The speaker discusses the story of Shadrach, Meshach, and Abednego in Daniel chapter 3. They refuse to worship the idol set up by King Nebuchadnezzar and are threatened with being thrown into a fiery furnace. They remain steadfast in their faith and are miraculously saved by God. The speaker highlights the importance of having a strong knowledge of God and unwavering faith, even in difficult circumstances. They also emphasize the need to share the message of God with others and the impact it can have on society. Overall, the story serves as an example of dedication and the power of faith.
Dios los bendiga, muy buenas noches, el día de hoy, la lectura corresponde Ezequiel capítulo 25, Jeremias capítulo 28, Damiel 3 y Proverbios 28. El día de hoy yo quise considerar en Daniel capítulo 3, creo que es un pasaje que nos hemos alimentado ahí en la iglesia, es decir, ha sido predicado y nosotros lo hemos escuchado, lo hemos leído, lo hemos visto y creo que hay mucho de lo que podamos hablar al respecto. El capítulo completo habla del relato de Fabiano y Ezequiel del Nebo que fueron salvados del horno de fuego y que esto supone, posterior a ello, un cambio o un paradigma, digamos, en el contexto babilónico, cambió totalmente la perspectiva del Nabucodonosor porque quizás Nabucodonosor era totalmente ajeno al conocimiento de Dios, pero esto produjo realmente un paradigma, un paradigma que cambió totalmente la manera en como veían al Dios de los furios.
Tanto así que el rey Nabucodonosor realiza un decreto ya al final, en los versículos del 28 en adelante, al 30, donde decreta que no se dehace el nombre de Dios desde la etnosaquia del Nebo. Yo quisiera hablar de tres cosas que podemos nosotros rescatar del ejemplo de estos tres hombres jóvenes. Primero que nada, hay algo que queda totalmente asentado, es que ellos tenían todo, es decir, el conocimiento de Dios lo tenían claro, había un conocimiento previo en su vida.
En el versículo 16 dice, Sadrach, Mesach y Abednego respondieron al rey Nabucodonosor diciendo, no es necesario que te respondamos sobre este asunto, es decir, en este momento ellos fueron citados por el rey Nabucodonosor para hacerle el cuestionamiento, porque ellos no se decían ni inclinar ni adorar tanto los dioses como la estatua que habían levantado, y no querían adorarlos. Entonces el rey Nabucodonosor les habla y les dice, ¿por qué no lo hacen? Y les empieza a decir, ahora pues, dice en el versículo 15, ahora pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamborín, del arpa, del santerio, de la tampoña, de todos los instrumentos de la música, os posturéis y adoraréis la estatua que he hecho? Porque si no las adoraréis, en la misma hora seréis echados en medio del horno de fuego ardiendo.
¿Y qué Dios será aquel que los libre de mi mano? Esto es algo que llama mi atención porque también es muy interesante, ellos tenían un cargo, ellos tenían un cargo por lo cual el rey los habla de manera personal. Estaba tratando de convencer porque quizá en su intención, interiormente no quería hacerles mal, porque quizá hubiese sido cualquier otra persona ajeno al gobierno de Nabucodonosor, pues por supuesto los hubieran echado inmediatamente al horno de fuego. Pero ellos tenían un tipo de ordenanzas que tenían que seguir respecto a determinados negocios que le habían encomendado desde el gobierno de Nabucodonosor.
Ellos tenían una cercanía, Nabucodonosor los conocía ya previamente a este evento, y ellos ante esta situación, ante esta pregunta que Nabucodonosor les decía, oigan pues si ustedes no lo hacen yo voy a tener que meterles algo en el juego. Y ellos dijeron, no es necesario que le respondamos a este asunto, de alguna forma ellos lo tenían totalmente claro, ellos estaban totalmente convencidos y no había manera de que exista otra respuesta. Porque ellos sabían que el único Dios al que deberían honrar es a su hogar de los ejércitos, a su Dios, a nuestro Dios ¿verdad? Aquí lo que vemos es esto ¿verdad? Y algunos que lo tenían claro.
Ahora me llamo a la atención porque recordemos también que el pueblo de Israel, durante determinados tiempos históricos, fue una nación fluctuante, de fe fluctuante, que de pronto estaban bien, de pronto estaban mal, de pronto creían en Dios bastante y de pronto ya adoraban otras deidades, incluso adaptaban o tomaban dioses de paganos. El día de hoy, creo que fue el día de hoy o el día de ayer, estaba hablando con mi hermano Juan, aquí le mando saludos desde Bendiga Juan, y él me comentaba acerca de eso, de como el pueblo de Israel adaptaba o adoptaba los dioses paganos.
Creo que fue, creo que me estaba comentando, sí, que adoptaban los dioses paganos y que los hacían suyos. Y los empezaron a adorar, como si fuera, digamos como si fuera algo normal, aunque ellos conocían el Dios, el verdadero Dios, a Jehová. Ellos conquistaban una nación, barrían con todo por orden de Dios, pero al final de todo, se quedaban con sus dioses y las adoraban y a veces eso ocasionaba, pues mucho es fácil, ¿verdad? Entonces, de alguna forma el pueblo de Israel en muchos momentos fue fluctuante de fe, de pronto sí, de pronto no, de pronto tenían suerte puesta en otras cosas y de pronto había ocasiones en las que ciertos siervos de Dios consideran, digamos distintos, trataban de ir correctamente en lo que el Señor les había mandado porque tenían la fe firme ante Dios.
El día de ayer hablábamos acerca de, un poco acerca de eso, de como cuando la adoración la conviertes, primero lo consideras como rito, sí, definitivamente puedes quitártelo, puedes aceptarlo, puedes negarlo, pero cuando lo traspasas a lo espiritual es imposible que se pueda quitar de tu corazón porque ya no está solamente en tu mente, en tu percepción, o en tu manera de actuar, sino en tu interior. Es una conexión espiritual con Dios y es lo que tenían en esa tratamienta aquí de nuevo.
Ellos conocían a Dios espiritualmente también, claro, realizaban las ofrendas que tenían que hacer como judíos, pero los llevaban más allá. Y ellos realmente eran muy distintos. Esto demuestra definitivamente una verdadera consagración. Otra de las cosas que llamó mi atención y quería también compartirles es esta fe integrantable, que el convencimiento de las cosas, el convencimiento de Dios es diferente a la fe. El versículo número 18, el versículo 18, nos dice, y si no, sepáis, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que han levantado.
Veremos el 17 para tener un contexto más completo. He aquí nuestro Dios a quien servimos, puede liberarnos del horno de fuego, ardiendo, y de tu mano, oh rey, nos librará. El versículo 18, y si no, sepáis, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que han levantado. Aquí había una fe integrantable. Es decir, aunque el resultado no les favoreciera, ellos tenían la certeza de que estaban con su acción, estaban adorando a Dios.
A ellos no les importaba el resultado final, a ellos les importaba adorar a Dios con su acción, con su actuar. Independientemente de lo que pasara, fuera bueno, fuera malo, si mi acción agrada a Dios, eso voy a hacer. No me importa lo que pase. Esa mentalidad demuestra una verdadera fe integrantable, porque su fe traspasaba incluso las necesidades propias o el deseo personal, el salvaguardar tu vida, eso lo traspasa. Y vemos algo muy interesante en los versículos 23 al 30.
Dice de la siguiente manera. Bueno, vamos a ver quizá no tantos. Dice, y estos tres varones, Adragnosaque y Abednego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo, ¿no echaron a tres varones atados dentro del fuego? Y ellos respondieron al rey, es verdad, oh rey. Y el dijo, aquí, yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuerpo es mejante al hijo de los dioses.
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo y dijo, Adragnosaque, Abednego, siervos, venid altísimos, salid y venid. Entonces Adragnosaque y Abednego salieron en medio del fuego y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes, los concejeros del rey, para mirar a estos varones, como el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado, sus ropas estaban intactas y ni siquiera olor de fuego tenían.
Entonces Nabucodonosor dijo, bendito sea el dios de él, Adragnosaque, Abednego, quien vio su ángel y vino a sus siervos que confiaban en él, y que no cumplieron el edicto del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a otro dios casullos. Por lo tanto, aquí viene el decreto que mencionaba al principio, por lo tanto decreto que todo pueblo, nación o lengua que digiere blasfemia contra el dios de Adragnosaque, Abednego, sea descuartizado de su casa convertida en muradar, por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.
Entonces el rey Nabucodonosor engrandeció a Adragnosaque y bendigo la provincia de Babilonia. Este es un gran ejemplo de como la fe, no solamente el convencimiento, una fe incalentable, una vida espiritual en devoción al señor y no de negación a dios ante las cosas que puedan estar pasando, pueden dar como resultado no solo de beneficio a nosotros. Por ejemplo, en este caso, Adragnosaque y Bendigo tuvieron un beneficio, que fueron engrandecidos en la provincia de Babilonia. Pero no solamente eso, porque eso es algo extra, digámoslo así, lo mayoritariamente importante es que una nación y en ese momento de las más importantes hubo un conocimiento de dios, hubo un decreto, hubo algo allí que la gente empezó a conocer de ese dios.
Yo le invito a usted, mi amigo, mi amigo, mi hermano, mi hermana que me esté escuchando, en el momento en el que usted tenga la oportunidad de hablar de Cristo, no la desaproveche, no la desaproveche porque hay mucha necesidad, a veces no se habla, a veces las personas no lo hablan, las personas no hablan de que necesito de dios, quiero un consejo bíblico, pero hay signos que muestran la necesidad de dios en sus vidas y nosotros tenemos esta luz, debemos de alumbrar esos caminos de oscuridad.
Dios los bendiga grandemente y discúlpenme el tiempo que he tomado, 16 minutos, Dios los bendiga.