The twelfth chapter of Hebrews discusses the Christian life as a race, emphasizing the need to let go of burdens and sins that can hinder our progress. It highlights the example of the Israelites who started their journey but not all finished. The goal is to reach the throne of God and reign with Him. Opposition and discipline are part of the journey and help us grow in holiness. God's discipline is for our benefit and character development. The passage encourages endurance and reminds us that without holiness, no one will see the Lord.
El capĂtulo doce de Hebreos comienza con la palabra PORTANTO, que lo conecta con sombras de fe del capĂtulo doce, PORTANTO NOSOTROS TAMBIÉN, PIDIENDO DEL RETORNO NUESTRO TAN GRANDE NUBE DE DESTINOS, EXPOJÉMONOS DE TODO PESO Y DEL PECADO QUE NOS ENREDA, Y CORREMOS CON PACIENCIA LA CARRERA QUE TENEMOS POR DELANTE. AquĂ la vida cristiana se describe como una carrera. Uno no corre una carrera con la mochila y esperando ganar el premio. Una vez más se supone que no todos los cristianos terminarán la carrera que comenzaron.
El ejemplo principal del Antiguo Testamento, por supuesto, se ve en el caso de los iranĂes bajo el mando de MoisĂ©s. Todos ellos salieron de Egipto cuando comenzaron su carrera hacia la tierra prometida, pero solo CalĂficos suelen terminar una carrera. PermĂtanme decir normalmente que no se trata de la salvaciĂłn, sino de alcanzar la primera resurrecciĂłn como vencedor. Todos los cristianos, por definiciĂłn, han comenzado la carrera por medio de la fiesta de la Pascua. Algunos se detuvieron en el camino, pero otros tambiĂ©n superaron al SinalĂ, donde experimentaron PentecostĂ©s o la llena del EspĂritu Santo.
Pero, Âżcuántos terminarán realmente la carrera y recibirán el premio de la fiesta de los Tabernáculos al final? Mi libro de Hebreos, por supuesto, es un libro sobre inmigraciĂłn. Por definiciĂłn, un hebreo es un inmigrante, pues ese es el significado del tĂ©rmino. Israel emigrĂł de Egipto a Canaán, Abraham fue un inmigrante hebreo de Ur a Canaán. Como cristianos debemos inmigrar, recordarĂsimo a la manifestaciĂłn plena de los hijos de Dios. Mi libro de Hebreos fue escrito como una pasiĂłn a la creaciĂłn.
Como cualquier carrera, este viaje requiere que despojĂ©monos de todo peso que podrĂa agotarnos espiritualmente y evitar que terminemos la carrera. La meta de JesĂşs, como leemos en el versĂculo dos, pues dos, los ojos en JesĂşs, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto dentro de Él sufriĂł la cruz, menospreciando el oponio, y se sentĂł a la diestra del trono de Dios. JesĂşs ya ha hecho este viaje, Él ya ha corrido esta carrera, Él nos ha mostrado el camino a todos nosotros.
Él ha demostrado que esta no es una carrera fácil, pero tambiĂ©n ha demostrado que es un viaje hacia el mismĂsimo trono de Dios. En otras palabras, aquellos que terminan esta carrera son los que están destinados al trono y quienes reinarán con Él. Esta es la recompensa del vencedor. A los que comienzan esta carrera se les da la ciudadanĂa en el reino, pero a los que terminan la carrera se les hace gobernantes con diversas posiciones de autoridad.
Considerad, pues, a aquel que sufriĂł tal hostilidad de los pecadores contra sĂ mismo, para que no os cansĂ©is ni os desanimĂ©is. Hay muchos obstáculos en esta carrera, particularmente en forma de hostilidad de los pecadores. Hay muchos incrĂ©dulos que harán todo lo posible para evitar que termines la carrera, tal como intentaron evitar que JesĂşs cumpliera su llamado. Aun asĂ, la misma oposiciĂłn que JesĂşs encontrĂł se convirtiĂł en herramienta involuntaria por la cual JesĂşs pudo cumplir su llamado en una cruz.
Sus enemigos pensaron que podĂan detenerlo crucificándolo, pero si hubieran conocido las Escrituras, habrĂan visto que estaban haciendo ciegamente precisamente lo que era necesario para completar su llamado mesiánico. Lo mismo sucede con nosotros, a que puede impedirnos que cumplamos nuestro llamado. Toda oposiciĂłn sĂłlo puede ayudarnos a triunfar. Aquellos que se oponen a nosotros sĂłlo pueden despojarnos de nuestras mochilas y de todos los estorbo. SĂłlo pueden ayudar a crucificar la carne. Nuestros enemigos, por tanto, sirven a propĂłsitos virus, tanto como lo hicieron con JesĂşs en su crucifixiĂłn.
Verso 4, Aun no habĂ©is resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado, ni habĂ©is olvidado la exhortaciĂłn que como Hijo se os dirige. Hijo mĂo, no menospreces la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres arrepentido por Él, porque el Señor es el que ama, disciplina y azota a todo el que recibe por Hijo. Vuelvo al ciclo 4. Es una indicaciĂłn de que esto fue escrito antes del comienzo de la persecuciĂłn romana, que ocurriĂł en julio del año 64 d.
C. Antes de ese momento, la Ăşnica persecuciĂłn grave que habĂan experimentado fue en la mano de los judĂos. Como se lo escriben en el libro de los Hechos, esto muestra tambiĂ©n que el libro de Hebreos bien pudo haber sido escrito por el apĂłstol Pablo, ya que no fue martirizado hasta que comenzaron las persecuciones romanas. Los versĂculos 5 y 6 son citas de la traducciĂłn de la Cetoginta de Proverbios capĂtulo 3 versĂculos 11 y 12, el uso que hace SalomĂłn del tĂ©rmino mi hijo es profĂ©tico respecto de la manera en que una persona llega a ser hijo.
Mientras que la Pascua crea un hijo espiritual, Bebe, PentecostĂ©s está diseñado para disciplinar a ese hijo por la ley hasta el momento en que llegue a la madurez completa de la fiesta de los tabernáculos. De modo que la mayor parte de la disciplina divina en la vida cristiana es parte de la experiencia pentecostal de uno y de su viaje hacia la tierra prometida. Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois ilegĂtimos y no hijos.
Hay muchos cristianos que son tan ingenuos que creen que cualquier disciplina que reciben es una forma de persecuciĂłn demonĂaca. Tales cristianos son como niños inmaduros que piensan que toda disciplina es una apelaciĂłn de su libertad como hijos de Dios. Tienen las recompensas de la apelaciĂłn sin someterse a la disciplina que inculcarĂa el carácter de Cristo en sus corazones. Tales cristianos se sentirán decepcionados al final porque no terminarán la carrera de este lado del Antrono Blanco, ni Dios les dará puesto de autoridad en su reino.
Además, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y nos respetábamos. ÂżPor quĂ© no nos someteremos mucho mejor al Padre de los EspĂritus y viviremos? Porque aquellos por un poco de tiempo no disciplinaban, como a ellos les parecĂa. Pero este, para lo que nos es provechoso, Âżpara quĂ© participemos de su santidad? Las disciplinas de Dios tienen un propĂłsito que participemos de su santidad. Este es el resultado de dejar a un lado todo estorbo. Los estorbos de la carne son las cosas de la carne que creemos que son lo suficientemente importantes como para llevarlas en nuestra mochila.
No comprendemos hasta que estamos bien avanzados en esta carrera que esas cosas carnales, que creemos que son tan importantes para nuestra comodidad, nos impedirán completar esta carrera. Estos obstáculos son a menudo las cosas buenas de la vida. Recuerdo las historias de los pioneros que cruzaron el oeste americano. Empezaron trayendo consigo muchas cosas buenas, pero a lo largo del camino descubrieron que tenĂan que elegir entre esas cosas buenas y continuar su viaje. No podĂan tener ambas cosas y aĂşn asĂ traĂa la esperanza de terminar su viaje.
Lo mismo sucede con la vida cristiana. Esta es la debilidad merendo del mensaje de la prosperidad hoy sin vida. La idea de la prosperidad supone que Dios no disciplina a sus hijos, ni los priva de ninguna cosa buena que quieran llevar en sus mochilas. Pero a Dios le interesa mucho más nuestro carácter que nuestra comodidad o riqueza personal. No es que la riqueza o la propiedad sean malas, lejos de eso. Pero cualquier cosa buena puede ser un estorbo que nos impida terminar la carrera.
Cualquier cosa que sea más importante para nosotros que terminar la carrera es un Ădolo del corazĂłn, independientemente de lo bueno que sea. En definitiva el versĂculo 10 dice que el propĂłsito de la disciplina de Dios es que participemos de su santidad. La santidad no se puede lograr sin disciplina. Evitar la disciplina divina es evitar la santidad. Vemos esto con nuestros hijos naturales cuando pasan por la vida sin disciplina. Es especialmente cierto en el caso de aquellos que nunca han experimentado privaciones ni sufrimiento.
Lo mismo sucede con los hijos espirituales. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero a los hermanos que mediante ella han sido ejercitados les da respecto a posible injusticia. Las disciplinas de Dios difĂcilmente pueden clasificarse como placenteras, pero a largo plazo nos dan carácter. Más especĂficamente, las disciplinas de Dios nos encorajan el carácter de Cristo quien aprendiĂł la obediencia por las cosas que padeciĂł. Hebreos capĂtulo 5 verso 8 nos referencia que aunque era hijo, por lo que padeciĂł aprendiĂł la obediencia.
PentecostĂ©s es el dĂa festivo que abarca las disciplinas de Dios que nos impan a la madurez de la filiaciĂłn plena. El ejemplo de Israel en el desierto es que toda su experiencia fue en el desierto representĂł la fiesta de PentecostĂ©s. Justo antes de morir, MoisĂ©s le dijo a Israel el propĂłsito de su experiencia en el desierto en Deuteronomio capĂtulo 8 versos 2 a 5. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traĂdo Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto para afligirte, para aprobarte, para saber lo que habĂa en tu corazĂłn.
Si habĂas guardado sus mandamientos, y te afligiĂł, y te dejĂł tener hambre, y te sustentĂł con la comida que no conocĂas tĂş, ni tus padres la habĂan conocido. Para hacerte saber que no sĂłlo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. AsĂ sabrás en tu corazĂłn que Jehová tu Dios te disciplinaba como disciplina el hombre a su hijo. El viaje de Israel por el desierto estableciĂł el modelo para la iglesia.
De hecho, el libro de Hechos capĂtulo 7 verso 38 llama a Israel de iglesia en el desierto. No hay un camino rápido desde Egipto hasta la tierra tomadera. La iglesia ha tenido que pasar por sus propias pruebas y hambre en su propio desierto. AsĂ como Israel fue disciplinado bajo MoisĂ©s. Por tanto, fortalecer las manos dĂ©biles y las rodillas paralizados y hacer cintas derechas para huesos pes. Para que el ojo no se descoyunte, sino que sea sanado.
Seguir la paz con todos y la santificación sin la cual nadie verá al Señor. Cuando comprendemos los caminos de Dios y sabemos que Dios es nuestro Padre, entonces podemos empezar a ver que Dios tiene la responsabilidad de capacitarnos para ser como Jesús. Ese entrenamiento puede ser bastante riguroso, como muchos de nosotros sabemos, pero al final vale la pena. El simple conocimiento y la revelación de que los padres son responsables de disciplinar a sus hijos es lo que fortalece nuestras manos en la vida.
No nos impide desanimarnos cuando sufrimos hambre o privaciones. En el versĂculo 13 dice, Haced cintas derechas para vuestros pies. Esto nos habla de nuevo de la carrera que tenemos por delante. Es difĂcil correr cuando el camino está lleno de curvas y vueltas. Si el recorrido de la carrera está lleno de baches, es fácil torcerse el bobillo y desarticularlo. Estas son metáforas de los obstáculos que encontramos en nuestro camino mientras corremos esta carrera. Es mejor elegir un camino liso y recto.
El camino de la vida es el camino de la vida. Es mejor elegir un camino liso y recto en lugar de un terreno irregular. También debemos buscar la paz y la santificación sin las cuales nadie verá a Dios. Por esto es el camino llano a los ojos de Dios. Cuando nos alimentamos de la confrontación y la disputa en lugar de procurar andar en paz con todos los hombres. Fácilmente nos forcemos un tobillo en un terreno tan áspero.
Algunos cristianos piensan que es necesario denunciar a los pecadores y hacerse odiosos para lograr un aire de santidad personal. No amĂ©is al mundo, dicen, mientras blanden sus garrotes. En la medida de lo posible vivamos en paz con todos los hombres, pero no por ello debemos conformarnos con los estándares de moralidad del mundo. En el versĂculo mayor se coloca la santificaciĂłn con paz como parte de la bĂşsqueda del cristiano. La santificaciĂłn o santidad tiene que ver con ser apartado para el servicio divino.
Pero en cierto modo la paz y la santificaciĂłn se equilibran entre sĂ. La paz tiene que ver con vivir en armonĂa con el mundo, pero la santificaciĂłn tiene que ver con ser apartado del mundo. Estos dos conceptos se justaponen para mostrar una paradoja implĂcita entre la unidad y la separaciĂłn. La idea bĂblica de la unidad se representa en el matrimonio, donde los dos son uno, no porque uno absorba al otro, sino porque están unidos en el amor.
Se puede vivir en paz con el mundo sin participar de su estilo de vida moralmente defectuoso. En la medida en que el entorno mundano desprecia la vida de Dios, uno debe ser santificado o apartado para el servicio divino. Mirad que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raĂz de una cura os estorbe y por ella muchos sean contagiados. En el termo nĂşmero veintinueve, Dios hizo un segundo pacto con la casa de Israel al final de sus cuarenta años en el desierto.
En los versĂculos dieciocho y diecinueve, Dios advirtiĂł contra siquiera doce de los egipcios diciendo, No sea que haya entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazĂłn sea parte hoy del Señor nuestro Dios, para Ă©l servir a los dioses de aquellas naciones. Ni haya entre ustedes raĂz que produzca fruto venenoso y ajenjo. Y sucederá que cuando oiga las palabras de esta maldiciĂłn, se gloriará diciendo, Tengo paz. Tengo paz, aunque ante la pierdida de mi corazĂłn, para destruir la tierra regada con la seca.
La palabra traducida como ajenjo es una traducciĂłn errĂłnea, se trata del opio que proviene de la planta de la amapola, roche. El opio es amargo y su adicciĂłn conduce a experiencias amargas, por lo tanto el opio se convirtiĂł en un sĂmbolo de idolatrĂa del corazĂłn, porque impulsaba a los hombres a hacer cosas que la gente normal no harĂa. El opio es como un Dios poderoso que gobierna y controla a la gente en sinterád y hace que la vida sea amarga para sus esclavos.
Uno de los capĂtulos más adelantes de Trono 1932-32 leemos que en la regiĂłn de Sudoma y como raza cultivaba opio. Porque la vida de Sudoma es subir y de los campos de Comorra sus uvas, uvas panosas, roche, amapolas y sus racimos amargos. En lugar de cultivar uvas nutritivas, cultivaban amapolas y cultivaban el comercio de drogas. El opio servĂa para embascarar el dolor, pero no tenĂa la capacidad de curar a nadie. Por eso JeremĂas capĂtulo 8 verso 22 pregunta, Âżno hay bálsamo en Galahad? Un aceite de bálsamo se extrañó en la tierra de Galahad y era conocido por sus potres curativos y se convirtiĂł en un sĂmbolo de la sanaciĂłn divina.
Pero en contraste con JeremĂas capĂtulo 6 verso 14 dice de propio, me han curado la quebrantada de mi pueblo por fuera, diciendo, paz, paz, pero no hay paz. Por este razĂłn Hebreos capĂtulo 12 verso 15 nos advierte contra la raĂz de amargura en nuestro corazĂłn. La referencia fĂsica eran las amapolas y su extracto de opio que tenĂan el poder de enmascarar el problema y aliviar los sĂntomas de la hidraterĂa del corazĂłn. ÂżPero carecĂan del poder de cenar o de liberar a alguien de la hidraterĂa del corazĂłn? Luego en los siguientes versĂculos se presenta a EsaĂş como un ejemplo de alguien con una raĂz de amargura en su corazĂłn.
Para que no haya ningĂşn inmoral, ni un pĂo como EsaĂş, que vendiĂł su primo genitura por una sola comida. Porque sabĂ©is que un despuĂ©s, deseando heredar la bendiciĂłn, fue desechado y no hallĂł ocasiĂłn para el arrepentimiento, aunque lo procurĂł con lágrimas. Aquellos que albergan Ădolos en el corazĂłn pueden derramar lágrimas de arrepentimiento por no haber recibido la promesa, pero se negan a cambiar su forma de actuar. El verdadero arrepentimiento es la señal de que los Ădolos del corazĂłn han caĂdo.
Las lágrimas por sĂ solas sĂłlo representan el deseo de la carne de obtener alguna bendiciĂłn que se les niega como resultado del pecado. EsaĂş era el modelo de todos los hombres de mente carnal, que quieren las bendiciones de Dios sin tener que pagar el precio del arrepentimiento genio. EsaĂş querĂa las bendiciones mientras conservaba el Ădolo de su corazĂłn. Pero no os habĂ©is acercado a un monte que se podĂa palpar, ni a una llama de fuego, ni a tinieblas, ni a un torbellino, ni al sonido de trompeta, ni al sonido de palabras que, los que las oyeron, rogaron que no se les hablase más.
El monte al que se acercaba Israel los dĂas de MoisĂ©s era un monte que se podĂa tocar, porque era un monte carnal. Cuando Dios descendiĂł sobre ese monte, lo hizo acompañado de un sonido prolongado como de trompeta, Ă©xodo capĂtulo 19 verso 16, fuego llamiante, Ă©xodo capĂtulo 19 verso 18 y una nueva estrella, oscura y peligrosa, Ă©xodo capĂtulo 19 verso 16 y capĂtulo 20 verso 21. La visionate morizĂł a los israelitas, de modo que le rogaron a MoisĂ©s que no les hiciera oĂr el resto de la ley.
Éxodo capĂtulo 20 verso 19. El pueblo quedĂł lleno de temor, porque no conocĂan a Dios como MoisĂ©s lo conocĂa. Tememos a lo desconocido. Los israelitas probablemente pensaron que el fuego de Dios los consumirĂa como un fuego eventual, cuando en realidad sĂłlo representaba la clareza divina que consume la carne. MoisĂ©s ya habĂa visto un fuego asĂ en la zarza oriente, en Ă©xodo capĂtulo 3 verso 2. HabĂa aprendido por experiencia que el fuego no era del tipo carnal, pues vio que no consumĂa la zarza misma.
Pero el pueblo tenĂa miedo, asĂ que MoisĂ©s tuvo que subir solo al monte para escuchar a Dios, y regresar y decir al pueblo lo que Dios habĂa dicho. Esto creĂł el problema de que el pueblo se negaba a escuchar la voz de Dios, junto con su consecuencia, la falta de fe, que viene por el oĂdo. Porque no podĂan soportar la orden, si un animal toca el monte, será apedreado. Esta orden fue dada en Ă©xodo capĂtulo 19 verso 12, y se construyeron marcadores de lĂmites para evitar que la gente tocara el monte antes de 20 costes.
Estos marcadores de lĂmites todavĂa se encuentran en la base de Jabal al-Naus, noruego del Golfo de Aqaba en Arabia Saudita. Pablo dice en Veratas capĂtulo 4 verso 25, que el monte SinaĂ estaba ubicado en Arabia. Aquellos que han estado allĂ han tomado fotografĂas del lugar, y han escrito sobre Ă©l en varios libros, como el libro de Gary Williams, de Mount Sinai-Mait, y el libro de Howard Vaughn, de Golfo de Aqaba. Y tan peligro era lo que veĂa que MoisĂ©s dijo, Estoy lleno de temor y temblor.
Éxodo 19-16 dice, Todo el pueblo que estaba en el campamento temblĂł. Al parecer, esto tambiĂ©n incluĂa a MoisĂ©s. La diferencia fue que MoisĂ©s superĂł su miedo y estuvo dispuesto a subir al monte, porque sabĂa que su vida estaba en manos de Dios. Pero vosotros os habĂ©is acercado al monte Sion, a la ciudad de Dios vivo, JerusalĂ©n, la esglesial, a milhares de ángeles, a la congregaciĂłn de los primogĂ©nitos que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espĂritus de los justos hechos ya perfectos, a JesĂşs, el mirador del nuevo pacto, y al sangre social a que habla mejor que la de Abel.
Este es el premio al final de la carrera. El premio no es la antigua JerusalĂ©n, JerusalĂ©n, y no puede ser realidad la promesa. La JerusalĂ©n celestial, la ciudad de Dios divino, es una montaña diferente, una que no se puede tocar casualmente, porque es una montaña espiritual y una ciudad espiritual. La ciudad carnal de JerusalĂ©n no es solo Agar, sino tambiĂ©n es Montesiney, lo dice Pablo en Carataz, capĂtulo 4, versos 25 y 28. Ahora bien, esta Agar es el Montesiney en Arabia, y corresponde a la JerusalĂ©n actual, pues ella está en esclavitud con sus hijos, pero la JerusalĂ©n de arriba es libre, ella es madre de todos nosotros, y vosotros hermanos con Isaac, sois hijos de la promesa.
En la actualidad hay muchos cristianos, especialmente sionistas cristianos, que creen que el objetivo del reino es Agar, JerusalĂ©n, gobernado por ismailitas espirituales, judĂos, que están en esclavitud bajo el antiguo pacto. Entre estos cristianos se han vuelto cada vez más comĂşn pensar que los cristianos se salvan por el nuevo pacto, y los judĂos por el antiguo pacto. Vuestros cristianos condenarĂan a los judĂos a permanecer en esclavitud para siempre con hijos de Agar, afirmando que el nuevo pacto fue dado solo a los no judĂos.
ÂżPero el libro de hebreos fue escrito para el pueblo hebreo? Pablo, Pedro, Santiago y todos los demás cristianos del nuevo pacto en iglesia primitiva eran hebreos. A todos ellos se les exigiĂł que abandonaran el antiguo pacto y se sometieran al nuevo pacto. Su premio era la JerusalĂ©n celestial, no la ciudad antigua. Incluso hay quienes enseñan la llamada teologĂa del doble pacto, que sostiene que los no judĂos se salvan por creer en JesĂşs, mientras que los judĂos se salvan por creer en MoisĂ©s.
Estas personas intentan eximir a los judĂos de aceptar a JesĂşs como el MesĂas, pensando que los judĂos pueden ser salvados por MoisĂ©s y el antiguo pacto. Esta doctrina condena a los judĂos al lago de fuego, pero los hace sentir bien en su camino. Mirad que no desechĂ©is al que habla, porque si aquellos no escaparon cuando rechazaron a aquel que los amonestaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de aquel que amonesta desde el cielo.
Esta admoniciĂłn se remonta a Hebreos 3 y 4, donde el autor mostrĂł cĂłmo Israel se habĂa negado a escuchar su voz en Éxodo 20, 18 al 21. Los israelitas se negaron a cumplir los tĂ©rminos de PentecostĂ©s ese dĂa, y por eso la fiesta se regresĂł por 1480 años, cuando se dio el EspĂritu en Hechos capĂtulo 2. La negativa de Israel a escuchar el resto de la vida llevĂł a toda la naciĂłn a la siguiente desordenada que ha continuado hasta el dĂa de hoy, excepto para aquellos que han podido superar sus efectos.
Sin embargo, la misma ceguera y sordera ha sobrevenido a la iglesia también durante la era de Pentecostés. Si los cristianos se niegan a escuchar su voz durante la fiesta de Pentecostés, ¿cuánto más suspesos estarán? Israel se negó a obedecer la admonición de Moisés de escuchar el resto de la vida, y las consecuencias fueron muy duraderas. Vea también cómo la iglesia se ha negado nuevamente a escuchar el resto de la vida, y observe las consecuencias de su falta de escuchar y obedecer.
Las consecuencias es que la mayorĂa de los cristianos no obedecerán la primera resurrecciĂłn porque no alcanzarán el premio de la tierra prometida, es decir, la fiesta de los tabernáculos. Tendrán que esperar la resurrecciĂłn general, y presentarse ante Dios en el gran trono blanco, donde serán salvos, aunque asĂ como por fuego. 1 Corintios 3, verso 15 Verso 26, y entonces su voz como vio la tierra, pero ahora ha prometido diciendo aĂşn una vez, voy a oĂr temblar no solamente la tierra, sino tambiĂ©n el cielo.
En otras palabras hay un paralelo profético entre el temblor que ocurrió en el monte Sinai, y el temblor final de los cielos, y la tierra ha profetizado en el cielo. Capitulos 2, versos 17 que dicen, porque asà dice Jehová de los ejércitos, dentro de poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra firme. Y haré temblar a todas las naciones, y vendrán la riqueza de todas las naciones, y llenaré de gloria esta casa, dice Jehová de los ejércitos.
En el contexto Dios reclama todo el oro y la plata, verso 8, y luego dice que la gloria de este templo final será mayor que la del anterior, es decir mayor que el templo de Saramón. En su época el pueblo pensaba que Dios estaba hablando del templo que estaban reconstruyendo en ese momento, pero cuando fue dedicado, la gloria de Dios no llenó este templo. Es claro entonces que Dios estaba hablando de un templo futuro, un templo mayor, el que el hombre pudiera construir en Jerusalén.
HablĂł del templo de nuestro cuerpo. De la misma manera, puesto que la plata y el oro no son necesarios como metales fĂsicos para construir ese templo espiritual, es evidente que estos metales son simbĂłlicos. La plata es el metal de la redenciĂłn, y el oro simboliza la naturaleza divina. Este es el material con el que se está construyendo ese templo espiritual. Mientras esto sucede Dios dice que no solo sacudirá la tierra, sino tambiĂ©n los cielos. El propĂłsito de este sacudimiento es hacer que los hombres traigan esta plata y este oro para terminar la obra del templo.
Tal vez la tierra está siendo sacudida incluso ahora para dar forma a las piedras vivas finales que completarán ese templo. Y esta expresiĂłn, aĂşn una vez más, denota la remociĂłn de aquellas cosas que pueden ser movidas, como las cosas creadas, para que puedan permanecer aquellas cosas que son inconmovibles. El propĂłsito de este sarandeo es demoler todas las falsificaciones hechas por el hombre de este nuevo templo. Esto incluirĂa un templo acudido en JerusalĂ©n, si se llegara a construir tal templo, como muchos creen que sucederá.
Pero leemos aquĂ que el propĂłsito de este sarandeo es remover las cosas movibles, como las cosas creadas. El verdadero templo es espiritual hecho de piedras vivas, y está construido sobre el fundamento de los apĂłstoles y los profetas. De Efesios capĂtulo 2 verso 20, cualquier otro templo carnal, hecho de cosas creadas en la tierra, será sacudido y arrojado al suelo. Los cielos tambiĂ©n serán sacudidos esta vez, porque en estos Ăşltimos dĂas los hombres han construido templos espirituales falsos.
AsĂ como templos fĂsicos, estos templos espirituales son varias religiones, denominaciones, Ăłrdenes e iglesias, que están construyendo templos carnales en el espĂritu. Todo lo que no estĂ© construido sobre la piedra angular principal, que es Jesucristo, es un templo carnal, incluso si es espiritual o mĂstico. Cualquier templo mĂstico construido sobre Pedro, Pablo, MarĂa Magdalena, Joseph Smith, Elena de Huay, o cualquier otro lĂder denominacional, caerá antes de que concluya el sarandeo. AsĂ que recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor.
Los que han recibido un reino inconmovible son los que creen en la palabra que se presenta aquĂ en el Libro de Dios. Fue escrita para refutar la idea hebrea comĂşn de que la verdadera religiĂłn se centraba en el templo carnal de JerusalĂ©n. Se aplica igualmente hoy a los que piensan que se construirá otro templo carnal en JerusalĂ©n que sea aceptable a Dios. Los que son piedras vivas en el verdadero templo no serán sacudidos como Dios sacude los cielos y la piedra hoy en dĂa, pero sĂłlo podemos imaginar el gran lamento entre aquellos cuyos templos y reinos carnales comienzan a resquebrajarse y caer mientras Dios los sacude.
ÂżSĂłlo el verdadero templo de Dios sobrevivirá este sanateo? ÂżEsto no significa que todos los no creyentes serán destruidos? Significa que las estructuras carnales que nos han mantenido cordivos de una fe y confianza falsas se derrumbarán, dejándolos libres para convertirse en parte de este verdadero templo. ÂżPor este verdadero templo podemos ofrecer a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia? Esto es lo que describe Pablo en Romanos capĂtulo 12. AsĂ que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios que presentĂ©is vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo agradable a Dios que es vuestro culto racional.
En este verdadero templo nuestros cuerpos son los Ăşnicos sacrificios aceptables que podemos presentar a Dios. Aparte del gran sacrificio de Jesucristo mismo, al presentar nuestros cuerpos como sacrificios, significamos que somos parte del cuerpo de Cristo, y nuestro Dios es fuego consumidor porque Él ha aceptado nuestro sacrificio por fuego y ha consumido la carne completamente como un holocausto. NingĂşn otro sacrificio será jamás aceptable a los ojos de Dios desde la duda cruz. Dios no requerirá que los levitas judĂos vuelvan a sacrificar animales en un templo construido en JerusalĂ©n, porque Dios hizo que el sacrificio y la oblaciĂłn cesaran.
En Daniel capĂtulo 9 verso 27, en el momento en que JesĂşs fue presentado a Dios en su bautismo, el hecho de que los judĂos continuaran sacrificando en el templo durante otros cuarenta años no significa que esos sacrificios fueran aceptables para Dios, tampoco lo serán en la era benedictina. Este reino inconmovible es la mitad de la carrera que estamos corriendo hoy. Terminemos lo que comenzamos en nuestros corazones a travĂ©s de la Pascua. Permitamos que PentecostĂ©s haga su obra de escribir su ley en nuestros corazones, segĂşn los guĂes del EspĂritu.
Sigamos adelante hacia el alto llamamiento de Dios, para que heredemos una mejor resurrecciĂłn y la tierra prometida. Terminemos la carrera que tenemos por delante y no nos distraigamos y nos desviemos del rumbo hacia nuestros pasos. Este es el mensaje del libro de Hebreos. SubtĂtulos realizados por la comunidad de Amara.org