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The chat shares a tomb with his maternal grandparents and an aunt. The tomb is located on a slope and has the name, birth date, and date of death engraved on it. Some families advised against mentioning that the chat was a victim of Eta, but his wife insisted on including it. Eventually, only the name and dates were engraved. Years later, Nerea suggested changing the date on the tombstone, but Vitori refused. Despite the coldness and dirt on the tombstone, Vitori sits on it and talks to the chat, using a plastic square and a scarf as a cushion. She speaks out loud when no one is around and in her thoughts when there are people nearby. El chato comparte tumba con sus abuelos maternos y una tía. La tumba, acostada de un camino en suave pendiente, forma hilera con otras similares. En la lápida figuran el nombre y los apellidos del difunto, la fecha de su nacimiento y la del día en que lo mataron. El mote no. En los días previos al entierro, unas familias de Terezpeitia aconsejaron a Vitori que se astuviera de poner en la lápida alusiones, emblemas o señales que identificasen al chato como víctima de Eta. Así evitaría problemas. Ella protestó, oye, ya la han matado una vez, no creo que lo vuelvan a matar. Y no es que a Vitori se le hubiera pasado por el pensamiento hacer grabar en la lápida una explicación sobre el fallecimiento de su marido. Pero basta que la quieran disuadir una cosa para que se empeñe en ponerla en práctica. Xavier les dio la razón a los parientes, y solo fueron grabados en la lápida el nombre y las fechas. Nerea, por teléfono desde Zaragoza, tuvo la suadía de proponer que falsearan la segunda. Asombro. ¿Cómo? Se me ha ocurrido que en la tumba esté la fecha anterior o la posterior a la del atentado. Xavier se encogió de hombros. Vitori dijo que ni hablar. Pasados unos años, cuando le petanjearon la lápida a Gregorio Ordóñez, que yace a unos 100 metros de la tumba del chato, Nerea, que inoportuna, trajo a colación aquel viejo asunto que en realidad ya tenían todos olvidado. Con la foto del periódico a la vista, a su madre, ¿a dónde vas? He perdido de repente el apetito. El video del piso de su hija, fruncida de ceño, colérica de pisadas y Quique, al tiempo que encendía un cigarrillo, puso los ojos en blanco. La hilera de tumbas se alarga en batería al costado del camino. Lo bueno para Vitori es que, como al borde sobresale dos palmos del suelo, ella se puede sentar sin dificultad sobre la losa. Claro, si llueve, no. En todo caso, como la piedra suele estar fría, y con Lincoln y con la mugre inevitable de los años, ella siempre lleva en el bolso un cuadrado de plástico recortado de una bolsa del supermercado y un pañuelo cuello para usarlo de cojín. Se sienta encima y le cuenta a Chato lo que le tenga que contar. Si hay gente cerca, le habla en pensamiento. Si no hay nadie, que es lo habitual, en el tono quien conversa.