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The author, César Riveros, discusses the omnipresence and impact of cell phones in today's society. Cell phones have taken over various aspects of our lives and have become a tool for work and social interaction. However, their widespread use has come at a high cost - the loss of control over our attention. Companies have developed strategies to keep us glued to our devices, resulting in consequences for our social dynamics and public discourse. The book aims to provide insights into the changes in the information ecosystem, the incentives of companies, and strategies employed by platforms to retain users' attention. It also explores the effects on public and private life and offers potential solutions to develop healthier digital consumption habits. Additionally, the author touches on the potential impact of artificial intelligence on information production and consumption. The book encourages personal, family, and collective reflection on the role of mobile devices in our lives. Mi nombre es César Riveros. Introducción La atención, el bien más escaso y deseado de nuestro tiempo. Si una persona hubiera quedado congelada en el tiempo hace 20 años y hoy despertara para volver al mundo, ¿cuál sería el objeto que más le llamaría la atención? No tengo ninguna duda. Sería el teléfono celular. En primer lugar, por su omnipresencia. Bastaría con mirar cualquier foto de aquellos años y compararla con una de la actualidad para documentar lo brutal que resulta su irrupción. Lo mismo en las calles, en las manos de la gente que camina, que en los estadios de fútbol o en las bodas. Los celulares están presentes en todos lados. En los automóviles, incluso entre quienes conducen. En los autobuses, en las recámaras y en las reuniones de amigos. En los lugares de trabajo y en los de diversión. En los aviones o en los baños. No hay ningún otro objeto que haya sido creado en todo este tiempo, y quizá en varios siglos, que se haya apoderado de tantos espacios en tan corto tiempo. En segundo lugar, el viajero en el tiempo tendría dificultad para asimilar todo lo que este nuevo objeto puede hacer. Tomar fotos y videos, geolocalizar, medir la actividad física y el sueño, buscar información, responder preguntas y de paso, comunicar mediante texto, voz, video, de uno a uno o en grupos. El celular, lo sabemos, se ha comido cientos de objetos que estaban a su alrededor y su tarea expansiva no ha terminado. O realiza desde las tareas más elementales como el papel de un cuaderno de notas o una calculadora, hasta funciones cada vez más especializadas como realizar un electrocardiograma o cumplir con algunas tareas creativas mediante la inteligencia artificial. A través de ese aparato, hoy una persona se puede orientar para conducir, hacer compras físicas y digitales, consultar la cartelera de cine y hasta consumir incluso ahí mismo lo que antes se encontraba en el radio o la televisión. Es una herramienta de trabajo, pero también el objeto en el que se ve reflejada la vida social. El usuario puede saber qué pasa con la vida de aquellos con los que se ha encontrado alguna vez, así como de aquellos con los que estudió, y también lo que ocurre casi en tiempo real con sus seres más cercanos y con extraños. Pero el mayor efecto de este viajero en el tiempo no radicaría en eso, con todo lo impresionante que pueda resultar, sino en descubrir el impacto que ha tenido en la humanidad. Hoy los celulares son para millones de personas lo primero que ven al despertar y lo último que miran antes de dormir. Nadie puede discutir que la vida hoy no se explica sin el celular, las tabletas y los accesorios inteligentes que nos acompañan. Gracias a esos aparatos y su conexión con Internet, la vida en muchos sentidos es más cómoda y mejor. El problema es que este proceso ha tenido un precio muy alto. Hemos perdido el control de nuestra atención, porque la llegada de los celulares y de las pantallas en general ha detonado una guerra en la que empresas dependen de que nuestra mirada se mantenga pegada a esos dispositivos el mayor tiempo posible. Miles de millones de dólares dependen de ello, y por eso, con el paso del tiempo, han encontrado cada vez más y mejores estrategias para capturar nuestra atención. Desde el diseño de aplicaciones que emplean las mismas técnicas de los casinos, hasta la puesta en marcha de todo lo que hoy sabemos sobre economía de la conducta, para lograr la formación de hábitos que nos arraiguen a las distintas plataformas. Es una batalla, pero es una batalla desigual, en la que los usuarios no conocen lo que está detrás ni el conjunto de estrategias que se aplican para retenerlos. Es una guerra notablemente dispareja, que tiene consecuencias concretas en nuestras dinámicas sociales, en nuestras interacciones con los demás, incluso en la forma en que procesamos y discutimos los temas de vida pública que a todos nos afectan. El mundo atraviesa por una gran transformación en la que la atención de cada persona se ha vuelto cada vez más escasa y por eso cada vez más valiosa. Por eso nos enfrentamos a un reto gigante en ese camino. ¿Cómo recuperar la capacidad de poner la atención sobre los temas que nosotros deseamos? En los siguientes capítulos, el lector hará un recorrido en cuatro partes. En la primera, verá cuáles han sido los cambios en el ecosistema de la información que explican cómo llegamos al mundo de las pantallas omnipresentes y permanentes, cuáles son los incentivos que tienen las empresas y cuáles las estrategias que emplean las diversas plataformas para retener las miradas de millones de personas. El recorrido de la primera parte aspira a aportar elementos para entender por qué y cómo funcionan muchas de las plataformas que hoy consumen buena parte del tiempo de cada persona. Dicho recorrido nos conducirá a la segunda parte del libro, en la que se abordan los efectos que esto ha tenido hasta ahora tanto en la vida pública y social como en la esfera de las relaciones privadas. La tercera sección está enfocada en las posibles soluciones. El texto no busca alimentar el pesimismo ni la desesperanza. No es un llamado que por lo demás sería inútil al abandono del mundo digital ni de las redes sociales. No es una condena simplona. Sí es, en contraste, una herramienta para emparejar la cancha, un instrumento que busca estar al servicio de los usuarios para dotarlos de mejores herramientas para navegar por este mundo. De ahí que los capítulos de la tercera parte están orientados a la construcción de mejores hábitos de consumo que permitan desarrollar una dieta de información y entretenimiento digital más sana, en la que sea la voluntad de cada usuario y no el determinismo de las plataformas la que decida el uso y el tiempo dedicado a esos espacios. Finalmente, en la cuarta y última parte, se ofrece al lector un vistazo a los efectos que la llegada de la inteligencia artificial puede tener en la producción, distribución y el consumo de información. Espero que el libro sea una aportación a una pendiente y necesaria reflexión personal, familiar y colectiva sobre el mundo que hoy vivimos y el papel que los dispositivos móviles desempeñan en él y en nuestras vidas. Mario Campos, Ciudad de México, septiembre de 2023.