulces y cositas de esas para comprar un lotecito y ojalá construir una casita propia. Y ojalá construir una casita propia, como donde vivíamos antes. Y ojalá construir una casita propia, como donde vivíamos antes. Como donde vivíamos antes, a la par del río y sus montañas, pensaba yo. De todo eso, que mis papás... A la par del río y sus montañas, pensaba yo. De todo eso, que mis papás seguían extrañando en silencio. No sé si soñar algo con tanta fuerza hace que la suerte a uno se le cumple. Un día vi un cartel que decía ¿Quieres una vivienda? ¿Quieres una vivienda? Reunión informativa este próximo domingo. Al principio no estaba muy convencida, pero tampoco tenía nada que perder. Pero tampoco tenía nada que perder. Mi mamá me acompañó. En la reunión ella se fijó que un agente de la iglesia donde iba estaba dirigiendo la cosa. Uno de esos señores nos dijo bien clarito La propuesta no es que nos regalen la vivienda, sino organizarnos y construir las viviendas que sean necesarias entre todos. Después de decir eso, muchos se fueron rapidito, como decepcionados. Pero yo me quedé con la curiosidad. Seguí yendo a las reuniones y conocí a otras familias que estaban en las mismas que nosotros. Mi mamá me acompañó a muchas de esas reuniones porque sentíamos que poco a poco nos volvíamos parte de algo más grande y fuerte que nos da ánimos para hacer cosas juntas y por otras personas de la comunidad, bien bonito. Nos hicimos más amigas de la gente y yo creo que eso le devolvió la sonrisa a mi mamá que había perdido hace un montón. De repente teníamos ganas de ver al futuro. De repente teníamos ganas de ver hacia el futuro. Así pasábamos varios años en lo difícil que es mantener juntos y trabajando por una vida mejor en común. Las instituciones, ¡ay Dios! Nos ignoraban todo el tiempo. Nos tocaba ser bien insistentes para que nos atendieran. No somos ni peces ni pájaros para estar viviendo en el aire ni en el mar, le dijo una vez un vecino a un alcalde hace mucho tiempo. No somos peces ni pájaros para estar viviendo en el aire ni en el mar, le dijo una vez un vecino a un alcalde hace mucho, le dijo una vez un vecino a un alcalde, le dijo una vez un vecino a un alcalde de hace tiempos. ¡Casa digna es lo que necesitamos! Así íbamos tocando puertas en todos lados para conseguir recursos también. Aprendimos que lo colectivo cuesta, pero lo vale, porque entre más nos juntamos, más nos hacíamos caso y apoyábamos nuestra causa. Un día finalmente logramos algo que parecía imposible. Un día finalmente logramos algo que parecía imposible, usted. Una de las propuestas que teníamos rato de estar presentando al ministerio, una de las propuestas que teníamos rato de estar presentando al ministerio salió, que por fin iba a haber plata, que habían logrado conseguir la tierra. Nosotros igual no aflojamos. Nosotros igual no aflojamos. Si no van a dar un crédito, les dijimos. Necesitamos que estén condiciones que podamos pagar y administrar nosotros los precios para poder construir. Costó un par de meses más. Tuvimos que apoyarnos de varias... Tuvimos que apoyarnos de varias gente en las calles, de hacer conferencias de prensa en reuniones con ellos para que se convirtieran. Pero cuando esos proyectos salieron como nosotros, pero cuando esos proyectos salieron como nosotros queríamos, ¡qué barbaridad! Nos alegramos como que todos fuéramos a vivir ahí. Hasta una ley conseguimos que se pasara. Era el sueño de todos hecho realidad. Era el sueño de todos hecho realidad. Y hasta hoy esto se mantiene porque lo seguimos defendiendo como propio. Era el sueño de todos hecho realidad. Y hasta hoy eso se mantiene como... Y hasta hoy eso se mantiene porque lo seguimos defendiendo como propio. Así, sin avisarnos ni nada, en medio de un sueño. En medio de su sueño, así sin avisarnos ni nada, en medio de su sueño, mi papá falleció un día. Con él no alcanzamos a hacer la casita que en tanto soñábamos. Mi mamá como que entró en negación y no soltó una lágrima. Mi mamá como que entró en negación y no soltó una lágrima sino hasta varios días después. Pero mire cómo es la vida con uno. A los meses nos encontró una prima que no veíamos desde el tiempo de la guerra. Andaba buscándonos para saber si podía ir a cuidar su casa que había dejado en el campo. Ya ella se iba a ir de mojada para los estados en una semana. Mi mamá ni... Mi mamá ni habíamos terminado de hablar y entender lo que ella nos había propuesto cuando le dijo que sí. Ahora que la guerra se ha ido... Ahora que la guerra se ha ido, me dijo. Yo me devuelvo. Esta tierra siempre va a ser mi casa. Con mis hermanos la apoyamos desde un inicio. Después de todo lo vivido, fue como si a mis dos papás la vida los con... Fue como si a mis dos papás la vida les concedió regresar a donde pertenecían. De donde nunca tuvieron que salir, la verdad. La gente de la comunidad nos ayudó con... La gente de la comunidad nos ayudó con la mudanza y todo. Invitamos a todos a quedarse un par de días en esta nueva casa acompañando a mi mamá en su retorno tan anhelado. A mi mamá le llovieron regalos para adornar la casa. Gente del campo que llegó a darle la bienvenida como una gran celebración de mucha gente. Nosotros nos quedamos una semana más para reconstruir una que otra pared y un cuarto ya deteriorado. ¿Verdad? Un cuarto ya deteriorado, ¿verdad? Por el tiempo. Tocando la tierra rapidito me acordé de los movimientos que toca hacer como se siente así mojada, mal... Como se siente así mojada, maleable. No se me había olvidado para nada. Y mi mamá, pues nunca había de la felicidad de haber vuelto a su tierra. A vivir con el recuerdo de mis abuelos y mi papá. Como si lo hubiera llamado a... Como si lo hubiera... Como si lo hubiera llamado a... Como si la hubiera llamado a reencontrarse. Yo no me quedé con mi mamá en el campo porque hoy estoy aquí con vos. Aquí, María. En esta ciudad que nos teme tan ocupada. Reconstruyéndolo... Reconstruyéndolo despojado. Una casita donde vivir bien, a gusto y en comunidad. Hace casi un año que nos aprobaron el proyecto. Hoy te cuento esa historia con mis pies en el... Hoy te cuento esa historia con mis pies en el suelo. Donde están nuestras casas casi listas por estrenar. A vos te cargo de mis brazos ahora. Donde de meses de esperarte como a uno. A vos te cargo de mis brazos ahora. Después de meses de esperarte como a nuestra nueva casa. Vamos a estar bien. Mejor que nunca. Espero que te guste tu nuevo hogar. Espero que te guste tu nuevo hogar.

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