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Estefania Nefertari Ramos, encargada de la música. Juan Pablo Preciado Mendoza, encargado de la edición. Y Miguel Alejandro Obaca Arias, encargado de la lectura. Fuego Durante años, la humanidad ha desarrollado una fascinación con el fuego. Uno de los descubrimientos más antiguos e importantes. Sus excentricidades, la agromadora capacidad de destruir y construir. Ha sido catalogada como la creadora de la vida o la muerte. Y cada cultura ha tenido su propia interpretación. Desde luego, que en América no sería la excepción. Quizá su culto haya empezado desde antes. Pero sus representaciones más antiguas se han fechado en el preclásico tardío. Del 400 a.C. al 200 d.C. Hasta la llegada de los españoles. Pero a lo largo del tiempo, se ha mostrado de diferentes formas. Pero siempre con un bracero en la cabeza para contener el fuego. Sentado, con un cuerpo flácido y cara arrugada. Tan presente fue, que se han encontrado 153 figuras en Teotihuacán. Los celebran en fiestas y rituales. Además de que también ofrecían comida y otros regalos para demostrarle su respeto y su gratitud. Los sacerdotes hacían grandes fogazas en su honor. Y también hacían danzas y cantos. Creían que al alimentar el fuego sagrado, estaban asegurando que el ciclo de la vida continúe. Era representado como un señor de la tercera edad. El más viejo y sabio de todos los dioses. Pues su nombre significa literalmente, Dios Viejo. Con el bracero de arriba de su cabeza, representando los cuatro rumbos del universo. En el corazón de Mesoamérica, hace muchísimos años, nace un dios de entre las llamas. Huehuetepl. El dios del fuego, caza y sabiduría. Se creía que Huehuetepl había nacido de una gran explosión. Que creó la tierra formando montañas y valles. Las personas pensaban que él era el responsable de darle vida al mundo gracias a su poderoso fuego. Al ser tan viejo, era un dios al que temer. Su apariencia personificaba a un anciano. Reflejando su sabiduría. Generalmente con los brazos cruzados o reposando en sus piernas. Una figura relajada que a la vez demuestra fuerza. Denotando que no te debes de meter con él, las piernas cruzadas parecería que descansa o espera algo. Poema a Huehuetepl. En la oscuridad de la noche ardiente, se alza la llama de Huehuetepl. Dios de fuego, que en la tierra habita. Eterno guardián de la luz divina. Sus llamas danzan con podería encendida. Iluminando los caminos del alma. En su fuego encontramos la vida. En su calor, la eterna calma. Que su fuego sagrado nos guíe siempre. Que su luz nos traiga sabiduría. Huehuetepl, dios de fuego eterno. En nuestro corazón, tu llama arde día tras día.

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