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Marcela López

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This is a story about a prophet named Elijah who confronted idolatry and restored faith in the true God. He prophesied a severe drought in Israel as a judgment for their wickedness. God provided for Elijah during the drought by sending ravens with food and directing him to a widow who miraculously had enough flour and oil to sustain them. The widow's son became sick and died, but Elijah prayed and God resurrected him. After three years, God told Elijah to announce the end of the drought to King Ahab. On his way, Elijah met the king's righteous steward who had protected a hundred prophets. ¿Alguna vez te has enfrentado a un desafío abrumador? Es probable que sí. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido que enfrentar pruebas en las cuales no sabemos cómo actuar ni qué pasará. Es por eso que hoy te invito a descubrir la increíble historia de Elías en el Monte Carmelo, donde la fe venció el miedo y el poder de Dios se hizo evidente. Quédate hasta el final para no perderte ni un solo detalle de esta gran historia. Para comprender este relato, primero debemos adentrarnos en el contexto de lo que sucedía en aquel tiempo. Después de la muerte del rey Salomón y varios reinados de división y polémica, Israel era gobernado por el rey Acab y su esposa, la malvada reina Jezabel. Muchos promovían la adoración de falsos dioses en la nación, llevando al pueblo a un tiempo de desafíos, oscuridad y desviación de los caminos de Dios. Pero en medio de esta deslealtad, Dios levantó a un profeta valiente llamado Elías para confrontar la idolatría y restaurar la fe en el Dios verdadero. Elías fue enviado por Dios con un mensaje de sentencia para Israel. En medio de la corrupción reinante, se presentó ante el rey Acab y profetizó que no habría lluvia ni rocío en Israel durante los próximos años, excepto por su palabra. Esta severa predicción fue un juicio divino por la maldad y la adoración a dioses falsos. Elías mostró valentía al confrontar al rey con un mensaje de juicio, confiando en la autoridad y la guía de Dios. Por su parte, la malvada reina Jezabel había ordenado perseguir, capturar y matar a todos los profetas y creyentes en el Dios de Israel. Es por esto que Dios le advirtió a Elías que debía huir y esconderse junto al arroyo de Kerit, que estaba frente al río Jordán. Elías no dudó ni un momento y huyó inmediatamente. Se refugió donde Dios le había ordenado y estando allí, bebía del arroyo, mientras los cuervos enviados por Dios le llevaban comida por la mañana y por la tarde. Esta provisión milagrosa mostró la fidelidad de Dios hacia su siervo en medio de la sequía y la persecución. Tiempo después, el agua del arroyo se agotó debido a la sequía en la región. En aquel momento, la palabra de Dios se presentó ante el profeta y lo envió a la ciudad de Zarebta. Allí, Elías conoció a una viuda que estaba a punto de preparar su última comida antes de dejarse morir con su hijo. Elías le pidió que le trajera un poco de agua, y ella obedeció. La viuda mostró fe y obediencia al profeta, a pesar de su desesperada situación debido a la sequía. Luego, Elías la llamó de nuevo y le pidió un poco de pan. Ella le respondió que no tenía pan cocido, sólo un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una vasija, y que había recogido dos leños para preparar su última comida antes de morir. Elías le dijo que no tuviera miedo, que hiciera el pan y le trajera a él primero, y después comieran ella y su hijo. Le aseguró que el Dios de Israel le había dicho que la harina de la tinaja no escasearía, ni el aceite de la vasija disminuiría hasta el día en que lloviera nuevamente sobre la faz de la tierra. La viuda fue, e hizo tal como le dijo Elías. Comieron él, ella y su hijo durante muchos días. Dios bendijo su obediencia multiplicando la harina y el aceite, asegurando su provisión continua durante la sequía. La harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, confirmando una vez más la fidelidad y el poder de Dios. Tiempo después, el hijo de la viuda enfermó gravemente, y no pudo sobrevivir. Su enfermedad fue tan intensa que falleció. En su desesperación, la viuda confrontó a Elías, acusándolo de haber llegado para castigarla por sus pecados pasados, culminando en la muerte de su hijo. Elías, compadecido, tomó al niño consigo y clamó a Dios tres veces por su vida, pidiendo que el alma del niño volviera. Dios respondió a la súplica de Elías, y resucitó al niño, demostrando una vez más su poder y misericordia. Esta historia revela la fidelidad de Dios para proveer y proteger a aquellos que confían en Él, incluso en medio de circunstancias adversas y tiempos de juicio. Pasados tres años, Dios volvió a hablarle a Elías, ordenando que se presentara ante el rey Acab para anunciar que llovería sobre la tierra. Elías obedeció de inmediato y emprendió el camino. La nación estaba sufriendo por la sequía, y el rey y su mayordomo emprendieron un viaje para buscar agua y pasto para los animales. Mientras tanto, el mayordomo del rey, un hombre justo y temeroso de Dios que había escondido a cien profetas del Dios de Israel para protegerlos de Jezabel, se encontró con Elías en su camino.

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