Home Page
cover of Episodio 37
Episodio 37

Episodio 37

JudithJudith

0 followers

00:00-12:51

Nothing to say, yet

Podcastspeechmusicdingdongglockenspielspeech synthesizer

Audio hosting, extended storage and much more

AI Mastering

Transcription

A supernatural entity appears in a house with a hidden treasure, causing tragedy for a family. The narrator's grandmother encounters a mysterious man who offers her gold coins in exchange for a task. The grandmother agrees and the unsettling experiences stop for a while. However, when they move to a new house, strange occurrences continue, including the sighting of a shadow at noon and the appearance of monkeys and skulls. The grandmother believes there is something in the house and tries to dig it up, but is unable to. They eventually leave the house and the grandmother seeks help from a priest. Prayers are said and the disturbances cease for a time. The grandmother continues to have paranormal experiences throughout her life. The narrator shares this story and encourages listeners to make their own judgments. una entidad sobrenatural que se hace presente en una casa con un oscuro tesoro escondido, destinado a desatar tragedias a una familia. Hola qué tal amigos, bienvenidos a otro episodio más de este su podcast Crónicas de lo Inexplicable. La historia del día de hoy es una de las tantas historias que mi abuelita materna le tocó experimentar. Pónganse cómodos y disfruten de esta historia 100% real. Mi mamá tenía 9 años cuando mi abuelita se había vuelto a casar. Vivían en una casa en Ciudad de México, en el municipio de Nezahualcóyotl. En aquel entonces había apenas unas cuantas casas. Como todo estaba despoblado, se podía ver a lo lejos una gran avenida, la avenida Chimalhuacán, que estaba más o menos a una milla de la casa, que son 1.6 kilómetros más o menos. Mi mamá solía jugar en el Porsche o Tejabán en frente de su casa. Un día mientras ella jugaba con sus hermanos, vio a lo lejos un señor que venía caminando hacia la casa con un morralito tejido de ixtle, con ropa de manta, unos guaraches de llanta y un sombrero. Cuando llega le dijo a mi mamá, vengo buscando a la señora Dolores, o sea a mi abuelita. Mi mamá entró a la casa a hablarle a mi abuelito. Este salió y le dijo al señor, ¿qué se le ofrece? ¿Para qué la busca, amigo? El señor le dice, le traigo un recado. Mi abuelito le dice a mi mamá, trae un vaso con agua para el señor y él le acercó una silla para que se sentara. Mi mamá entró a la casa, salió con el vaso con agua y cuando se lo da, alcanzó a ver que el señor sacaba del morralito unas monedas grandes, doradas, y se las estaba enseñando a mi abuelito. Este las agarró y aunque mi mamá no escuchó de qué hablaban, se le quedaron muy grabadas, ya que éstas eran grandes y brillantes, más o menos del tamaño de una galleta. Después de un rato, mientras el señor conversaba con mi abuelito, éste se levanta y se despide. Mi mamá agarró el vaso y mi abuelito la silla para acomodarla. Cuando voltean, el señor ya no estaba. Los dos se preguntaron a dónde se había ido. Salieron a ver y no había nadie. Se les hizo muy extraño, porque no habían pasado ni 20 segundos. Prácticamente se había desvanecido. No había rastro de él, ya que no era posible que hubiera llegado a la carretera en tan pocos segundos. Cuando mi abuelita llega, mi abuelito le contó lo de este señor. Al parecer tenía un mensaje específico para ella. El señor traía unas monedas de oro que serían para mi abuelita, a cambio de que ella hiciera una manda. Esa manda consistía en comprar siete sirios o siete veladoras, para llevarlos a una iglesia en específico. Pero esos sirios tenían que ser comprados con dinero de limosnas o con dinero de alguna aportación de alguien más. Como mi abuelita era católica de hueso colorado, estaba decidida a pedir dinero para comprar los sirios, ya que decía que de seguro el señor que había ido en misteriosas circunstancias a su casa estaba relacionado con un incidente que por años ella experimentó. Alguien o algo le susurraba en el oído cosas, cosas que ella no lograba entender, y que ella misma renegaba de eso. Solía hacer corajes diciéndole, ¿qué quieres? Ya déjame en paz, no entiendo lo que me dices. Eso sucedió por mucho tiempo, y ella siempre se refería a eso como el muerto que se le subía y le susurraba en el oído. Todos en la familia solían escucharla decir que ya estaba harta del muerto, que se le subía y le hablaba, pero ella no le entendía nada. Decía que conseguiría ese dinero para comprar los siete sirios y llevarlos a esa iglesia para que la dejara de molestar, que no le importaba lo de las monedas, con que la dejara en paz con eso se daba por bien servida. Consiguió el dinero e hizo la manda, llevó los sirios a la iglesia. Pasaron alrededor de dos años y al parecer esos susurros pararon, pero al ellos mudarse a una casa en un rancho que tenía mi abuelito, en un pueblo cerca de Guanajuato, casa donde mi abuelito había vivido con su primera esposa y donde ella murió dando a luz. Mi abuelita al llegar dijo inmediatamente, aquí espanta, mi mamá la escuchó decirle eso a mi abuelito. Mi abuelita les contaba que a las 12 de la tarde entraba una sombra, incluso mi mamá la llegó a ver en una ocasión y era exactamente a la misma hora. Se veía la silueta de una persona pasar y se desvanecía en una esquina de una de las habitaciones de la casa, donde habían unos velices metálicos. Uno de mis tíos decía que de la cocina salían unos changos y se metían abajo de la cama donde él dormía. Otro de mis tíos veía unas calaveras. Mi mamá dice que ella nunca vio nada, que mis tíos le decían, mira, mira, ahí están, ahí están. Mi mamá no veía absolutamente nada, pero sí logró escuchar en una ocasión el ruido metálico de esos velices, justo donde mi abuelita decía que se desvanecía la sombra. Había unos árboles de jacarandas y que al parecer también ahí era donde uno de mis tíos le decía a mi mamá que ahí estaban los changos. Como mi mamá no veía nada, mi tío le decía, ¿cómo que no los ve? Si ahí están, míralos, tienen los ojos rojos, pero mi mamá nunca los vio. Así como la sombra pasaba a las meras 12 del día, también se le veía regresar a las meras 6 de la tarde, antes de oscurecerse. Todos le decían a mi abuelita que qué afán de estar al pendiente de la sombra, y mi abuelita decía que no era solamente la sombra, sino que también sentía una presencia. En esa casa el piso era de tierra y había que humedecerlo con un poco de agua, era lo que se usaba antes. Mi mamá me cuenta que todos los días amanecía un círculo como cuando dibujas con un dedo en la arena. Por lo general mandaban a mi mamá y a una de sus hermanastras a traer agua para tomar y cocinar. Un día cuando regresan de traer el agua, su hermanastra puso el cántaro en el piso, ahí justo en el lugar donde siempre se dibujaba ese círculo, mientras mi abuelita cocinaba y hacía tortillas. Sin más ni más ella voltea y dice ¿qué pasó? Mi mamá y sus hermanos no se explican a lo que mi abuelita se refería. Voltean y ven que el cántaro estaba quebrado en pedacitos. Sólo quedó el aro, o sea la boca del jarro, justo encima de donde se formaba ese círculo. Y lo más extraño fue que no se escuchó ningún ruido al momento que se quebró, pues el material era un tipo de arcilla o barro. Se debió haber escuchado al momento de quebrarse. Mi abuelita decía ven, no estoy alucinando, algo hay aquí, hay que bendecir la casa. Consiguió un señor que sabía cómo hacer limpias y armonizar casas. Él llegó con incienso y empezó a hacer la limpia, pero en cuanto entró a la cocina dijo aquí hay algo, justo donde estaba ese círculo. Dijo aquí hay dinero, hay que escarbar, pero si se escarba hay que pagar un precio, porque nada es gratis. Al escuchar esto mi abuelito dijo, esto es para Lola, o sea mi abuelita. El señor de las monedas que vino a darle el recado, esto es de lo que él hablaba. El hermano de mi abuelito y dos tíos empezaron a escarbar justo donde siempre aparecía ese círculo, y mientras ellos hacían eso, mi abuelita rezaba, pues estaba muy temerosa. Cuando ya llevaban casi el metro de profundidad, se percatan de que hay algo. Se ve claramente que es un contenedor metálico o algo por el estilo. En eso mi tío dijo, ya fregamos, y cuando trató de jalar aquello, se quedó con la agarradera en la mano, y ya no pudieron seguir escarbando, porque la tierra tenía raíces. La tierra estaba dura y totalmente compactada, que por más que trataron, ya no se pudo escarbar más. Mi abuelita dijo, no, no, esto es una señal, vámonos, dejen eso así. Después de este evento, se fueron de esa casa, pues mi abuelita ya no quiso vivir ahí. Pasaron unos años y un día salió la plática acerca de esos changos que mi tío veía. En su momento no se dijo nada, pues ellos tenían miedo. Mis dos tíos, el que veía los changos y el que veía las calaveras, nunca se lo dijeron a mi abuelita, ya que pensaban que los tacharían de locos. Cuando mi abuelito se enteró de esto, dijo, esos changos siempre han estado ahí, desde que vivía Catalina, o sea, su primera esposa, la que murió en el parto en esa casa. Dice mi abuelito que él la escuchaba a ella, a su esposa, que los mencionaba, y esto lo corroboró su hijo mayor, también la escuchó decir lo mismo, pero su esposa le decía que ella no era, que ella no le hablaba. Esto confundía mucho a mi abuelita, entonces decide ir con un sacerdote y contarle todo esto. El sacerdote le dijo que no hiciera caso, que eso que él escuchaba no era su esposa, que era un demonio tratando de confundirlo. Mi abuelita se entera de todo esto, fue a la iglesia, a la misma donde llevó los siete sirios y le contó al padre toda la historia. El padre le pidió que hiciera unas oraciones para que sea lo que fuera descansar en paz y que protegiera su casa. Estas oraciones funcionaron por un tiempo, pues mi abuelita toda su vida fue perseguida por todo tipo de entidades, no importaba dónde estuviera, pues ella tenía esa sensibilidad de ver o sentir cosas, pero esas son otras historias. Recuerden amigos que yo sólo transmito las historias que ustedes me hacen llegar, yo no trato de convencerlos de creer en nada, juzguen ustedes, son los que tienen la última palabra. Espero que la historia les haya parecido interesante. No olviden seguirme en las diferentes plataformas de podcast Spotify, Apple y Amazon Music, donde recibirán notificaciones cada vez que salga un nuevo episodio. Síganme en mis redes sociales Instagram, TikTok y YouTube como unexplained.enigma. Mi Facebook, Chronicles of the Unexplained, Twitter, Unexplained Page, donde comparto fotos, vídeos y contenido de índole paranormal. Gracias y nos escuchamos en el próximo episodio.

Listen Next

Other Creators