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Una pequeña historia sobre el mate y la cultura latinoamericana.
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The podcast host, Luis Giménez, discusses the cultural significance of mate, a traditional drink in Argentina, southern Brazil, Paraguay, and Uruguay. Mate is a unique tea-like infusion that requires specific preparation and is associated with communal and friendship symbols. The mate-making process involves using various utensils and following specific techniques. The host emphasizes the importance of maintaining this tradition as it represents the identity and history of the region. Mate is not only a beverage but also a way to connect with others and share experiences. The host shares personal preferences and memories associated with mate. Buenos días, buenas tardes, buenas noches, cuando sea que escuches este podcast. Bienvenidos y bienvenidas a las pastillitas del Rabdomante. Mi nombre es Luis Giménez, soy cocinero, educador social, argentino, en definitiva, un Rabdomante más que busca desde niño y nunca dejará de buscar. Este espacio intenta recuperar el espíritu de la cultura literaria de Latinoamérica para no olvidar de dónde venimos y la riqueza de su gente. Empezamos. Bueno aquí estamos otra vez después de un tiempo de reflexión, de producción, de buscarle la vuelta otra vez a las historias desde Latinoamérica. Hoy vamos a hablar de un tema de que mucho me preguntan por mi condición de argentino y ese tema es el mate. ¿Qué significa para nosotros el mate? Pues les voy a leer un capítulo de un libro de Margarita Barreto que se llama el mate de su historia y su cultura y dice así. Un hábito común en la Argentina, el sur de Brasil, Paraguay y Uruguay. El mate no se conoce mucho a medida que avanzamos para el norte. En los demás países de América Latina es cosa del pasado y en el resto del mundo un hecho ignorado. Algo exótico que los emigrantes o turistas rioplatenses pasean por el mundo. Respondiendo a la curiosidad de los nativos se preguntan si se chopa o se sopla. El mate es una infusión, un té para decirlo más simplemente. Su particularidad consiste en la forma específica en que se prepara y se toma. Tomar mate no es la misma cosa que tomar un café o un vaso de vino. Tomar mate requiere un clima, un tiempo, un ambiente espiritual definido. No se toma mate en cualquier parte o con cualquiera. No se toma en cualquier parte porque su preparación implica el uso de una batería compuesta de varios utensilios cuyo traslado es complicado. No se toma con cualquiera porque detrás del aparentemente simple acto de tomar un té de forma diferente hay toda una simbología, una trama de significados de comunión y amistad. Tres son los elementos básicos, la hierba, el mate y la bombilla. Con ellos se puede tomar un mate improvisando los otros implementos de apoyo pero existen otros elementos casi tan necesarios como los primeros. La pava o la caldera para calentar el agua, la cervera, el azucarero en las regiones del mate dulce, la cuchara y cervera, el soporte para el mate y desde la segunda mitad del siglo XX el termo. La preparación del mate varía de acuerdo con la región básicamente debido al tamaño del mate que es diferente en la región del plata y hacia el sur. En nuestra región se usa mate chico, en Argentina, se coloca la hierba hasta la mitad, se pone agua caliente, se deja hinchar, se clava la bombilla y se va cebando un mate de cada vez cuidando de que el agua moje la hierba de abajo para arriba. El agua por su parte debe estar caliente pero no hirviendo, se debe apagar el fuego cuando la pava empieza a chillar. Operación complicada. Bueno, en las regiones que usa mate grande, en norte de Argentina, Paraguay y sur de Brasil, el mate se llena hasta el borde de la hierba, se deja hinchar y se ceba cuidando de dejar un copete de hierba seca arriba. Es justamente toda esta técnica lo que hace que el mate no sea un té como cualquier otro. Inclusive se dice cebar mate y no servir, porque cebar da la idea de mantener, alimentar y sustentar algo en estado floreciente, según algunos estudiosos de la semántica. Y los secretos no paran ahí, hay una inclinación cierta para la bombilla, una temperatura ideal del agua, una inclinación cierta para poner el agua dentro del mate. Está prohibido mover la bombilla porque se estropea. Se estropeaba del mate siempre, girando de un lado y del otro la bombilla como si fuera revolviendo un puchero, dice Cortázar en su personaje La Maga en Rayuela. Se toma despacio el mate. En las regiones de mate chico cada cebadura es para una persona. En el sur de Brasil cada persona de la rueda va tomando un trago de la misma cebadura en un mate grande. Al cabo de un tiempo la hierba empieza a perder su sabor, se lava. El primer síntoma de que el mate se lava es que no hace más espuma, y la espuma es lo esencial de un buen mate. Un mate sin espuma es un jardín sin flores. La técnica de cebar el mate dulce es diferente, pero vamos a pasar por alto esa cuestión. El mate se agradece, el mate se termina cuando se dice gracias. El que dice gracias da por finalizada la cebada, o el que está cebando dice me canse, que se ve otro o tomen café. El mate en nuestra tierra, somos nosotros, fue la única tradición realmente autóctona que resistió el tiempo y la colonización. Es más, dominó al colonizador. Llamado bebida de perezosos por algunas, o algunos, inmersa por otros u otras, el mate resistió las presiones y fue rescatado por las jóvenes generaciones. Tenemos por otra parte la suerte de que ninguno de los poderosos del mundo se interesó por llevarse la hierba, ella nos pertenece totalmente. Esta doble exclusividad de producción y consumo nos lleva a reflexionar sobre la necesidad no sólo efectiva, sino social, de mantener el hábito vivo. Debemos llevar el mate en nuestros paseos, en nuestros estados, tomarlo en nuestras horas de descanso. El mate es nuestra tradición, nuestra historia, conservarlo y difundirlo es preservar nuestra identidad. El mate es un comunión, es juntarse, es una excusa para juntarnos. Cuando conocemos a alguien al otro día, le decimos vamos a tomar unos mates, venís a casa o vamos a la tuya, siempre hay una excusa para tomar mate. También se toma solo, también se toma siempre con la pareja, con los hijos. Experiencias muy machistas, algunos hombres hacían que la mujer o la hija le cebaran el mate y con esa enquina que generaba, le echaban el agua por la bombilla pero desde arriba para que le queme. Ahora ya es más, en comunión. Cuando tu hijo toma mate por primera vez, se te pone la piel de gallina, porque es difícil. Yo tuve un padre muy maniático con el mate y soy muy maniático con el mate. Tomo el mate amargo, me gustan los primeros, con una yerba determinada que tenga palo y que haga buen sabor. Mi viejo era bioquímico, técnico químico y me enseñó a que el agua tenía que estar a 82 grados en invierno y 78 en verano y aprendí a hacer el ruido que iba haciendo la pava para darte cuenta de cuándo ya estaba. A lo sumo siempre está el recurso de meterle el dedo, como a muchas otras cosas. Se toma amargo, mi abuela lo tomaba dulce y le ponía azúcar dentro del mate de mi viejo. Era una tragedia, el mate de madera, de palo santo, de calabaza, tomas todos los sabores, no se le puede poner azúcar si no tomas mate dulce, como tampoco se le puede poner yuyitos, que son yuyitos, los yuyitos son las hierbas, manzanilla, café, cacara de naranja, cada uno lo toma como le gusta, pero no puede arruinar el mate de otro, eso es pecado, mortal. Que tomarlo con tus amigos es una excusa para juntarse, para hablar de la vida, de las cosas que nos pasan, de las que queremos que nos pasen, o para solamente tomar mate en silencio. La cultura de compartir, de la comunión, de estar juntos, de poder comulgar con el otro y con los otros, es la no barrera en la puerta de tu casa, lo que invita a una amistad verdadera. Espero que les haya gustado, es una cuestión de identidad y me gusta compartirlo con ustedes. Un beso y hasta la próxima.