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The protagonist in "La Sombra Fuera del Tiempo" continues to take detailed notes of his increasingly frequent and vivid dreams. He considers them valuable from a psychological perspective and treats them as real in his notes. However, rumors circulate about his mental health. Over time, his inhibitions decrease, and his visions become more extensive but still fragmented and incoherent. He dreams of strange buildings, underground passages, giant sealed traps, mosaic pavements, and peculiar utensils. He explores colossal caverns with unfamiliar machinery that produces strange noises. The true horror begins in May 1915 when he sees a living being for the first time. These creatures resemble enormous conical shapes with flexible tentacles and various appendages. One tentacle ends in a balloon-like structure with three large, dark eyes. The head is crowned with four slender, gray pendulums. LA SOMBRA FUERA DEL TIEMPO Capítulo 4 No obstante, continué tomando notas minuciosamente de los sueños extravagantes que me asaltaban, cada vez más frecuentes y más vívidos. Me dije que tales descripciones eran muy valiosas desde el punto de vista psicológico. Mis visiones tenían ese horrible no sé qué de recuerdos dudosos, pero yo hacía lo posible por desechar esta impresión, y lo conseguía. Cuando hablaba de estos fantasmas en mis notas, los trataba como si fueran reales. En cambio, en cualquier otra circunstancia, los apartaba de mí como caprichosos desvarios de la noche, aunque jamás he mencionado tales asuntos en mis conversaciones. Lo cierto es que, como suele suceder en estos casos, la gente había tenido noticia de ello y habían ocurrido ciertas habladorías sobre mi salud mental. Lo gracioso es que estas habladorías circulaban solo entre gente de escasos conocimientos, jamás en una tertulia de médicos o psicólogos. Poca cosa diría aquí sobre mis visiones posteriores a 1914, ya que existen datos e informaciones a disposición de los que decen consultarlos. Es evidente que con el tiempo iba disminuyendo de algún modo la inhibición de mi memoria, puesto que la extensión de mis visiones fue gradualmente en aumento. Aunque seguían siendo fragmentos incoherentes y motivados al parecer. En mis sueños, me pareció adquirir una mayor libertad de movimientos. Flotaba a través de muchos y extraños edificios de piedra, yendo de unos a otros por unos pesadizos subterráneos de inmensas proporciones que parecían construir su vida de acceso habitual. A veces, en el piso de los recintos inferiores, me tropezaba con aquellas gigantescas trampas selladas, de las cuales emergía un aura de amenaza. Veía también unos estanques enormes, pavimentados de mosaico, y unas estancias repletas de curiosos e inexplicables utensilios de mil clases diferentes. Recorría cavernas colosales que contenían maquinarias complicadas, cuyos contornos me resultaban enteramente desconocidos, y que producían un ruido que llegué a percibir solamente después de soñar con ellas durante muchos años. Quiero hacer constar que la vista y el oído son los únicos dos sentidos que he utilizado en este mundo de quimeras. El verdadero horror comenzó en mayo de 1915, cuando vi por primera vez un ser vivo. Esto sucedió antes de que mis estudios pusieran de manifiesto lo que cabía esperar de aquella mezcla de pura ficción y de historias clínicas. Al disminuir mis barreras mentales, empecé a distinguir masas vaporosas en distintas partes del edificio y de las calles. Las visiones se hicieron más consistentes y nítidas, hasta que por fin fui capaz de percibir sus monstruosos perfiles con inquietante facilidad. Era algo así como unos conos enormes, irisdicientes, de unos 3 o 4 metros de altura y otros tantos de diámetro en sus bases. Parecían hechos de alguna sustancia rugosa y semi-elástica. De su vérstice nacían cuatro tentáculos flexibles, cilíndricos, de unos 30 centímetros de espesor y de la misma sustancia rugosa que el resto. Estos tentáculos se retraían a veces hasta casi desaparecer, otras veces se alargaban hasta alcanzar 4 metros de longitud. Dos de ellos terminaban en enormes garras o pinzas. En el extremo del tercero había cuatro apéndices rojos en forma de trompetas. El cuarto terminaba en un globo irregular amarillento de medio metro de diámetro, provisto de tres grandes ojos oscuros situados horizontalmente a su mitad. Y esta cabeza era coronada por cuatro péndulos delgados y grises.