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Nada en una relación tiene que destruirla permanentemente si esta presente el perdón.
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Nada en una relación tiene que destruirla permanentemente si esta presente el perdón.
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Nada en una relación tiene que destruirla permanentemente si esta presente el perdón.
The main ideas from this information are about the values of compassion and forgiveness in a marriage. It emphasizes the need to recognize that both partners are imperfect and will make mistakes. The importance of showing love, grace, and patience towards each other is highlighted, as well as the need to act with compassion and understanding. The idea of having a soft heart and avoiding hardness in the relationship is stressed, and the negative effects of hardness on the relationship are discussed. The importance of maintaining and growing in compassion and forgiveness in marriage is emphasized. Señor, gracias por esta noche, este día para México. Gracias, Señor, porque nos permites reunirnos en tu nombre. Padre, te pido que hoy seas Tú el que hable a nuestras vidas. Señor, que nos enseñes a través de Tu Palabra, que nos corrijas si es necesario, que nos guíes, Padre, que nos des la sabiduría para poner atención, abrir nuestro corazón y abrir nuestros ojos a lo que hoy tienes que decirnos, Señor. Te pido, Padre, que seas Tú el único glorificado esta noche. Se lo pido en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Amén. Listo. Empecemos. Son tres valores los que seguían el día de hoy. Yo trato, realmente no son largos, entonces cuando tomo el libro agrego un poquito más de cosas. Pero vamos a ver, bueno, los principales valores eran sobre la compasión y perdón, ¿verdad? En el libro nos decían, ahorita, bueno, sí puedes, ¿no? Y te lo digo. Nos pongamos a pensar en cosas maravillosas que amamos de nuestra pareja. Cosas que te gustaron de él desde un principio, cuando lo conociste. Esas características que decían, ay, este hombre me vuelve loco, ¿no? O lo amo y por eso quiero estar con él. Piensa en esas cosas que admiras, en esas cosas que te atrajeron a él. Ahora, después de pensar en todo lo maravilloso que es nuestro esposo, después de pensar en que sí, sí lo amamos, ahora vamos a pensar en que esa persona maravillosa de la que nos enamoramos nos va a fallar. Así como nosotras también somos pecadoras, ellos también son pecadores. Entonces, en este momento estamos como pasando de lo ideal a lo real. Estábamos pensando en qué maravilloso, qué hermoso, ¿no? Todo y pensando en cuando nos enamoramos, eso es lo ideal. Pero va a llegar un momento al que lleguemos a lo real. ¿Por qué? Porque esa persona a la que más amamos y esa persona con quien nos comprometimos en nuestra vida es un ser imperfecto. Nos van a fallar de muchas maneras, algunas serias, otras no tan serias, pero de igual manera nosotras también vamos a fallar. Hay un versículo que me llamó la atención en Clesia Seth, está 720, que dice, no hay una sola persona en la tierra que siempre sea buena y nunca peque, ninguna. Así que podemos esperar fracasos de hasta las mejores personas de nuestra vida. Podemos esperar también traiciones de amigas, de personas, de familias, familiares que realmente amamos tanto, pero es lo que Dios nos está diciendo. Nadie en esta tierra siempre es bueno y nunca va a pecar, ¿verdad? Solo Dios es perfecto. Entonces, ¿qué pasa, no? Que esa persona que yo amo, que es mi esposo, ¿verdad? Y que me enamoró, ¿qué pasa cuando nos falla? ¿Qué hacemos entonces cuando nuestra pareja falla? ¿Qué pasa cuando tienen debilidades también o fracasos? ¿O qué pasa cuando él o ella traen a la relación una pena sin sanar, ya sea de su niñez, ya sea de su pasado? Tenemos la opción, claro, de hacerlos sentir mal por sus imperfecciones o podemos también decidir amarlos. Hay un versículo en primera de Pedro 4.8 que dice, el amor cubre multitud de pecados. Nada en una relación se va a tener que destruir permanentemente, ¿verdad? Aun cuando fallemos, fracasemos, no podemos o no es necesario llegar a esa destrucción permanente o al divorcio si siempre está presente el perdón. Por eso es muy importante estos últimos valores y que son los que complementaban a todos los que hemos visto anteriormente la compasión y el perdón. Es lo que habíamos visto al principio. Creo que un buen matrimonio se conforma de dos buenos perdonadores. Perdonadores porque vamos a estar fallando cada rato, ¿no? Entonces, nos va a tocar perdonar y perdonar. No se trata, ojo, chicas, de que hacer lo mismo 100 veces, ¿no? Creo que muchas veces se fallan en diferentes cosas, ¿no? Y es lo que vamos a ver después. Y aparte de la perdón, también va a existir mucho la compasión. Creo que esta compasión es algo que Dios nos llama a todas nosotras porque dice la compasión de Dios se relaciona con misericordia, bondad, paciencia, gracia, amor y perdón. O sea, del mismo modo, la compasión de Dios es lo que le impulsa a actuar y no ser un mero observador pasivo. Lo subrayé porque me llamó la atención eso. La compasión nos lleva a actuar. Entonces, esta compasión de Dios nos llevó a no solo sentir nuestro dolor, como lo vimos, de hecho, el sábado pasado que Jesús pasó por dolor y tristeza, pero no solo sintió nuestro dolor, sino también que proveyó un sacrificio por nuestra culpa y por nuestros pecados, ¿verdad? Cuando envió a su Hijo a morir por nosotras. Entonces, parte de la compasión nos va a llevar al actuar, ¿verdad? Reconocer la compasión que tuvo Dios por nosotras nos va a llevar, entonces, a nosotras compadecernos de nuestro cónyuge. Y esto lo hacemos por obediencia, por amor a Dios, por amor a nuestra pareja. Hay un versículo en Romanos 13.10 que dice, el amor no hace mal a otros. Por eso, el amor cumple con las exigencias de la ley de Dios. O sea, en pocas palabras, el amor siempre dice lo que hay que hacer. Por amor nos vamos a tener que humillar para poder identificarnos con nuestro amado Esposo. Probablemente, tu Esposo está experimentando una vida que no le gustaría estar pasando en estos momentos. O igual a ti, o sea, tú ahorita estás en un momento de tu vida que dices, no quiero estar aquí, no me gustaría estar aquí. Entonces, ese amor nos va a llevar a compadecernos del otro. Por amor vamos a tener que exceder a las exigencias de lo que nos piden, ¿verdad? En muchos de nuestros matrimonios se repite lo mismo. O creo que muchos de nosotros estamos con la misma, ¿cómo te explico? Idea, no idea, más bien, perdón, se me fue la palabra. Yugo desigual, era lo que quería decir. Creo que muchos de nosotros estamos en esto, ¿no? Yugo desigual. Y no tanto porque no conozcan a Dios, pero más bien porque no tienen una relación con Dios, a lo mejor como nosotras la tenemos. Y entonces, esto es algo, chicas, que tenemos que tener muy claro. Porque a veces sí se nos olvida que nuestra relación con Dios no es la misma que la relación que ellos tienen con Dios. Entonces, cuando nuestra pareja va a estar en dolor, ya sea porque fracasaron, ya sea por su propio pecado, por las malas acciones, las malas decisiones que han tenido, nuestro deber va a ser ayudar. Porque si inconscientemente, chicas, puede llegar a pasar que se sientan espiritualmente mejores. Si me explico, o sea, puede ser como que, ay, yo conozco a Dios, entonces yo sé, ¿no? Yo sé lo que se debería estar haciendo, ¿no? Y yo sé lo que es correcto. Entonces, esta como superioridad espiritual, pensamos que por eso tenemos el derecho de juzgar o criticar. Pero es al contrario, o sea, la compasión nos lleva a humillar, no sé si decir, apoyarlos también. O sea, que aun cuando tienen fracasos, aun cuando hayan fallado, etcétera, nosotras vamos a tener que hacer el amor y la gracia de Dios. Nosotras vamos a mostrarles eso a través de Dios, ¿verdad? Está en Colosenses capítulo 3, doce uno, que dice, dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Creo que eso es, perdón, una palabra que nos podría llamar, ¿no?, la atención, paciencia. Más nosotros que dijimos, que ya quiero que mi esposo conozca a Majestad de Dios o que camine con Dios. Dios nos está diciendo todo eso. Necesitamos más compasión, bondad, humildad. Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes. Así que ustedes deben de perdonar a otros. Y sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía. Creo que lo había leído en esta parte del libro como que nosotras seamos hijas de Dios y conozcamos más de Dios. Debería demostrarte nuestra relación con nuestra pareja. O sea, creo que nuestra pareja sí debería sentirse más amada. Sí debería ver en nosotras nuestra bondad, nuestra humildad, nuestra paciencia. ¿Por qué? Porque también, aun cuando fallen, ¿verdad? Ellos, a nosotras, nos va a tener que tocar ser pacientes. ¿Por qué? Porque Dios nos escogió a nosotras. Eso tenemos que tener bien claro. O sea, Dios te escogió a ti para estar con Él y a Él para estar contigo porque nos complementamos. Entonces, perdón, Dios nos va a usar a nosotras para que nosotras podamos ser esas compañeras en el proceso en el que nuestros esposos estén pasando. Y creo que, de igual manera, Dios nos escogió a ellos para que sean nuestros compañeros en el proceso de sanidad que estemos pasando, ¿verdad? Que nosotros no seamos un juez o un obstáculo, ¿verdad? Porque creo que muchas veces el mundo nos enseña que cuando nos ofenden, que cuando estamos nosotras dolidas, nuestro corazón se debe de endurecer. Pero la dureza del corazón, mucho más que el fracaso, es la verdadera asesina de la relación. ¿Entiende eso? O sea, pudiste haber fallado tú, pudo haber fallado tu esposo. Pero no es el fracaso lo que lastima en la relación, es la dureza del corazón. Esa dureza del corazón de, no, es que no quiero perdonar. No, es que no quiero acceder. No, es que no te quiero escuchar. Esa dureza es la que va a asesinar la relación. Es tan fuerte porque está en Mateo 19, 8. Por eso Jesús dijo, perdón, por eso Jesús contestó. Moisés permitió el divorcio solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes. Pero eso jamás fue la intención original de Dios. Y es lo que sabemos. El divorcio jamás ha sido la intención de Dios. Y hasta ahí dijo, bueno, Moisés lo permitió porque había una dureza en nuestros corazones. Qué increíble. Por eso Dios nos está diciendo, la compasión y el perdón van a ser valores que vamos a tener que nosotros mantener y crecer en nuestro matrimonio. Esa compasión de vernos como en sus problemas también, de vernos en sus fracasos también. De compadecernos es como ponernos, creo yo, también en los zapatos de esa persona. Muchas veces también, ¿qué pasa? Probablemente creo que mucho de los problemas en nuestros matrimonios definitivamente es la comunicación, pero también es porque no sabemos a ver lo que significa para ti, lo que es importante para ti o lo que es insignificante para ti. ¿A qué me refiero? A que a lo mejor tu esposo te va a ofender por algo que él hizo, pero que era insignificante para él. Pero para ti no era nada insignificante. Y entonces ahí está la pelea. Y él dice, pero es que, pues, ¿qué tiene de malo esto que estoy haciendo, no? Él te dice, pues, ¿qué tiene de malo? No veo lo malo. Pero tú estás toda enojada porque dices, es que me molesta tanto. O puede ser al contrario, tú hiciste algo que yo no le vi lo malo, ¿verdad? Pues, no, yo no pensé que te fueras a molestar tanto. Cuando él está como de que, no, o sea, para mí eso era muy importante. Y entonces ahí empieza como que eso es discusión. Creo que aquí Dios nos está diciendo, ¿sabes qué? Va a haber momentos en los que, ¿qué pasa? Va a haber insignificantes y va a haber cosas importantes. Y es lo que te quiero enseñar ahorita. O sea, habrá, sí, discusiones en nuestro matrimonio en las que son insignificantes. A veces te encuentras peleando por cosas que dices, ¿esto qué? ¿Verdad? Y cuando sean cosas insignificantes, vamos a tener que aprender a aceptarlas. Aceptarlas. Porque yo sé que hay mujeres, no, o sea, que dicen, es que no soporto que mi esposo no ponga la ropa sucia en el canasto, ¿no? O de que no limpie el agua que cuando sale del baño y deja todo el baño mojado, o sea, cosas insignificantes. Pero, ojo, esto es significante para mí. Por eso yo lo estoy diciendo así. Pero a lo mejor para ti no. Pero no sé si tú ya te lo dijiste, no sé. Si tú ya te lo dijiste saber, ¿verdad? Y hay cosas, esto hablo como ejemplo de insignificante. O sea, como que eso es aceptación. De que, ay, quieres, no sé, que tu esposo te está pidiendo algo realmente insignificante, ahí es en donde Dios nos estaba llamando a tenemos que acceder a las exigencias por el amor. Te lo mencioné anteriormente. O sea, vamos a tener que acceder. Sí, acéptalo. Sí, no pasa nada. Que está enojado y te dijo algo que no debía de haber dicho. Está enojado. O sea, ¿qué vas a hacer? Que si tú te enojaste y tú le vas a decir algo, también, pues, no te va a escuchar. Porque tú, él está enojado, tú estás enojado, esas son cosas insignificantes que van a tener que aceptar. Y entonces, cuando ya es el momento, hablarlo, ¿no? O arreglarlo. Pero, también, ¿qué pasa? Hay cosas importantes. Tú sabes cuáles. Entonces, esas cosas importantes, en este caso, tenemos que tomar acción. O sea, para mí, es algo que yo sí le he dicho ahora. Es que, para mí, lo importante, muy importante, es la educación a mis hijos. ¿Y por qué yo le dije esto? Porque, en un principio, empezamos a tener discusiones por nuestros hijos. Porque está de berrinchudo. Entonces, él lo regaña y a mí no me gusta. O sea, siempre en una pareja va a haber alguien más estricto que el otro. Entonces, en ese caso, pues, yo me sentía mal porque lo regañaba, pero a mí me tocaba obedecer y todo. ¿Pero por qué? Porque no nos estamos poniendo de acuerdo, ni siquiera, de cómo vamos a dirigir a nuestro hijo, de cómo lo vamos a educar. Entonces, esas sí son cosas importantes que debemos de tomar en cuenta en nuestro matrimonio. Y aquí, ¿qué es lo que nos está diciendo? Esto, es que vamos a tomar acción en cosas importantes para sí, de decirle, ¿sabes qué? Esto no lo voy a permitir, ¿sabes qué? Ese insignificante, esto lo vamos a dejar pasar, lo vamos a aceptar, ¿verdad? Porque va a haber debilidades, tanto de su esposo, tanto como tuyas, cosas insignificantes. Así que creo que no nos debemos de enojar por esto. Porque creo que es lo peor que podemos hacer. Usar nuestra fortaleza, es lo que nosotros debemos hacer más bien, o sea, usar nuestra fortaleza para ayudarlo en sus debilidades, ¿verdad? Y como último, para estos valores, están Santiago 2.13 que dice, no habrá compasión. Para quienes no hayan tenido compasión de otros. Pero si ustedes han sido compasivos, Dios será mistericordioso con ustedes cuando los juzguen. Creo que es un tema interesante esto sobre la compasión. Y sobre todo, me llamó mucho la atención este versículo que nunca lo, creo que, a lo mejor yo lo había leído, porque he leído Mateo, pero no, o sea, como que no me haya saltado así esta parte, ¿verdad? Dios permitió el divorcio solo, ¿por qué? Porque había tanta dureza en el corazón de las personas. Probablemente Dios te está hablando a ti, o sea, si tú eres una mujer, que si eres dura de corazón, como dice mi esposo, bueno, a mí no me dice, ¿no? Pero dice la palabra cabezona, ¿con qué cabezona? O sea, nomás hace lo que tú quieres, o no cedes, o no tienes compasión, o no tienes perdón, esto es para nosotros, ¿verdad? Bueno, yo no soy dura de corazón, pero yo sé que Dios lo puso para alguna de nosotros, ¿verdad? Y ahora, santidad. Vamos a ver este valor que es la santidad. Creo que la Biblia define bien santidad como no ser solamente como religioso, sino también ser una persona orientada a la realidad. Una vez estudié un poco sobre eso, sobre la santidad, ¿por qué? Porque creo que muchas personas sienten que santidad significa que no te debes de tomar ni siquiera una copa de vino, que santidad es que, ay, no puedes escuchar otra música que no sea cristiana, santidad es que no puedes jugar a un juego de metal porque, ay, eso es del diablo. Eso no significa santidad. Eso es como religiosidad, ¿no? Son cosas que el humano ha puesto o ha dicho, ¿no? Yo me acuerdo en mi ciudad había iglesias que las mujeres no se podían poner pantalón. Esos son cosas que Dios no menciona nada de eso en la Biblia. Digo, hasta que Jesús tomó vino con sus discípulos, ¿verdad? Pero que si no lo hicieras, no se emborrachan. ¿Verdad? Por eso siempre hay que leer la palabra y ahí saber que lo que dice Dios sobre la santidad, porque Dios nos llama a ser santos, es parte de su voluntad. Hay un versículo en hebreo 12, 14, que dice, busquen la paz con todos y lleven una vida santa, pues sin santidad nadie verá al Señor. Y ese se me hace un versículo muy interesante porque también sé que ha sido un versículo discutido por los teólogos, porque por la parte que dice, sin santidad nadie verá al Señor. Realmente es cierto, sin santidad no veremos al Señor, aun cuando acabamos de ver que nadie es perfecto y que todos pecan. Entonces, ¿realmente qué significa la santidad? O sea, cuando nosotras entregamos nuestro corazón a Jesús, en el momento en que lo reconocimos como nuestro Señor y nuestro Salvador, Dios nos dio la justificación de nuestros pecados, por una sola vez y para siempre. Pero también desde ese momento, Él empezó el proceso de santificación en nuestra vida. Sabemos que aunque Jesús pagó el precio por nuestros pecados, y como creyentes tenemos que tener la certeza de que el pecado ya no tiene poder sobre nuestra vida, pero aún así sabemos que el pecado sigue en nuestra vida porque seguimos de este lado de la tierra. Entonces, por lo tanto, debemos de mantenerlo de continuo y a esto se le llama santificación progresiva. Dije mantenerlo, pero era matarlo. Debemos de matarlo de continuo, muy diferente, ¿verdad? O sea, si el pecado sabemos que sigue en nosotros, debemos de matarlo de continuo, que esto es la santificación progresiva. Esta santificación es a la que Dios nos ha llamado como parte de su voluntad, porque está en Colosantes 3, 9, 10, que dice, creo que no lo entendí poner, pero dice, no se mientan unos a otros porque ustedes ya se han quitado la vieja naturaleza pecaminosa y todos sus actos perversos. Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a Él. Está en Colosantes, te lo repito, capítulo 3, versículos 9 y 10. Entonces, esto es la santificación, es renovarnos poco a poco. ¿Por qué? Porque como creyentes no somos conformados a la imagen de Cristo en un instante. No quiere decir que porque hoy asistí a Cristo en mi corazón, ya soy santa. Claro que no. Nosotras, conforme vamos avanzando en nuestra vida cristiana, experimentamos una transformación progresiva y gradual a su imagen, que esa debe de ser la meta de cada una de nosotras. Parecernos más a Jesús. Por eso nos dicen Colosantes, o sea, nosotros ya nos quitamos nuestra vieja naturaleza y ahora nos vestimos de la nueva naturaleza. Nos renovamos y está tan interesante esto que dice, a medida que aprendemos a conocer a nuestro Creador. Esto es importante porque es algo que cada una de nosotras vamos a experimentar personalmente. Mientras más y más leas de su palabra, mientras más y más tú te irás transformando a su imagen. Esto no es algo que se pueda transferir. Si me explico, o sea, esto es un camino de cada una, ¿verdad? Entre más y más nos llenemos de su palabra, entonces nos vamos a ser santas, como Él nos ha llamado a ser santas. Entonces, ¿qué tiene que ver con el matrimonio? O sea, si en nuestro matrimonio cada uno de los dos valorara la santidad, imagínense, si cada uno de los dos buscábamos la santidad, ¿verdad? Y esto está, nos ponía un ejemplo el endoctrino, ¿qué pasaría? Podríamos confesar y tendríamos también apropiación de los problemas de cada individuo, de cada uno. Tendríamos estímulo implacable hacia el crecimiento y el desarrollo. Abandonaríamos todo lo que interfiera con nuestro amor en el matrimonio. Renunciaríamos de todo y a todo lo que obstruya la verdad. Tendríamos pureza de corazón y no permitiríamos que crezca nuestra relación nadal tóxico, ¿verdad? Entonces, si logramos que en nuestro matrimonio podamos confesarnos todo, y eso lo veíamos el miércoles pasado, confesarnos, ser abiertas con nuestros esposos, ¿verdad? Era uno de los valores que hablábamos sobre la verdad sin decirnos mentiras. Esto habla también como de confesarnos, ¿no? De abrir nuestras almas. Entonces, si logramos esto, si también hacemos, nos hacemos cada uno cargos de nuestros problemas, si nos deshacemos de todo lo que interfiera en nuestro matrimonio, vamos a poder seguir teniendo éxito y vamos a poder seguir avanzando y ganando en nuestro matrimonio. Porque esto debe ser una meta, personalmente, como hijas de Dios, pero también en nuestro matrimonio, buscar la santidad. ¿Para qué? Para que mejoremos primero nosotras. Porque esa es la razón principal, o sea, madurar en nuestro matrimonio. Y eso es que necesitamos estar hambrientas de rectitud, hambrientas de justicia, de hacer las cosas bien. Y es importante, lo mencionaba el doctor, o sea, no hacerlas por alguien más, sino para nosotras mismas. Porque nuestra meta no debe de ser, chicas, cambiar para conseguir que mi esposo me ame. Cambiar para que mi esposo me perdone. Sino nuestra meta debe de ser buscar la santidad por obediencia a Dios, para parecernos más a Cristo, pero también para nosotras mismas, para nuestro propio bien. Porque entonces cuando nos enfoquemos en buscar la santidad a la que Dios nos ha llamado, tenemos dignas de confianza, tenemos plenas, tenemos fieles, tenemos amorosas. Creo que es un valor muy importante la santidad. Y como quedó claro, o sea, esto va a ser un proceso, va a ir siendo un proceso en nuestra vida, que se va a ir dando mientras más y más aprendamos de nuestro creador.