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In the book "Development and Human Growth," the topic of discussion is the third childhood stage, which spans from 6 to 9 years old. This stage is crucial for cognitive, language, psychomotor, and socioemotional development. Children acquire important skills during this stage that serve as a foundation for their overall development. The development of language is especially important for reading and writing, while motor skills are essential for handwriting. The social and emotional development of children is influenced by their self-esteem, peer group, family, and school. Attention and perception also play a significant role in this stage, with children becoming more focused and able to extract more information from their surroundings. Memory development also improves, allowing children to retain a wide range of information. The school environment further enhances their concentration and retention abilities. Buenas noches. Mi nombre es María Fernanda Uomperalta. Seguimos leyendo el libro de Desarrollo y Crecimiento Humano. Vamos por la página 87, que tiene como tema Tercera Infancia, de 6 a 9 años y 0 meses. Resumen, introducción del tema. En este apartado nos referiremos a las características y a los cambios generales que se dan en la tercera infancia, específicamente en las dimensiones cognitivas del lenguaje psicomotriz y socioemocional. La tercera infancia comprende el desarrollo de los niños desde los 6 hasta los 9 años. Es considerada también como la etapa escolar. En ella se adquieren muchas destrezas y habilidades que serán la base para el desarrollo integral a lo largo de la vida. Esta fase marca, sin lugar a dudas, un cambio trascendental en los niños, puesto que superan el egocentrismo para iniciar una nueva fase de socialización. Para esa etapa conoceremos cómo el desarrollo cognitivo se torna trascendental por medio de la adquisición de las nociones de conservación, de clasificación, de seriación, de número, de tiempo y de espacio. También encontraremos las características de los diferentes tipos de memoria. Acerca del desarrollo del lenguaje, entre los 6 y los 9 años, veremos que éste ayuda en la adquisición de la conciencia fonológica, sintáctica y semántica, además de la pragmática, que se constituyen en el cimiento para el aprendizaje de la lectura y de la escritura, procesos en los que están involucrados la decodificación y el lenguaje integral. También indagaremos sobre las características del desarrollo motor del crecimiento físico de los niños de 6 a 9 años, explicando las habilidades y las destrezas que ellos alcanzan en esta etapa y asciende hincapié en la psicomotricidad como proceso importante para la escritura. Respecto al desarrollo socioemocional, observaremos que está estrechamente relacionado con la autoestima de los niños, en las que también juegan un rol muy importante el grupo de pares, la familia y la escuela. Esta última, de una u otra manera, es la que influye grandemente en su formación integral. En la parte de análisis, comprenderemos las necesidades y los intereses que tienen los niños en esta etapa de vida, al igual que el rol de la familia, del grupo de pares y de la escuela para su desarrollo. Desde el nacimiento, todas las áreas del desarrollo humano van evolucionando y se van implicando entre sí. De hecho, cada dimensión tiene cierta primacía en las diferentes etapas como veremos seguidamente. Durante el primer y el segundo año de vida, después del nacimiento, el desarrollo motor grueso y el desarrollo motor fino destacan sobre los otros. Alrededor del primer año y medio y hasta los tres años de edad son el lenguaje, la socialización, la afectividad y la cognición los que sobresalen en el ámbito del desarrollo humano. Entre los tres años y medio y los seis años, el desarrollo general está marcado por avances considerables en la cognición, en el lenguaje y en lo socioemocional. A partir de los siete años y hasta la adolescencia, el desarrollo se manifiesta a nivel del pensamiento y de la efectividad, aspectos que matizan los aprendizajes propios de cada etapa. El desarrollo cognitivo en la tercera infancia. A partir de los seis años se inicia un periodo de cristalización del desarrollo. Esto se advierte en el ritmo uniforme que éste adquiere, permitiendo predecir sobre futuras características para el periodo de la adolescencia. Si bien entre los seis y los nueve años de edad, la familia continúa con su rol importante en el desarrollo de los niños. La escuela se suma como contribución significativa para el desarrollo de habilidades cognitivas y académicas. La atención. Entre los seis y los nueve años, la atención de los niños es más controlada, adaptada y planificada, por lo que su desarrollo cognitivo progresa aproximadamente hasta los doce años, en función de las siguientes cuatro formas. Información exclusiva. Los niños desarrollan la habilidad para separar la información relevante de la irrelevante. Atención selectiva. Los niños mejoran su capacidad para responder solamente a aquellos aspectos importantes para la solución de un problema. Esto les permite aprender de manera más eficiente y efectiva de acuerdo con su edad. Flexibilidad de la atención. Los niños pueden desviar la atención dada a una característica de un problema hacia otro. Se trata de un cambio de enfoque en la atención. Este proceso se acrecienta a medida que avanzan en su desarrollo. Reducción de las percepciones predominantes. Se refiere al desplazamiento de los procesos atencionales en los niños, separándolos de las propiedades físicas salientes de los estímulos, de ahí que su atención vaya más allá del color, de la forma, del tamaño y del brillo para orientarse a otras propiedades, entre ellas la orientación de los objetos en el espacio. En la tercera infancia, los niños son capaces de mantener su atención en lo que les interesa por mucho más tiempo que en las etapas anteriores. Sin embargo, normalmente este interés disminuye pronto si no existe una motivación que lo sostenga, provocando incluso que la atención desaparezca. La percepción. Sin duda alguna, la percepción influye en gran medida y está influida por las dimensiones socioemocional, psicomotriz, cognitiva y de lenguaje. Es precisamente en la tercera infancia que dicha intuicancia cobra mayor sentido debido al surgimiento de otros elementos en el aprendizaje y en el conocimiento académico. Como observamos, hasta este momento del desarrollo humano la percepción de los niños avanza como actividad orientada, vale la acción objetiva práctica al juego y a la actividad creadora hasta convertirse en actividad independiente de observación. Entre los seis y los nueve años de edad, los procesos perceptivos se amplían y se tornan más complejos, así los niños son capaces de extraer mayor información del medio que los rodea, enriqueciendo su estructura cognitiva. Uno de los procesos de avance en esta etapa está relacionado con la percepción visual. Efectivamente alrededor de los siete años los niños desarrollan la capacidad para diferenciar las características del entorno, de ahí que al percibir la forma de los objetos y mediante la constancia perceptual ya tengan la capacidad para distinguir los detalles de tales objetos. Igualmente en este periodo comienzan a relacionar las partes y el todo, aunque para ellos aún dependan de la experimentación y de su conocimiento, es decir, logran percibir un objeto por sus partes cuando éste es desconocido y son capaces de percibir el todo cuando se trata de un objeto conocido. De igual manera, tanto la adquisición de la percepción del espacio y de las relaciones espaciales, la habilidad de orientación del cuerpo en el espacio y la percepción de los objetos con relación a uno mismo y a otros objetos como la percepción del tiempo, habilidad basada en la lógica de conexión temporal de sucesos o de hechos, son condiciones importantes que enriquecen toda la actividad cognoscitiva de los niños en la tercera infancia. La percepción auditiva también se incrementa entre los seis y los nueve años, hecho que se presenta en habilidades como la memoria secuencial auditiva, que permite a los niños recordar elementos presentados en un orden específico, en la capacidad para dirigir su atención hacia estímulos auditivos relevantes y tanto en la comprensión como en la simulación de combinaciones de sonidos para formar un todo. La trayectoria del desarrollo perceptivo en la tercera infancia es asumida como una tarea de perfeccionamiento del proceso de análisis y de síntesis de la realidad, como resultado los niños comienzan a ver el mundo bajo la forma de un cuadro único y complejo. La de memoria, la característica de la memoria en esta etapa de desarrollo humano está relacionada con la memoria de conocimiento, que es un aspecto esencial en los procesos de aprendizaje. La capacidad de memorizar aumenta significativamente alrededor de los seis y de los siete años. Este avance tiene lugar debido al incremento de estrategias y de codificación de la información obtenida, como la recitación, la asociación, la elaboración y el agrupamiento de la información, entre otras. A esa edad los niños pueden memorizar toda clase de datos y se interesan por temas inusuales, como los animales extraños y los tiempos prehistóricos, por citar algunos. También son capaces de retener información abundante, como canciones, anuncios, nombres de compañeros y fechas. Es el momento idóneo para aprender las tablas de multiplicar, los nombres de ríos o de ciudades, definiciones y poesías, entre otros contenidos. El contexto escolar en el que los niños de seis a nueve años se encuentran los obliga a concentrarse más en sus acciones y en sus percepciones, situación que a su vez mejora el proceso de retención de información. Para explicar el hecho de que parte de la información adquirida es rápidamente olvidada, mientras que otra es permanentemente retenida, algunos psicólogos llegaron a distinguir y analizar distintos niveles en la memoria. Cada uno de ellos funciona y posee características propias, como veremos en la siguiente tabla. Tabla número 7, características de los niveles de memoria en la tercera infancia. Tenemos la memoria sensorial, es la información que se retiene durante muy pocos segundos, una vez que los objetos han desaparecido del campo perceptivo. Se capta mediante los sentidos a la vista, del oído, del gusto y del tacto. Memoria a corto plazo, es la memoria que fija mentalmente la información durante el tiempo justo para poder utilizarla. Sin ese laxo no se realiza ningún tipo de elaboración, desaparece para dar paso a otra información. Por ejemplo, memorizar un número de teléfono hasta que se lo marca, luego se le olvida. Memoria a largo plazo, es la capacidad de retener información por mucho tiempo, lo que permite el recuerdo y la reproducción en cualquier momento. Aumenta rápidamente durante la niñez y continúa incrementándose hasta la juventud. Varían función de los intereses de las niñas y de sus estados emocionales. El pensamiento, razonamiento. A partir de los 7 años se produce un cambio cualitativo en el desarrollo. Se evidencia un avance del pensamiento prelógico al pensamiento lógico. Según Piaget, a esa edad los niños se encuentran en el superior de las operaciones concretas, por lo que ya son capaces de realizar operaciones lógicas, aunque todavía ligadas a objetos concretos. Es decir, solo pueden razonar acerca de las cosas con las que tienen experiencia personal y directa, y piensan apoyándose en lo que ven y en lo que manipulan. Esta posibilidad de las operaciones concretas viene dada por la conquista del esquema fundamental del pensamiento, la reversibilidad. En la tercera infancia se dejan el egocentrismo y el esquema perspectivo infantil. En consecuencia los niños ya no se guían solo por las características sobresalientes, sino que pueden desviar su atención hacia otras características relevantes para la solución de un problema. También aprenden a establecer relaciones, pueden agrupar cosas semejantes, clasificar y ordenar cosas diferentes estableciendo relaciones al igual que adquieren las nociones de número y de orden. Los niños de 6 a 9 años aproximadamente desarrollan las nociones de conservación, de seriación, de clasificación, de número, de espacio y de causalidad. Piaget, Engel, Leber, 2007. Cada una con características diferentes. Esquema número 1. Características del pensamiento en la tercera infancia. Conservación. Comprenden la noción de conservación de la sustancia en proceso, para comprender la noción de conservación del peso. También comprenden los principios de identidad y reversibilidad. Seriación. Pueden ordenar y comparar los elementos según sus dimensiones, de grande a pequeño o de la inversa. Realizan el proceso de transitividad. Clasificación. Pueden realizar agrupaciones de elementos de acuerdo con sus características. Número. Pueden contar y descontar números y realizan operaciones básicas de suma y de resta por medio de aplicaciones concretas. Espacio y causalidad. Tienen una idea más clara de la distancia existente entre un sitio y otro. Pueden emitir juicios en cuanto a causa y efecto. Sin embargo, todavía tienen dificultades para manejar conceptos relativos a la velocidad, a la densidad y al volumen, que en realidad son datos abstractos que seguirán consolidando en la siguiente etapa de su desarrollo. La característica central del pensamiento entre los 6 y los 9 años es la búsqueda de explicaciones lógicas a los hechos que se observan. De ahí que los niños de esas edades traten de entender y de explicar cómo todo está compuesto por partes. Un reflejo de esto es el gusto por los rompecabezas y por los juegos de construcción. El desarrollo del lenguaje en la tercera infancia. Con relación al desarrollo del lenguaje en la tercera infancia, se sabe que los niños adquieren mayor capacidad en su lenguaje, es decir, tienen la facilidad para comprender e interpretar la comunicación no solamente oral, sino también escrita. Y en esta etapa se observa un progreso muy evidente en cuanto al lenguaje. En efecto, el avance en la adquisición de vocabulario es sorprendente. Los niños de 6 años de edad ya entienden alrededor de 10.000 palabras y a los 10 años comprenden 40.000 palabras aproximadamente, Shuffler 2000. Este hecho favorece enormemente su competencia lingüística. Se estima que cada año los niños adquieren alrededor de 1.000 palabras en su repertorio lingüístico. Por otra parte, en la tercera infancia también desaparecen muchos errores relacionados con la sintaxis y empieza el uso de formas gramaticales, mucho más complejas que las de la anterior etapa de desarrollo. Igualmente, los niños aprenden la estructura gramatical de la frase y pueden organizar de modo coherente las palabras, a fin de formas, frases y oraciones mucho más complejas. Por ello se dice que esta etapa es de perfeccionamiento sintáctico. A ello se suma que los niños paulatinamente incorporan las estructuras gramaticales de su lengua materna. Entre los 6 y los 9 años, de igual modo, se incrementa el conocimiento del significado de las palabras, por lo que los niños son capaces de captar los significados basándose en las definiciones. Además, reconocen la multiplicidad de significados que conducen a una mayor comprensión de las metáforas y del humor. Otros rasgos característicos de esta etapa son el uso de diversas clases de palabras. Usan adecuadamente los verbos, las conjunciones y los pronombres, y el inicio de la elaboración de integraciones semánticas que les permite desarrollar a su vez una conciencia metalingüística que se va consolidando en etapas de la preadolescencia. A la par, los niños saben distinguir los diferentes niveles de lenguaje cultural, familiar y vulgar. Los niños en edad escolar se caracterizan por ser conversadores, inclusive a veces más que las personas adultas. Por eso se dice que la conversación es la competencia lingüística que más se desarrolla en la tercera infancia. De hecho, los niños se dan cuenta de que gracias al uso adecuado del lenguaje es posible lograr una mejor comunicación con sus compañeros y con los adultos en diferentes contextos sociales. En esta etapa, los niños también tienen la capacidad de relatar historietas y experiencias, desde las más simples hasta las más complejas, con un progreso notable durante su estadía en escuela primaria. Asimismo, entre los 6 y los 9 años, los niños adquieren la capacidad para pensar sobre lenguaje y para comentar sus propiedades. Pueden reflexionar sobre su importancia y su utilidad para la comunicación y desarrollan la conciencia fonológica, sintáctica y semántica. Es decir, adquieren una conciencia lingüística fundamental para los procesos de lectura y escritura. El lenguaje escrito. La lectura y escritura introducen códigos lingüísticos que en cada lengua tiene sus propias leyes de composición y que son internalizadas por los niños en función de su desarrollo cognitivo y de la cultura a la que pertenecen. Para lograrlo, deben ser capaces de reconocer y de cumplir las reglas. La correcta adquisición y desarrollo del lenguaje en los primeros años de escolaridad es lo más importante para la lectura y la escritura. Nos referimos al lenguaje no solo en el sentido fonoarticulatorio, sino también en términos de un conjunto de procesos cognitivos subyacentes, como la conciencia fonológica, sintáctica y semántica. Los procesos que entran en funcionamiento en la lectura y en la escritura requieren de cierta maduración, al igual que de una integración adecuada de los procesos del sistema nervioso central y de los receptores sensoriales periféricos. Esta es una condición que se adquiere en la tercera infancia. Si bien los procesos de lectura y de escritura parten del lenguaje oral, estos se van volviendo más complejos. En efecto, con el propio desarrollo, los niños no solamente tendrán que decodificar contenidos, sino que al leer y al escribir también deberán revisar el trabajo de imaginar la realidad, de plasmarla, de comprobarla y de darle un orden mental coherente con el significado global de un determinado texto. Al adquirir el lenguaje oral, es decir, cuando se aprende a hablar, también se logran los conocimientos fonológicos, sintácticos, semánticos y pragmáticos, tal como observamos que ocurre hasta la segunda infancia. Sin embargo, al momento de adquirir el lenguaje escrito y a partir de la instrucción educativa, los niños ya incorporan las reglas de fonología, de la sintáctica y de la gramática, que son plasmadas en la escritura. La lectura, y la escritura a su vez, implican procesos de generalización y de abstracción que dependerá también del desarrollo cognitivo logrado por los niños hasta ese momento. En la escuela, los maestros utilizan diferentes metodologías de enseñanza para el aprendizaje de la lectura y de la escritura. Entre esas metodologías, desde las más tradicionales hasta las más actualizadas, podemos destacar los métodos alfabéticos fonéticos, que a veces se limitan a la simple codificación y decodificación de palabras, dejando de lado el proceso mismo de la comprensión y otros basados en el enfoque de lenguaje integral que utilizan la ruta visual. En la actualidad, muchos expertos recomiendan una combinación de enfoques, puesto que con los enfoques fonéticos, los niños se limitan a decodificar, en tanto que con un enfoque integral logran comprender un texto en su globalidad, como afirman algunos autores, los niños a que aprenden a leer y a escribir combinando estrategias visuales y fonéticas, recuperando visualmente las palabras conocidas y decodificando fonéticamente las palabras nuevas, son lectores mejores y más versátiles. El desarrollo psicomotor en la tercera infancia, en general el crecimiento físico de los niños de 6 a 9 años es más lento hasta el inicio de la pubertad, si bien existen diferencias individuales en los estándares de crecimiento que dependen de la herencia de los hábitos de nutrición, de la salud e inclusive la cultura a la que se pertenece, como referencia se tiene que los niños de este grupo de edad crecen entre 5 y 7 centímetros y medio por año, en tanto que su peso aumenta casi el doble entre los 6 y los 11 años, Papalia y Colts 2009. En la tercera infancia uno de los cambios destacados en los niños es la pérdida de sus dientes de leche y la aparición de sus dientes permanentes, por otra parte a medida que los niños van creciendo físicamente aumenta su masa corporal y se incrementa su habilidad motriz, también se vuelven más fuertes, pueden saltar y correr más rápido, superfeccionan su coordinación y sus habilidades motrices, les gusta ejercitar su cuerpo, aprenden nuevas destrezas como manejar bicicleta y patinar, logran un cierto equilibrio y se incrementa su habilidad motriz fina, esto último ocurre gracias a que existe una mayor coordinación de los músculos pequeños, hecho que les permite a su vez una mejor coordinación entre el ojo y la mano y les facilita dibujar, pintar y escribir. En este periodo y hasta los 8 años se pasa definitivamente del movimiento global al diferenciado, lo que aporta en el desarrollo del control postural y respiratorio, en la afirmación definitiva de la lateralidad, en la diferenciación de los hemicuerpos izquierdo y derecho y en la independencia de los brazos respecto al cuerpo, así mismo los niños consolidan la noción espacio-temporal y adquieren el ritmo, esta última habilidad les permite incorporar reacciones de velocidad, de intensidad y de límites que son elementos favorecedores para la lectoescritura. Entre los 6 y los 9 años el juego es considerado como uno de los principales elementos de relación y de interacción con el entorno, según Papalia y sus colaboradores 2009, el juego físico vigoroso alcanza su expresión máxima en la tercera infancia, esto se debe a que tiene importantes beneficios adaptativos a fin al desarrollo muscular y esquelético e inclusive canaliza la agresión y la competitividad, el juego informal espontáneo característico de la tercera infancia ayuda a desarrollar en los niños en sus habilidades físicas y sociales, de hecho los juegos de los varones son más corporales en tanto que los de las niñas son más verbales, por ello es común observar en los recreos de la escuela primaria a niños corriendo de un lugar a otro, saltando, compitiendo y en juegos que implican más esfuerzo y movimientos fuertes y precisos mientras que las niñas se reúnen para conversar y para compartir algunos comentarios, he leído hasta la página 95.