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Brujerias

Brujerias

Martin TelisMartin Telis

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cuentos cortos de terror

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While walking through the forest, the guide and Rolando felt like they were being watched. They saw an old woman with yellow eyes observing them. The guide shot at her, but she disappeared. Later, when they were back in the cabin, Rolando saw the guide transform into an old hunchbacked man with yellow eyes. Mientras caminaban por el bosque, el guía volteó varias veces y buscó con la mirada. Rolando estaba de cacería. Con él iba un guía llamado Pascual. Atravesaron un bosque muy denso. Llevaban sus rifles al hombro, pues aún no encontraban huellas. Cruzaron por algunos claros inundados de luz y se adentraron entre tupidos arbustos que crecían bajo la sombra de los árboles. Rolando notó que el guía estaba algo nervioso. —¿Pasa algo? —le preguntó Rolando. —¿No estamos perdidos, o sí? —¡No, claro que no! ¡Vamos bien! —Pero, para serle sincero, aunque no quiero que se asuste, hace rato que siento que nos siguen y que nos espían. Rolando echó una mirada al bosque que lo rodeaba. Entre una baraña de hojas y ramas distinguió una cara arrugada que tenía unos ojos amarillentos y los estaba observando. Más al instante la cara se ocultó entre la afronta y dejó de verla. Retrocedió ante la fuerte impresión que le causó aquella cara arrugada y casi chocó a Pascual que estaba a su lado. —¿Qué, vio algo? —le preguntó Pascual. —Vi, vi a una vieja de ojos amarillentos, pero ya no está, se escondió. El guía tomó su rifle con las dos manos y escudriñó hacia el lugar que indicaba Rolando. Los dos buscaron con la vista por un momento. Súbitamente resonó en el bosque una carcajada y quien la lanzaba parecía moverse rápidamente entre las copas de los árboles. Los dos giraron y vieron a la vez, aunque fugazmente, una anciana vestida de negro que sentada sobre una especie de silla cruzó volando entre los árboles. El guía alcanzó a dispararle y la carcajada resonó más fuerte y más horrenda, pero se fue alejando y cayó de pronto. Los dos se miraron a los ojos, asustados ambos. —¡Eh, eso era una bruja! —cartamudeó Rolando. —¿Qué otra cosa podía ser? Había escuchado historias, pero como nunca había visto nada... Después de unos minutos girando hacia todos lados sin ver más a la bruja, emprendieron el regreso hacia la cabaña que Rolando estaba alquilando. Ya dentro de la cabaña, Rolando miró por la ventana. Aún le preocupaba que apareciera la bruja. El bosque estaba muy cerca. Sin dejar de mirar hacia afuera, le comentó Pascual. —Nunca pensé que realmente pudieran existir las brujas. —Pues ya vio que existen, y no solo las brujas, ¡también hay brujos! ¡Ja, ja, ja, ja! afirmó Pascual, con una voz extraña, medio ronquitillón a la vez. Al escuchar aquella voz y aquella afirmación, Rolando se volvió hacia Pascual y vio que éste ahora era un anciano jorobado y calvo, de ojos amarillentos.

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