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Desayunando con Jesús El Misterio Revelado

Desayunando con Jesús El Misterio Revelado

Fernando Montoya FrancoFernando Montoya Franco

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El Gran Misterio revelado al Apostol Pablo es "reunir todas las cosas en Cristo Jesús, tanto las de la tierra como las de los cielos", en este Podcast lo vamos a descubrir.

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Transcription

In this transcription, the speaker discusses the revelation of a mystery that Paul mentions in his letter to the Ephesians. The mystery is that everything is in Christ Jesus, including both heavenly and earthly things. The speaker emphasizes that all creation depends on and exists in God, but when humans were separated from God, they became spiritually dead. The speaker explains that living in Christ means recognizing that all good things in life come from God and that any actions we take to draw close to Him are futile without His grace. The speaker also discusses the concept of dispensation, where God provided for His people based on their needs and obedience to laws. However, with the arrival of Christ Jesus, everything is brought together in Him, and having a relationship with Him means having everything. The speaker encourages further exploration of this mystery and its significance in Christian relationships with God. ¡Bendiciones familia! ¡Muy buenos días! Hoy, en Desayunando con Jesús, vamos a continuar revisando el tema que Pablo manifiesta en la carta a los Efesios, donde él dice que Dios le reveló un misterio que ha sido sostenido por el tiempo. Este misterio revelado, dice y afirma el apóstol Pablo, es que todo está en Cristo Jesús. Es decir, reunir todas las cosas en Cristo, tanto las de los cielos como las de la tierra. En el audio anterior revisábamos y veíamos que esto nos lleva hacia el Génesis, donde veíamos que todo fue creado por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, e incluso encontrábamos los papeles de la Trinidad actuando en un solo Dios, tres personas, un solo Dios, y veíamos a Dios Padre, a Dios Espíritu Santo y a Dios Hijo actuando para hacer toda la creación narrada en los tres primeros capítulos del Génesis. Pero sobre todo esto habíamos resaltado que era interesante mirar cómo todo lo creado dependía y estaba en Dios, y existía porque estaba juntamente, conviviendo, estando en Dios y disfrutando de su presencia, de su eternidad, de su esplendor, de sus atributos, es decir, de toda la gloria de Dios. Y llegó el momento de la separación del hombre, y automáticamente, en ese mismo instante en que el hombre es separado de la presencia de Dios, es declarado muerto delante de él. ¿Por qué? Porque en principio, el libre albedrío que manifiesta el hombre tiene una tendencia para hacer el bien o para hacer el mal, pero al dejar de estar en la presencia de Dios, sólo le queda su tendencia de hacer el mal. Por lo tanto, todas las acciones que el hombre crea desde ese mismo instante, que está haciendo para acercarse a Dios, no son tales. Es absolutamente un trapo de inmundicia delante de Dios. Esto es tan duro y tan cruento decirlo, porque nos hemos acostumbrado a veces a tener la idea de que yo puedo lograr hacer algo bueno delante de Dios, o que yo soy bueno, o que tal o cual persona es buena delante de Dios. Entonces, al aprender que vivir en Cristo Jesús significa que estamos en Él, reconocemos que todo el obrar que hay en nuestras vidas proviene de Dios por medio de Su misericordia, y dentro de todo ese fabuloso amor y esa fabulosa expresión de misericordia, está metido ahí un plan perfecto de salvación, que es la gracia de Dios para que nosotros volvamos a estar conectados con Él. Y así podemos entender que si yo tengo algo bueno en la vida, no es que yo he provocado algo bueno en mi vida, es que eso proviene de Dios. Y algo que no es tan bueno a mis ojos, pues todo llevará a un bien porque todas las cosas serán para bien cuando estás en Cristo Jesús. Aunque a nosotros nos parezca extraño, o nos parezca muy fuerte, muy duro, muy difícil, bueno, será posiblemente porque todavía estamos viendo a través de nuestra naturaleza humana, lo que sólo se puede ver a través de la expresión del Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas, lo que hace que se transformen esos momentos en momentos de tensión a momentos de calma, porque en medio de todo el horror que podríamos vivir en nuestras vidas, cuando nos entregamos por entero, por medio de Cristo Jesús, a vivir la voluntad del Padre expresada por medio de su Santo Espíritu, pues encontramos lo que se conoce y la Biblia lo describe como la paz que sobrepasa todo entendimiento. Esto es lo que vamos a seguir revisando y vamos a seguir viendo. Y hoy hemos hecho algunos de los análisis de Juan 3.16 y entendíamos ahora sí por qué Dios amó tanto al mundo. No se trata de un simple hecho de decir, ay extraño a mis hijos y yo los amo y los quiero tener. No, se va mucho más allá, es mucho más inmenso. Pero que posiblemente has estado escuchando muchas mensajes sobre este sentido, que a la final lo que hacen es atenuar el mensaje directo y profundo de Dios para que alguien tenga una introducción, pero que no es tan, tan, tan contundente como cuando lo vives. Porque esto no se trata de solamente de conocer, sino de vivir. Y al decir vivir, estamos hablando de morir primero para vivir en Cristo. Porque si no, no tendría sentido lo que Pablo explica en su carta a los Efesios de lo que se trata este gran misterio revelado que Pablo no deja de denunciarlo en todos sus escritos, que es lo que cambia todo. Porque antes de Cristo, para ir entendiendo más y tener más claro el tema que desarrolla Pablo en el misterio que él afirma, fue revelado hacia él, antes de Cristo Jesús, toda relación con Dios era por medio de la dispensación. ¿A qué me refiero con esto? Dios escoge a un pueblo y le dice, ustedes van a ser el modelo que yo voy a tener para ir mostrando cómo es actuar en mí, hacia ustedes. Ustedes son mi pueblo, yo los escojo, no por ser los mejores, sino porque ustedes me van a servir como ejemplo. De hecho, no son los peores, pero tampoco son unas lumbreras. Pero de hecho, sí son necios y eso es lo que necesito, porque en medio de su necesidad, ustedes van a servirme de ejemplo para que todo el mundo vea que aunque yo les dé por escrito y les ponga, incluso en un ambiente natural humano, toda mi palabra, toda la escritura para explicarles cómo va a ser una relación de ustedes conmigo, ustedes no lo van a poder conseguir. Y esto no es un acto de, digamos así, como de crueldad, sabiendo Dios que no podemos hacerlo, él nos pone a tratar de cumplir mandatos y leyes. No, no, no, no, no. Él lo que hace es establecer la ley mosaica para que el hombre, su pueblo, la gente que está ahí, aprenda que tiene que tener una relación humano humano, pero conforme a reglas que le van a llevar a tener tranquilidad y relaciones duraderas en el ámbito natural humano. Pero de ahí más que esas leyes o el cumplimiento de uno o dos o tres o diez o veinte o cien mandatos que hagas durante toda tu existencia, no te garantizan llegar a él. Que esto es simplemente un modo de preparación, como de incubación, para que cuando llegue el momento justo, cambie todo y empiece a vivirse una nueva relación en Dios. Entonces, antes de Cristo Jesús, tú le pedías dinero, prosperidad, salud, rogabas por ese tipo de provisión de Dios, y Dios dispensaba, por su misericordia dispensa, da, provee. Por ejemplo, el pueblo está en el desierto y se cansan de andar ahí como que comiendo el maná y dicen, no, es que en Egipto estábamos mejor, ahí teníamos puerros y garbanzos y cosas como esas, y aquí sólo maná, maná, maná. Entonces, era como que hablaba el pueblo de Dios por su necesidad y quería mantener y sostener una relación con Dios por medio de la necesidad. Entonces, yo me porto bien, tú me suples mis necesidades. Como yo soy un buen tipo, tú suples mis necesidades. Y si yo me porto mal, tengo un medio de expiación de mis pecados para que me dará cuentas haciendo sacrificios y todo lo que nos han ordenado para mostrar que nosotros podemos volver a restaurar nuestra relación contigo por medio de un sacrificio de un animal. Y esa es la forma más, más, más, más plana en la que se entendió esa relación con Dios. Por eso llega un momento en que Dios le dice al pueblo de Israel, estoy harto de sus sacrificios, me apestan sus sacrificios, no quiero nada de estos, tengo asco de todas estas cosas que ustedes hacen. ¿Por qué? Porque obviamente el desarrollo de la relación que habían entendido hasta ese momento era, yo tengo mi vida, voy a cumplir lo que puedo y lo que no puedo voy a cubrirlo con carneros. Pero mientras tanto, esto en lugar de afavorecer una relación, digamos así, en un modo natural humano entre ellos, en lugar de favorecer o generar más bien, generaba mucho más mal entre ellos. Y por lo tanto Dios dice, no, yo lo que quiero es misericordia quiero de ustedes. Es decir, quiero que ustedes entiendan que no hay nada meritorio en ustedes como para poder decir que tienen el poder o la autoridad para gobernar en sus vidas y hacer lo que ustedes crean como bueno o malo, ni peor aún creen mandatos y leyes que traten de limitar el cumplimiento de lo que yo les he ordenado que haga. Entonces Dios por medio de su dispensación suplía las necesidades. ¿Pero qué pasa con Cristo Jesús? ¿Qué pasa cuando llega Cristo Jesús? Bueno, entonces quieres salud, quieres bienestar, quieres prosperidad, quieres todo lo que me estás pidiendo que te supla, ¿no? Tus necesidades básicas y más, Él reúne todo en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene todo. Entonces quien tiene al Hijo, como dice Pablo, Él es la plenitud de todo en todos. Antes tenías que pedirle a Dios que te supla porque no había una relación en Él, sino que había un abismo de delitos y pecados que separaban tu vida, tu existencia de lo que es la existencia de Dios, poniéndolo en un sentido muy muy planito como para no abrirnos a un tema teológico muy amplio. Pero ahora Él reúne todo en Cristo, por lo tanto quien tiene al Hijo tiene todo. Y ojo con esto, que no estamos hablando solamente del tema físico-material, sino estamos hablando de toda la eternidad con Él. Y esto es lo que hay que seguir analizando cuando miramos este misterio que Pablo argumenta en su carta a los Efesios. Y ahí sí este misterio revelado tiene concordancia y sentido y da toda razón a la Escritura. Porque esta Escritura explica el propósito de la ley natural dada a los judíos en el Sinaí y el propósito de la ley espiritual dada en Cristo Jesús. Y ojo, que no estamos diciendo que la ley de Moisés es una ley menor, no, no son comparables. Pero lo que sí podemos afirmar es que sólo en Cristo Jesús podemos cumplir mandatos. Y ni siquiera nosotros, sino que es por la obra de Cristo Jesús quien es el que hace que cumplamos nosotros los mandatos. Vamos a seguirlo viendo para llegar a ampliar este tema que nos apasiona y que es en verdad la base de toda buena relación cristiana con Dios. Entonces, es claro que Cristo Jesús cuando estuvo entre nosotros explicó el objetivo primordial de su ministerio a los discípulos, quienes tenían mucha dificultad en entenderlo. Y no porque Cristo Jesús no pudiera explicarse a pesar de que Cristo Jesús usó parábolas basadas en las experiencias cotidianas que ellos experimentaban en su forma de vivir, sino porque los discípulos al estar en su forma natural humana de vivir y no tener la llenura del Espíritu Santo de Dios que impartiría a Cristo en ellos, su mente natural, así como la tuya y la mía, antes de conocer a Cristo y estar en Él, no tiene la capacidad de un entendimiento de la sabiduría de Dios expresada en el obrar del Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas. Un ejemplo de esto es cuando Jesucristo pregunta a sus discípulos y les dice, ¿Quién dicen ustedes que quién soy yo? Y Pedro responde de una forma espectacular y le dice, tú eres el Hijo del Altísimo, el Hijo de Dios, el unigénito Hijo de Dios. Y esto es como sorprendente. Tal es así que Cristo Jesús dice, no te lo reveló ni carne ni sangre, Pedro, sino el Espíritu de Dios. Pero minutos más tarde o líneas más abajo, este mismo Pedro, quien le había dicho a Cristo Jesús que es el Hijo unigénito de Dios, le está insinuando a Cristo Jesús que no se entregue, que piense más o menos, poniéndola en una parafraseada al tiempo actual, no te entregues, tenemos mucho que hacer, el ministerio está creciendo, estamos siendo impacto, poniéndola así como para entenderlo en el contexto actual. Y Cristo Jesús le responde categóricamente y le dice, apártate de mí, Satanás. Y esto es la demostración de que hay una ambivalencia aparente, pero que cuando se analiza a través de la relación que están teniendo los discípulos en ese momento en Cristo Jesús, ellos todavía tenían una relación donde Él no había muerto ni resucitado en la cruz, por lo tanto, el antiguo pacto, la antigua forma de ver las cosas todavía estaba en vigencia. Ellos tenían esa visión, yo acá, Dios al otro lado. Lo más cercano que ellos veían en Cristo era que eran dos seres humanos conviviendo y que Él era una persona que estaba sobre todas las cosas creadas, pero que habitaba en medio de ellos como un humano más. Por lo tanto, no es de sorprenderse que también haya habido una respuesta en ese sentido de Pedro. ¿Cuándo es que los apóstoles empiezan a darse cuenta y empiezan a vivir el esplendor de la vida en Cristo Jesús? El momento en que reciben el Espíritu Santo de Dios. Y ahora en este día vamos a ver un poco el tema de Cristo y Nicodemo, que esto es algo que nos enseña muchísimo para poder empezar a darnos cuenta las diferencias, que muchas veces nosotros estamos viviendo como Pedro en su momento, como Nicodemo en su momento, que era una relación de ellos y con Cristo fuera de sus vidas, a pesar de que estaba ahí en ellos, con ellos mejor dicho, en una relación humana que se podían ver, tocar, sentir, pero que no cumplía el propósito real de lo que es la vida, muerte y resurrección de Cristo Jesús, que es transformarnos a nosotros en el templo de Dios donde viene a habitar todo el poder de Dios en nuestra existencia. Pero para hacer esto nosotros tenemos que morir con Cristo en la cruz y ahora Él viva en nosotros para poder, como Adán lleva, de primera mano ser guiados y no cometer el error que ellos cometieron. Entonces, volviendo al punto, Cristo vino a mostrar que el reino de los cielos se ha acercado, que hasta ese tiempo todo se movía bajo la misericordia de Dios y su dispensación, sufriendo las necesidades de cada uno de los que conformaban su pueblo. Ahora había llegado el momento para vivir bajo la gracia de Dios, que es diferente que sólo vivir bajo la misericordia, como ya lo vimos en el audio anterior, por misericordia se da el sol, se mantiene el oxígeno, sale el sol para justos e injustos, dice la palabra de Dios. Entonces, por consiguiente nos queda ahora como primera tarea, guiados por el Espíritu Santo de Dios, redescubrir ante nuestros ojos esta revelación. Para esto se hace necesario entender qué es un hombre natural o carnal y qué es un hombre espiritual. Con este propósito nos vamos a ir a escudriñar las Escrituras, en donde citaremos las palabras de nuestro Señor Jesucristo, donde deja explícitamente indicado a Nicodemo de qué se trata el convertirse en un hombre espiritual. Y vamos a leer lo que dice el texto. Había entre los fariseos un dirigente de los judíos llamado Nicodemo. Este fue una noche a visitar a Jesús y le dice, Rabí, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él. Ojo, vamos a hacer una pausa aquí. Esta declaración de Nicodemo, mirándola desde un punto de vista superficial, y ojo, al decir superficial no digo que sea incorrecto o que no valga la pena, sino que utilizo este término, superficial, en su concepto de ir de la superficie hacia lo profundo, es decir, superficial por arribita. Aclarado con este término, diré que Nicodemo reconoce a Cristo como maestro, como enviado, como alguien quien tiene una intimidad cercana con Dios, pero todo esto gira alrededor de mirar a Jesús como alguien relevante bajo el contexto del pacto que en ese momento se encontraba vigente, que manifestaba una relación de Dios con su pueblo, mediante sus ungidos, sus escogidos, sean estos reyes, profetas, sacerdotes, etc. Y bajo este contexto es que Nicodemo reconoce a Cristo Jesús, y por supuesto como alguien respetable y digno de escuchar y atender. Entonces, en la Escritura nada está puesto por casualidad, y esto es lo que podemos observar en el saludo de Nicodemo, que es lo que le está mostrando, hasta cierto punto, muchísimo respeto a Cristo Jesús. Pero es aún más fascinante la respuesta de Cristo Jesús, que revela a Nicodemo algo que para él es inconcebible. Y le dice, te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios, dijo Jesús. Y Nicodemo le dice, ¿cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? En esta respuesta que le da Jesucristo a Nicodemo, donde le dice, te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios, es un argumento espiritual que bajo la lupa de lo natural no puede ser entendido, y que Nicodemo lo expresa en su réplica al argumento de Cristo Jesús, donde le dice, ¿cómo? Yo no puedo meterme nuevamente en el vientre de mi madre. Y hay que prestarle atención a todo esto, porque normalmente si nosotros no tenemos la guía del Espíritu y la llenura del Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas, trataremos de entender las cosas en nuestro modo natural, y lo único que generaremos es una doctrina que nos hará sentir que estamos bien delante de Dios, pero que en realidad no nos sirve, porque no es el propósito de la revelación que está efectuando el Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas, que no es otra cosa que hacernos conocer la obra maravillosa de Cristo Jesús. Entonces, la reflexión lógica de Nicodemo, desde un punto de vista natural, y estoy seguro que si uno de nosotros hubiera estado en la posición de Nicodemo, hubiéramos hecho posiblemente la misma pregunta, o habíamos dado una respuesta muchísimo más diferente a la de Nicodemo, pero Jesús va más allá de la réplica de Nicodemo, que responde casi de manera sarcástica al argumento de nacer de nuevo planteado por Jesús nuestro Señor, cuando dice, entonces, ¿qué? ¿me tengo que meter nuevamente en el vientre de mi madre para poder nacer de nuevo? Y le dice Cristo Jesús, te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace del cuerpo es cuerpo, lo que nace del Espíritu es Espíritu. No te sorprendas de que haya dicho, tienen que nacer de nuevo. El viento sopla por donde quiere y oye su sonido, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va, lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu. Esta respuesta sí que es magnífica, magistral, espectacular. Yo sólo puedo imaginar la cara de Nicodemo al recibir una respuesta tan impactante como la que le da Cristo Jesús. Lo que nace del cuerpo, el cuerpo es. Lo que nace del Espíritu es Espíritu. Entonces, ¿cómo es esto? ¿Cuerpo, Espíritu? No tenemos un Espíritu, tenemos cuerpo. Es independiente, son dos cosas en una. ¿Cuántas preguntas que pudieron haber pasado por la mente y por sus mentes al escuchar una respuesta tan profunda y tan clara como la que da Cristo Jesús a Nicodemo? Cristo Jesús deja claro que no se trata de mirarlo bajo el contexto natural humano, lo que es del cuerpo es del cuerpo, sino de acuerdo a su enseñanza basada en el accionar del Espíritu Santo de Dios. Algo que es extraño para Nicodemo, ya que en su mente, en su sistema doctrinal o en el sistema que practicaban ellos, para él poder estar cercano a este poder, es decir, al Espíritu de Dios, y estar de acuerdo al antiguo pacto, él necesitaba ser el sumo sacerdote, por así decirlo, y aún así estar previamente aprobado para estar en la presencia de Dios, después de cumplir los requisitos establecidos en la ley, lo que garantizaba solamente estar apenas un momento, muy corto, en la presencia, digamos así, manifestada en el lugar santísimo de Dios. Entonces, aquí se pueden mirar claramente que una cosa es esta vida natural humana, y otra muy distinta, que es la vida espiritual, que es donde el reino de los cielos se ha acercado, porque ya no va a haber esa división entre Dios y la humanidad, porque va a haber el pago del precio justo de la justicia de Dios, porque él no iba a dejar impune todo lo que hicieron Adán y Eva, se iba a pagar el precio, y ahora se iba a unir nuevamente el ingreso a la presencia de Dios. Esto es importante no dejar de mirarlo. Actualmente como estamos, este mundo no tiene acceso. Todas las cosas maravillosas que puedan ocurrir en este plano natural, no son nada delante de lo que es estar de forma espiritual en la presencia de Dios. Algo que ninguno de nosotros puede siquiera imaginar, pero que sabe muy dentro de nosotros, que es algo supremamente más grande, más hermoso, más maravilloso, más perecedero por la eternidad, pero que no lo podemos conseguir si no es por medio de Cristo Jesús, porque si no, no habría ningún propósito de hablar y decir por medio de Ezequiel y de Jeremías que él va a hacer un nuevo pacto, no lo va a hacer conforme al pacto que hizo con sus padres cuando estaba en el desierto clarísimo, lo dice Dios, sino que ahora en Ezequiel dice yo, les quitaré su corazón de piedra, les pondré uno de carne, les infundiré un nuevo espíritu, les daré mi santo espíritu para que ustedes puedan hacer mis mandatos, pero antes de esto, previo a esto, primero los voy a limpiar de toda su inmundicia con agua pura. Cristo le estaba hablando a Nicodemo de una forma en que él entendía, porque Nicodemo ya conocía todo lo que estamos hablando ahora, él conocía los textos de los profetas, para él no era extraño esto, pero si nos quedamos solo viendo en el plano físico vamos a ser igual que ellos, que cada vez que cometen un pecado, digamos así, que no me amerita el sacrificio de un animal, por decirlo así, por ponerlo de una forma doctrinal judía, los llevan y se sumergían, se hacían un baño y sentían que estaban limpios nuevamente delante de Dios, de hecho Cristo mismo les manda a cumplir la ley mosaica a los que se acercan con enfermedades, que te verifique el sumo sacerdote, que te verifique un sacerdote, que te den como quien dice el visto bueno de que has cumplido con los ritos para que puedas manifestar al mundo, que sólo de esa manera entiende que estás limpio y puedan aprobarte, no puedas ser rechazado nuevamente y de hecho ya se vea la sanidad de Dios en tu vida. Pero principalmente lo que hacía Cristo Jesús al sanar, al asegurar milagros, es mostrar señales contundentes de que Él es el Mesías, que Él es el Hijo de Dios, que Él es el Dios encarnado, para todos aquellos que conocían en el ámbito cultural, porque eso es lo maravilloso del pueblo de Israel, que para ellos incluso culturalmente están rodeados de experiencias donde se pueden mirar en la palabra de Dios, en la escritura, todos los hechos y se los puede revisar históricamente, incluso ningún país tiene este tipo de contexto cultural como el de Israel, que hasta en temas culturales está inmiscuido y está involucrado el texto bíblico. Entonces, no es que Cristo Jesús le estaba hablando de una forma extraña a Nicodemo, de hecho Cristo Jesús tenía por costumbre elevar su enseñanza a niveles en que el hombre natural no podía llegar a cumplir, por ejemplo, cuando Él dice, oísteis que fue dicho, no adulterarás, mas yo os digo que aquel que mira a una mujer y la desea, se adulteró con esta en su corazón. Entonces entendamos un poco los dos planos, natural y espiritual. Naturalmente una persona puede decir, yo no soy un adultero, porque no he estado con ninguna otra mujer, no he estado con ningún otro hombre, pero Cristo Jesús, conociendo la naturaleza humana, que puede muy bien presentarse como una fachada de piedad muy bien puesta, dice, no, no se trata de eso, no se trata de que tú creas que estás haciendo algo bueno, se trata de que en verdad estés limpio delante de Dios, y esto no vas a poder lograrlo. ¿Por qué? Porque si miras a una mujer y la deseas, se adulteraste, y esto pasa. No hay un hombre en la tierra que no me diga que no ha hecho eso, hombre o mujer, definitivamente, y más en estos contextos actuales donde las ideologías de género plantean con normalidad este tipo de temas donde ya nadie se extraña de pensamientos tan volátiles como el decir no, no importa, yo soy dueño de mi cuerpo, dueño de mi mente, dueño de todo, entonces por lo tanto no hay ningún problema mientras yo piense, no afecto a nadie. Ese es el grado de, digamos así, de razonamiento que tenemos en un plano natural. Por eso es como inconcebible que diga Dios en esta forma a Cristo Jesús, si miras a alguien y lo deseas, pues en un plano natural dices, bueno, ¿y qué? Si yo no estoy haciendo daño, yo solo la estoy mirando o lo estoy mirando, no hago mal a nadie. No, no, no, no, dice Cristo Jesús, ya obraste, ya es un hecho. Lo que no ves es más contundente de lo que ves, y por eso pone el ejemplo. Cuando dice, el viento sopla por donde quiere, nadie escucha su sonido y nadie sabe a dónde van y de dónde vienen. Lo mismo pasa con todo lo que nace del Espíritu. Ni sabes cómo sucede, pero vas a empezar a tener cumplimiento de mandatos porque tú vas a pensar que tomaste la decisión de hacerlo, porque así de soberbios somos, pensar que tenemos decisiones que hacer, porque nuestra naturaleza, carnal, nunca va a dejar de darnos tregua, siempre va a querer tener el mérito, cuando de lo que se trata aquí, en este punto y en este plano, es no ser meritorio a nada, sino no existir. Y ahí es donde brille a Cristo, pero es Cristo tan hermoso, que es como el viento, no lo ves, pero sigue actuando. Y tú piensas que por respirar, te estás manteniendo con vida porque aparentemente es una decisión racional de tu existencia. Yo respiro para mantenerme vivo. No, respiras porque está implícito, si no respiras, te mueres. Pero así, con todo y eso, pudiendo respirar, si no hubiera oxígeno, te mueres. De la misma forma es el actuar del Espíritu Santo Dios, es lo que le está diciendo Cristo Jesús a Nicodemo, que ya debería entender Nicodemo estos temas. Lo vamos a dejar ahí hasta ahora y lo seguiremos revisando en los próximos podcast. Bendiciones y hasta pronto. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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