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Predicación del domingo 11 de febrero de 2024 Horizonte Tequisquiapan Predicador: Roger Domínguez
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Predicación del domingo 11 de febrero de 2024 Horizonte Tequisquiapan Predicador: Roger Domínguez
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Predicación del domingo 11 de febrero de 2024 Horizonte Tequisquiapan Predicador: Roger Domínguez
This is a sermon about the attributes of God's forgiveness. The speaker focuses on three things that God forgives: iniquity, transgression, and sin. The story of David and Bathsheba is used as an example of how these attributes are seen in someone's life. The speaker emphasizes the importance of recognizing our own faults and seeking God's forgiveness. Somos una iglesia que confía, camina y comunica a Cristo. Acompáñanos domingo a domingo. Te esperamos. El título de hoy es Dios perdonado, un Dios que perdona. Pero vamos a ver tres cosas que el Señor nos perdona, que muchas veces podemos pasar por alto o quizás son palabras que casi ya no las usamos con frecuencia, ¿sabes? Pero vamos a ver tres atributos de Dios esta mañana. El atributo que vamos a ver es un Dios perdonador, un Dios que nos está perdonando. Para eso, acompáñame en tu Biblia a Éxodo capítulo 34 versículo 5. Éxodo capítulo 34 versículo 5. ¿Cómo llegamos ahí? Súper rápido un contexto. Viene el pueblo de Israel de famosa escena. Hicieron otro Dios. Moisés subió a hablar con el Señor, pero ellos no pudieron esperar. Se hicieron un becerro de oro. Entonces Moisés baja y en esta ira santa, él rompe las tablas de los mandamientos que Dios había dado. Entonces el Señor restaura este paso y le pide a Moisés que suba muy de temprano. Y que le abre dos tablas, porque el Señor va a recibir una vez más el pacto que tiene con el pueblo de Israel. Y estando ahí éxodo llegamos a 34 versículo 5. ¿Nos ponemos de pie para leer la palabra del Señor? Cículo 5. Entonces, cuando Moisés subió con las tablas, el Señor, ¿qué es lo que dice? El Señor descendió en la nube y estuvo ahí con él, mientras él equivocaba el nombre del Señor. Entonces pasó el Señor delante de él, de Moisés, y proclamó. El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira, que abundante en misericordia y verdad, que guarda misericordia en millares. Y eso es lo que vamos a estudiar esta mañana. El que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado. Y que no tendrá por inocente al culpable. Que castigue la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los siglos, sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación. ¿Me acompañas a orar? Papá, gracias por esta mañana, mi Dios. Este tiempo es tuyo. Ayúdenos, Señor, a poder abrazar, reconocer nuestra condición, Señor, para poder experimentar que tú eres un Dios perdonador. Que has enviado a tu único Hijo con tu único propósito, Señor, descendernos misericordia y amor. Gracias por este tiempo, mi Dios. En tu nombre oramos. Amén. Y amén. Familia, toma tu lugar, por favor. Antes de darte los tres puntos, recuerda el título es un Dios perdonador. Vamos a ver este atributo de nuestro Dios y vamos a ver de qué es de lo que nuestro Dios nos está perdonando. Pero antes, ¿alguien esta semana, de pura casualidad, prometió algo y no lo cumplió? ¿Alguien? ¿O soy el único pecador aquí en esta iglesia que prometió algo y no lo cumplió? ¿Sabes? ¿O quizás dice, no, yo sí cumplo todo lo que hay? ¿O prestó sus oídos a escuchar rumores? ¿O quizás, bueno, no, Roger, yo no soy chismoso, ok. ¿Manipuló alguna conversación, algún negocio para conseguir un beneficio propio? ¿O quizás, la más común, citó prioridad a Dios y su palabra y tenía cosas más importantes que hacer? ¿O tal vez, tiene rencor hacia alguien? Está ahí, que me las vas a pagar y vas a ver el domingo que te veo en iglesia. Si alguien tiene algo de esto, ¿sí? Vamos a ver lo que Dios tiene que decirnos. ¿Por qué? Porque hoy veremos iniquidad, transgresión y pecado. Que van a describir nuestra condición y que son palabras que actualmente ya casi no usamos. Casi ya pasamos por alto. Pero tienen tanto que enseñarnos a ti y a mí, de parte de Dios, a través de ellas. El mapa del sermón, si tomas notas, es el siguiente. Primero vamos a ver la definición, que es iniquidad, que es transgresión, que es pecado. Después vamos a continuar, contra ti he pecado, y vamos a cerrar con perdón. Así que, vamos a comenzar a definir carnal de ellas, iniquidad. Iniquidad, esta es la palabra, y la traducción se puede traducir como abod, ¿sí? Que quiere decir doblado o torcido, o sea, un camino que no es recto, un camino que se está yendo a chueco. Se puede traducir como maldad, culpa, falta, delito o pecado. Un sentido bíblico, la iniquidad es comportamiento torcido, un camino que no es recto. Que va en contra de lo que aprendemos, de nuestro Dios es su palabra. Ahora, si tomas notas, ¿qué es transgresión? Es la palabra fecha, ¿sí? Que se puede traducir como rebelión, falta, defecto, fraude, ofensa, traición, pecado. Sentido bíblico, ¿qué sería transgresión? Romper la confianza en una relación. Romper nuestra relación con nuestro Señor. Vamos a definir pecado. Pecado es la traducción de la palabra catá aquí o jamartia. Se puede traducir como errar o fallar al blanco. En un sentido bíblico vamos a definir pecado como fallar la meta de amar a Dios y a los demás. Si fue mucha información, las tres, no te preocupes, aquí arriba por Fece que está partiendo un cuadrito, ¿sí? Y un cuadrito que viene los tres visiones, que es iniquidad, transgresión, su palabra no es original. ¿Y qué es lo que se define y que para mí es importante que esta mañana sepas? Que iniquidad es algo torcido, es culpa, es maldad. Transgresión es una rebelión y pecado es fallar, errar en el blanco. Estas palabras pareciera que significan lo mismo, pero no. La iniquidad indica algo que es torcido, es perverso. La transgresión incluye rebelión contra Dios, no querer hacer, no querer saber de Él. Y el pecado significa errar en el blanco, no estar en el propósito de Dios en mi vida. O sea, ando por donde yo quiero menos lo que Dios me dice, ¿sí? La Biblia, y me encanta la palabra, está repleta de personajes que cometieron y que hicieron estos actos en su vida. Y esta mañana, permíteme mostrarte el relato bíblico. Y un claro ejemplo de los muestras cómo lucen estas palabras en la vida de alguien que estuvo con Dios. Esta historia quizá ya la has escuchado, y la encontramos en 2 Samuel capítulo 11. Vamos a ver cómo la iniquidad, la transgresión y el pecado, la vemos plasmada en esta historia que está en nuestra Biblia, que es David y Bethsabeth. Y aquí encontramos, y eso lo vamos a entrar al punto 2, contra ti el pecado. Porque en medio de este pecado es donde describimos los salmos que muchos de nosotros conocemos. Pero antes, acompáñame en tu Biblia ahí, a 2 Samuel capítulo 11. Por cuestiones de tiempo y para no aventarnos todos los capítulos, sígueme en esta narrativa. Pero quizás, por primera vez, la vamos a ver desde la perspectiva de David. ¿Qué es lo que estaba sintiendo, qué es lo que estaba haciendo David en ese momento? Porque a veces decimos, sí, pues no tenía nada que hacer. Pero ¿sabes? Tú y yo hemos estado ahí como David. Permítete ver a través de él. ¿Quién es el que nos dice esta porción en la Biblia? En aquellos tiempos, David dijo, no voy a la batalla. Y mandó a su ejército a la batalla, y él no fue. No quiso ir a la batalla. Paseaba por la terraza de su casa, de su palacio. Y a lo lejos, vio a una mujer bañándose. Entonces, David preguntó por ella, hey, ¿quién es? ¿Sabes? Y le dijeron, ella es Bethsabeth, la mujer de uno de sus guerreros, llamado Urias. Entonces, David con esto, que vio a esta mujer, y ese deseo, no se quedó tranquilo. Y muchos saben qué fue lo que hizo. La mandó a traer a sus aposentos, la mandó a traer a él. Y no solamente para platicar con ella. El sentido bíblico es que durmió con ella. Estuvo con ella. Tiempo después, Bethsabeth se da cuenta que está encinta, que está embarazada, y manda avisar al rey David. Entonces, el rey David, al saber esto, dijo, estamos en problemas. Es una mujer casada, de mis mejores guerreros, que ahorita está peleando por mí, cuando yo debía de estar ahí. Pero me quise quedar. Ok, como jovencito de 18 años, ¿qué le vamos a decir a mis papás? Sí, él siendo el rey. Entonces, checa nada más su iniquidad, su transgresión, y su pecado. Vamos a tener que encubrir esto. Piense como David, ¿cómo le hago? ¿Cómo lo encubro? ¿Cómo le hago para que no sepan que ese hijo es mío? Claro, manda a traer al esposo que duerma con ella. ¡Manda a traer a Odíase a la guerra! Lo manda a traer y le dice, ve a casa, ve con tu esposa. La mañana siguiente, se entera que Odíase no durmió con su esposa. ¿Por qué? Porque él sabe. Dice, señor, ¿cómo puedo yo estar con mi esposa cuando mis hombres están allá en guerra? Entonces, pues se le hace el buen plan a David. Dice, sí, ¿y ahora qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? Ya sé. Hay que emborracharlo. Sí, de seguro ahí ya no hay pierde. Va, lo manda a traer, hace una fiesta con él. Toman y le dice que vaya a su casa. ¿Pero qué creen? Y ya saben la historia. No funcionó. No ganó. Se quedó fuera del palacio. Porque una vez más, ¿cómo puedo estar yo disfrutando de mi esposa cuando mis hombres están en guerra? Entonces, yo siendo David, quiero encubrir mi pecado. Entonces, ¿qué vamos a hacer? Bueno, hay que quitarlo del medio. Manda una carta al capitán del ejército y pide que Urias vaya al frente de la batalla para que él muera. Las personas que iban al frente de una batalla tenían gran probabilidad de no sobrevivir. Y así fue. La orden se exigió y Urias muere. Después del luto de la esposa, David manda a traer a su casa. Dios tiene marido. Ahora puedo hacerme cargo yo sin que esto no se vea mal. Hasta aquí podemos ver, sí, David, el hombre que habla de la Biblia, que tiene un corazón conforme a Dios. ¿Sabes? El rey David traicionó a Urias. Se acostó con su esposa. ¿Qué es? Transgresión. El rey David fue rebelde. Había maldad en él. Mandó matar a Urias. Iniquidad. Y el rey David despreció que Dios, todo lo que Dios le había dado, despreció la palabra de Dios. Pecado. ¿Puedes ver cómo en esto vemos iniquidad, transgresión y pecado? Pero nadie se puede burlar de Dios. Y esto no quedó aquí. Entonces Dios envió al profeta Natán y confrontó al rey David contándole una historia. Que había dos hombres, uno rico y uno pobre. El rico pobre tenía vacas, ovejas. Tenía suficiente. Y había un hombre pobre que tenía una corderita. Que la crió desde chiquita. Con la cual comía, le proveía, dormía en sus aposentos. Era casi una hija para él. Viene un hombre de visita. Y el hombre rico, en lugar de tomar de todo su ganado, va y le quita la corderita de este pobre hombre. Le deja sin nada. Antes de terminar el relato, el rey David se pone muy enojado. Enciende en ira. Y dice, ese hombre tiene que morir. Mira nada más lo que hace Dios. Acompáñame en tu biblia. Segunda de Samuel, capítulo 12, versículo 7. Quiero que veas lo que Dios manda a decir a David. Al escuchar lo que ese hombre había hecho, David se enciende en ira. Y el profeta lo confronta y le dice, ese hombre eres tú. Fíjate lo que le dice Dios, de parte del profeta Natán a David. Entonces Natán dijo a David, tú eres aquel hombre. Así dice el Señor, Dios de Israel. Yo te ungí rey sobre Israel. Te liberé de la mano de Saúl. Yo también entregué a tu cuidado a la casa de tu Señor. Y las mujeres de tu Señor. Y te di la casa de Israel y de Judá. Y si hubiera sido poco, se hubieran añadido más cosas como estas. ¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo malo ante sus ojos? Pecado. ¡Has matado! Iniquidad. A espada a Urias, elitita. Has tomado a su mujer, transgresión, traición, para que sea mujer tuya. Y a él lo has matado con la espada de los amonitas. Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa. Porque has despreciado y has tomado a la mujer de Urias, elitita, para que sea tu mujer. ¡Tómala! David pecó contra Dios. Su iniquidad lo llevó a hacer tantas cosas con tal de encubrir su pecado. Transgresión. Transgredió a las personas cercanas a él. Ese es el pecado, familia. No solo te lastima a ti. Arrastra todo alrededor mientras callas. Tú piensas que una cosita no va a pasar y se va haciendo más grande y más grande. Y ahora buscas otra manera de encubrir tu pecado. Y ahora no sabes qué hacer. Y vas haciendo pecado tras pecado con tal de que nadie te cache. Pero ¿sabes? Bien dice nuestro pastor Quique. La factura de Dios no llega todos los días. Pero llega. Vengamos a la luz. Están tus grupos de vida. Tus grupos de conexión. Donde puedes pelear hombro a hombre. Decir, estoy batallando con esto. He pecado con esto. Ocupo ayuda. Pero chequen lo que dice el versículo 11. Así dice el Señor. Por eso, de tu misma casa levantaré el mal contra ti. Y aún tomaré tus mujeres delante de tus ojos. Y les daré a tus compañeros. Y éste se acostará con sus mujeres a plena luz del día. En verdad, tú lo hiciste en secreto. ¿Recuerdas que David quiso encubrir todo? ¿Y nadie se dio la cuenta en su secreto? Quiere decir que aprendemos algo de aquí. Cuidado con aquellas cosas que haces en lo privado. Y que nadie sabe. Pregunta. Si no está mal, ¿por qué no quieres que nadie se entere? Si no hay nada malo en lo que haces en lo privado. ¿Por qué no quieres que nadie se entere? Y quieres mantenerlo en modo incógnito. Que nadie se entere. ¿Qué de malo tiene que mi esposa tenga mi clave? No hay nada que esconder. Que yo tenga las claves. Hasta mi hija tiene la clave del teléfono. No hay nada que esconder. Cuidado con lo que haces en secreto. Porque el enemigo es especialista en decirte ¡Nadie se va a enterar! Solo somos tú y yo cuando cierran la puerta. Solo somos tú y yo en la oficina. Nadie se va a dar cuenta. Es cuestión de tiempo para que tu pecado te estalle en tu cara. Y dime qué vas a hacer. Checa lo que continúa diciendo el versículo. Pero yo haré esto delante de todo Israel. A plena luz del sol. Entonces David dijo a Natán. He pecado contra el Señor. Y Natán le dijo a David. El Señor ha quitado tu pecado. No morirás. ¿Por qué? Porque reconoció que había pecado contra Dios. No se puso a hacer excusas. Es que él ya estaba ahí. Es que no tenía nada que hacer. No, no, no. No hubo excusas. Fue contra el Señor. Contra el Señor. ¿Qué? Pecado. Y es aquí. Donde el Rey David. Escribe un Salmo. Cuando reconoce su pecado. Varios de aquí. Conocen este Salmo. Cuando el Rey David reconoce que había pecado primeramente. Contra Dios. Contra Orías. Y que necesitaba quitar a la maldad en él. Acompáñame en tu Biblia. Salmo 51. De esta historia. De todo este contexto que te acabo de contar. Es donde sale este Salmo 51. Que muchos hemos visto. O quizás lo hemos experimentado en algún momento de nuestra vida. Como dato importante. En el original. Las palabras transgresión, iniquidad y pecado. Son exactamente las mismas. Que utiliza el Salmo 51. Versículo 1. Dice. Ten. ¿Recuerdas todo lo que he dicho una vez? Fíjate cómo comienza. Ten piedad de mí. Oh Dios. Conforme a tu. Misericordia. David. Conocía quien es Dios. Sabía que había hecho cochinero. Pero sabía que Dios es grande. En misericordia. Conforme a lo inmenso. De tu compasión. Borra mis. Transgresiones. Borra mi rebelión. Borra mi maldad. Versículo 2. Lávame. Por completo de mi maldad. Límpiame de mí. Me encanta que él sabe que el único que puede limpiarlo de su pecado es Dios. No todo lo que él pudo hacer para querer encubrir su pecado. David entiende que él no puede salir de las suyas de su propia mano. Pide ayuda y le dice. Lávame. El único que puede lavarnos familia. El único que puede limpiarnos de nuestra maldad es Cristo. El único que puede limpiarme de tu pecado. Tu pecado. Mi pecado. Se llama. Jesús. Y sabes. Lo hice en una cruz. Por ti. Y por mí. Versículo 3. Porque yo reconozco mis transgresiones. Y mi pecado. Está siempre delante. De mí. Interesante. Reconozco mis transgresiones. ¿Cuándo fue la última vez. Que reconociste. Tus transgresiones. Tu rebelión. Tu fraude. Tu ofensa. Tu traición. Tu pecado. ¿Cuándo fue la última vez. Que dijiste a tu esposa. Perdóname. A tu comadre. A tus padres. A tus hijos. Perdóname. Me equivoqué. Fallé. Reconoce. Que fallamos. Salmo 32 nos dice. Mientras callé. Mi cuerpo se consumió. No he estado tranquilo. No he podido dormir. Porque no he confesado. No he ido a cuentas. Con mi Dios. Contra ti. Contra ti. Solo he pecado. Y he hecho lo malo. Delante de tus ojos. De manera que eres justo. Cuando hablas. Y sin reproche. Cuando juzgas. Versículo 4. Me encanta. Porque nos apunta. Donde fallamos. Y quiero ser claro aquí. No es una invitación para algunos que digan, bueno, si a Dios, que es un gran perdonador, y a mí me gusta pecar, que cada quien haga lo suyo. No es una invitación a eso. Porque entonces no hemos entendido nada. Nuestro pecado, familia, tiene consecuencias. Perdónenme. Nuestro pecado tiene consecuencias. Si tú aún no las tienes, es cuestión de tiempo. Y no es porque vayas a decir, pero ¿por qué Dios permitió esto? Pregunta, ¿quién fue que se metió en eso? ¿Dios te mandó? ¿Y que era la mamá? Vamos con nuestros caminos torcidos, siguiendo nuestra voluntad, siguiendo lo que yo creo que es mejor. Y luego no sale bien y, Señor, ¿por qué? Reconozcamos quién es nuestro Dios. Y aún en medio de tu peor momento, aún en medio de tus caminos torcidos, mi Dios, nuestro Dios, sabe perfectamente lo que has hecho. ¿Y qué es lo que te dice? Yo soy el que perdona tu iniquidad, tu transgresión y pecado. Aún en medio de tu peor momento, Dios te dice eso. Esta mañana, ese perdón se extiende para todos nosotros. Dios nos perdona y envió a alguien hace más de dos mil años para pagar con nuestra iniquidad, transgresión y pecado. Y es Jesús. El pecado, familia, es personal. Cada quien va a responder por cada uno de sus actos. Pero el perdón es para todos. Todo aquel que quiera abrazarlo y quiere creer en Cristo Jesús. Cada uno lo recibe al ponerse a cuentas con Dios. Me encanta una definición que lo dice de la siguiente manera. Y aparece aquí arriba. El perdón, fíjate lo que dice. El perdón es quitar la separación o alejamiento producido por el pecado y es la restauración a una nueva relación correcta con Dios. Ese es el perdón, familia. No sé lo que has hecho, no sé lo que... Pero lo quitas y te da una nueva vida, una nueva comunión, un nuevo estado con el Señor. Quizás estás cansado de ir con el Señor y Señor otra vez, ya se me siento indigno, Señor otra vez fallé, se me cae la cara de vergüenza, te prometí qué, pero caí. ¿Sabes? El perdón, abrazar el perdón es quitar todo eso. Y te restaura a una nueva relación correcta con Dios. Esa separación que teníamos, familia, fue quitada por el perdón que recibimos en Cristo. Y para terminar, acompáñenme a Romanos capítulo 5, versículo 8. Un versículo que muchos de aquí tendríamos que tener marcado. Es una joya y nos recuerda todo esto que te acabo de decir. Romanos capítulo 5, versículo 8 en NBLA. Si tienen la misma versión conmigo es la página 1155. Checa lo que dice. Un buen versículo a tener marcado y memorizar y pasar tiempo en él y ver lo que Dios tiene que hablarte. Y me encantan los perros de Dios. O quizás puedes llevar una vida descarriada, rebelde, sin manera de vivir, pero chécate los peros de Dios. Y me encantan y amo los peros de Dios. Llora todo eso, pero Dios demuestra su amor para con nosotros. ¿En qué? ¿En qué muestra su amor para conmigo? ¿Que siendo aún pecadores? Cristo murió por nosotros. Por todos nosotros. Por ti, por ti, por ti, por ti, por ti, por mí. Por todos nosotros. Cristo murió por todos nosotros. Versículo 9. Entonces, mucho más. Habiendo sido ahora justificados. ¿Por qué? Por su sangre, por tu ésta le ganas. Por ahora sí te vas a portar bien. Porque ya agarraste la onda. No, no, no. Somos justificados por su sangre. ¿Qué seremos? Seremos salvos de la ira de Dios por medio de él, por medio de Jesús. Y este versículo me revienta y me vuela la cabeza. Porque imagínate. Si cuando éramos sus enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su hijo. Mucho más. Habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Cuando estabas en tu vida, hundido en la oscuridad, en tu cochinero, en tu peor momento. Dios te rescató y te trajo de las tinieblas a su luz admirable. ¿Cuánto más ahora que le conoces y caminas con él? Si has creído en él, eres llamado su hijo. Por ende, ¿cuánto más va a estar al pendiente de ti? ¿Cuánto más te va a redimir? Ahora seremos salvos por Jesús. Y versículo 11. Y no sólo eso. Sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Porque, por quien ahora hemos recibido la reconciliación. Tú y yo estamos separados de Jesús. Gracias broder. Tú y yo estamos separados de Jesús. Y ahora estamos unidos. ¿Por qué? Porque hemos abrazado ese perdón. Quizás a ti nunca alguien te haya pedido perdón. Y no sepas cómo perdonar. Quizás nunca te has sentido amado y perdonado. Pero Romano, versículo 8, nos dice que por medio de Jesús hemos sido reconciliados. Yo no sé la historia de cada uno de los de aquí. Pero sí sé que eres mi Dios. Y es un Dios perdonador. Un Dios que restaura lo que se había roto. Tanto así, que envió a su único hijo para que tú y yo hoy podamos hablar directamente con él. Abraza el perdón. No importa lo que hayas hecho. No importa lo que haya pasado. Ve a Cristo. O te acuentas con Él. Reconócele como tu Salvador. Y abraza ese perdón. Que es gratis. No tienes que hacer nada. Lo único que tienes que hacer es reconocerlo. ¿Y sabes? Muchas veces, y tontamente, no lo abrazamos o no lo reconocemos por orgullo. Que no, no, no. Lo necesitamos. Seamos humildes. O quizás te sientes inmerecido. Cristo ya no pagó. No te dice que tienes que hacer nada. Abrázalo. ¿Por qué situación no estás abrazando el perdón de Dios? Cuando Dios ya te lo entregó y te dice, ven a mí. Y el enemigo es especialista en ponerte cosas en la mente para que no vengas a Jesús y abraces su perdón. ¿Amén familia? Abracemos el perdón de nuestro Señor. Ve a Él. Ponte a cuentas. ¿Me acompañas a orar? Incline tu rostro. Cierra tus ojos. Y acompáñame a orar. ¿La siguiente oración? También la puedes hacer tuya, si así lo deseas. Y repetir después de mí. ¡Ah! ¡Papá! Lava mi maldad. Perdona mis transgresiones. Quita mi pecado. Mi Dios, líbrame del pecado. Ten misericordia de mí conforme a tu gran amor. Reconozco mi Dios que he pecado. Y solamente y primeramente he pecado contra ti. Y quiero abrazar tu salvación que es en Cristo Jesús. Por tu inmenso amor, crea en mí un corazón limpio. Y renueva mi espíritu. Vuelve a mí el gozo de tu salvación. Quita mi amargura. Quita mi rencor. Quiero abrazarte. Quiero gozarme. Quiero cantar con tu iglesia, Señor. Porque reconozco que tú eres Dios. Y que tú me has salvado y que me has limpiado. Que mi lengua, Señor, te alabe en todo tiempo. Que mis manos sean instrumentos para darte toda la gloria. Gracias, mi Dios, por tu amor y tu perdón. En Cristo Jesús. Amén y Amén. Horizonte Tequisquiapan Somos una iglesia que confía, camina y comunica a Cristo. Acompáñanos domingo a domingo. Te esperamos.