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This transcription is a heartfelt reflection on Mexico, expressing a deep connection to the country and its culture. The speaker recalls childhood memories of their mother reciting patriotic lines and their own efforts to learn them. They emphasize that Mexico is more than just a place or its people; it is a land full of beauty, traditions, and mythical stories. The speaker also mentions personal experiences and emotions tied to Mexico, both joyful and sad. Despite their love for the country, they add a touch of irony to their creed. México, creo en ti como en el vértice de un juramento, de las primeras líneas grabadas profundamente en mi memoria, la voz de mi madre recitándolas en el auto, mi esfuerzo constante por aprenderlas yo mismo, la piel erizada, la respiración agitada, la intuición premonitoria a una tragedia. Porque escribes tu nombre con la X que algo tiene de cruz y de calvario. Yo sin saber a bien el significado de calvario, se me figuraban líneas de valientes que además me hablaban a mí mismo, y vaya que quería responderles. México, aprendí, no es solamente un lugar, porque los lugares los erigen pueblos, antes de nosotros los bosques eran bosques, las selvas eran selvas y el suelo, sólo suelo. México es más que geografía e incluso que sus pueblos, numerosos y hermosos como remolinos que revuelven las hojas con el viento. Y es que un pueblo no es sólo aglomeración de gentes, antes de nosotros la tribu era la tribu, la cosecha era cosecha y el cielo, sólo cielo. México es más que un censo aunque se hiciera sobre sus costumbres y probara uno por uno sus platillos, porque una costumbre no es sólo en un lugar, ni con sólo un vestido típico, ni la algarabía, la fiesta, el baile, cantar, los dulces, el pulque, mezcal y tequila y volver a bailar. La costumbre nace de un mito, y el mito de la magia pura, del asombro, de los miedos hondos como dioses iracundos y la esperanza como diosas madres de la tierra. México es esa esquina en donde probé mi primer beso, aquella persona que me devolvió lo perdido aunque bien podría no haberlo hecho, las miradas distantes y ensimismadas que se acompañan por la mañana, los buenos días anónimos que nos arrebatan muchas veces de letargo, de la certeza indubitable con que arropamos muchos de nosotros nuestra soledad. En mi tristeza y con cada alegría se ha tendido sobre mí la sombra de su mapa, traslúcido se ha filtrado a mis adentros el difuso y confuso indicio del tesoro que guarda, de los tiempos que esconde muy dentro, como si viniera de lo profundo de sus minas, como si de las grietas que lleguen hasta los centros de la tierra pudieran brotar las cosechas que hagan los milagros para los que todavía no se reza. México ha sido cada despedida, cada hasta luego y cada pecho incendiado, mis caminos comunes sabidos como los lunares de su espalda, y es también los senderos futuros, y es también los senderos futuros como sirena que se tiende en la espuma. México, patria, no podría rezarte mi credo sin un poco de ironía.