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Tiempo de Oracion dia 7. Pra

Tiempo de Oracion dia 7. Pra

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The speaker praises and thanks the Lord for guidance and faith. They emphasize the importance of listening to God's voice and being obedient to His will. They mention the story of the valley of dry bones from the book of Ezekiel to illustrate God's ability to bring order and life to seemingly impossible situations. They encourage prioritizing God's kingdom and trusting in His provision. They share their personal experience of staying in a difficult situation and seeing God's faithfulness. They conclude by urging listeners to seek God's guidance and trust His plans for their lives. adoramos Señor. Bueno eres. Gracias porque somos hombres y mujeres entendidas y entendidos Señor, y somos fieles representantes de Ti. Que no se conducen por lo que sienten, por lo que ven, por lo que tienen, por donde están, sino que se conducen por fe, se conducen por el Espíritu, se conducen por la voluntad del Padre, se conducen alineados al propósito. No podemos perder el tiempo, no podemos inventar estrategias, el Señor va a hablar. Lo que tienes que escuchar, el Señor lo va a hablar. No tenemos donde buscar en otro lugar. Marta estaba en sus quiaceres, María estaba escuchando la voz del Padre. Podemos tener muchos quiaceres, podemos estar ocupados en mucha parte del tiempo del día, pero siempre habrá un tiempo para escuchar al Padre. Siempre va a hablar y siempre te va a guiar. Aun cuando estés trabajando, cuando estés duchándote, cuando estés conduciendo, el te va a hablar. Que seamos sensibles a lo que Dios quiere hablarnos, amén. Este tiempo lo has dispuesto, el Señor ha hablado, amén. Este tiempo has venido y has separado, el Señor ha hablado. Aleluya. Te damos gracias, Padre, porque fiel eres tú todo el tiempo y bueno es Dios todo el tiempo. Aleluya. Te damos gracias, Padre. Gracias, Señor. Hemos orado en el nombre de Cristo Jesús, amén. ¿Cuántos le dan un fuerte aplauso al Señor? Dios es un Dios de orden, amén. Tomen su asiento. Vamos a leer aquí en Ezequiel 37, el valle de los huesos secos. Yo sé que todos aquí conocerán esta, y aquí Dios en este, en, sí, vamos 37, Ezequiel 37, del 1 al 14, lo vamos a leer todo. Y el orden de Dios nadie lo puede alterar. Cuando Él ordena, nadie puede mover o cambiar esto. Desde el principio Dios habla, en el principio Dios hizo los cielos y la tierra. Orden, orden. Él trabajaba en un orden. Cuando iba a multiplicar panes y peces, ordenó a las personas. Él trabaja todo bajo un orden. Por eso hoy nos hablaba de esta palabra, pues gloria a Dios. El Señor cuando manda a ordenar, se viene un ejecutar, un multiplicar, un obra, un obrar de su poder. Amén, prepárese. Dile al que está a tu lado, prepárate. ¿A cuánto le gusta una casa ordenada? En el desorden no encontramos nada. Hay caos. Las llaves no las encontramos. ¿Y qué pasa si no encontramos la llave del coche? No nos podemos montar, está el coche ahí, pero no lo podemos usar. Cuando encontramos, podemos montarnos en el coche e ir a hacer la gestión. Diga, hay éxito, hay avance, hay progreso. Lo mismo es nuestra vida delante de Dios. Amén. Del valle de los huesos secos. La mano de Jehová vino sobre mí y me llevó en el espíritu de Jehová. Y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo alrededor. Y es aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo y, por cierto, secos en gran manera. Y me dijo, hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije, señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces, profetiza sobre estos huesos y diles, huesos secos, oíd palabra de Jehová. ¿Qué le dijeron a los huesos secos? Eso es, hermano, lo que nosotros necesitamos. Jehová, oíd palabra de Jehová. Oíd palabra de Dios. Así, el cinco, así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos. He aquí yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros y haré subir sobre vosotros carne. Y os cubriré de piel y pondré en vosotros espíritu y viviréis. Y sabréis que yo soy Jehová. ¿Amé? Siete. Profeticé. Diga, ¿qué hizo ese que? Profetizó. Pues como me fue mandado y hubo un ruido mientras yo profetizaba. Y he aquí un temblor y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré y he aquí tendones sobre ellos y la carne subió. La carne subió. La piel cubrió por encima y la piel cubrió por encima de ellos. Pero no había en ellos espíritu. Y me dijo, profetiza al espíritu. Ahora le tocaba ya no los huesos, ahora al espíritu. Primero profetizó los huesos. Ahora le está profetizando al espíritu. Profetiza al espíritu. Profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu. Así ha dicho Jehová el Señor. Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos y vivirán. Y profeticé como me había mandado. Y entró espíritu en ellos y vivieron y estuvieron sobre sus pies un ejército grande en extremo. ¿Amé? El once. Me dijo luego, hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen, nuestros huesos se secaron y pereció nuestra esperanza. Y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza y diles, así ha dicho Jehová el Señor. He aquí, yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová cuando abra vuestro sepulcro y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío, pueblo mío, y pondré mi espíritu en vosotros y viviréis. Y os haré reposar sobre vuestra tierra y sabréis que yo, Jehová, hablé y lo hice, dijo Jehová. ¿Quién es el que habla? Dios. ¿Quién es el que dice? Dios. ¿Quién es el que hace? Pero necesita un instrumento. Ese eres tú. Tú eres el instrumento que vas a oír la Palabra de Dios y la vas a profetizar, vas a declararla, vas a caminar en obediencia a lo que el Padre te está hablando. Él es el que sopla espíritu de vida sobre esos huesos y Él es el que da vida a esos huesos secos. Carne, piel, tendones, maravillas que sólo nuestro Dios puede hacer. ¿Habrá algo imposible para el Señor? Dice Dora, nada. Usted podrá pasar años convenciendo a una persona, pero cuando Dios habla acerca de esa persona, eso ya está en el nombre de Jesús. Créelo y háblalo. Ve como Dios ve. Operar en obediencia. Aquí nos habla, aquí lo que el Señor quiere que veamos con este versículo es el orden. Él trae orden. Él ordena las cosas. Seco, muerto. Ahí no había vida, pero Él levantó, Él es el dador de la vida, es la fuente de vida. Por eso donde es el Dios de orden es porque hay fuente de vida. Y esa fuente de vida está en nosotros. Y el mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos es el mismo poder que opera en nosotros. Por lo tanto, esto medita en esta palabra. No nos vamos a extender mucho porque ya se nos ha ido el tiempo, pero damos gracias al Señor porque Él nos hace entender Su palabra y nos habla. Y aquí hay mucho, mucho para desarrollar. Donde hay una situación que se está viviendo y donde Él pone una persona, porque siempre va a haber una persona del reino de Dios, donde va a traer orden en un lugar, en vidas, en naciones, en ciudades, en países, en hogares, en situaciones. Pero el Señor trae orden primero en nuestro pensamiento, en nuestra boca, en nuestro corazón, en nuestro ejecutar. ¿Amén? Damos gracias al Señor porque Él es bueno. ¿Amén? Que nuestras prioridades, amén, que nuestras prioridades no sea nuestro trabajo primero, que nuestras prioridades no sea primero nuestros hijos, que nuestras prioridades no sea primero el dinero. Si tengo dinero, me muevo. No, no, no. Ora al que tiene la idea, ora al que tiene la estrategia, ora al que tiene el dinero. La provisión viene de Dios. Ora al que tiene los contactos y el que te va a mover. Al príncipe decía, ¿yo ves quién ordena los pasos? ¿Por qué no alcanzamos? Porque nuestros pasos van, vamos brincando por ahí. Pero cuando Él nos ordena, vamos a ver efectividad. No solamente en las cosas que nosotros hacemos, sino primeramente en los intereses de Él. Y Él cuida de nosotros, ¿amén? Así que Él nos pone en el lugar, Él nos va a hablar y nosotros vamos a profetizar, diga, a hablar su palabra, a ejecutar su palabra, ¿amén? A creer su palabra. Podrá haber un escenario adverso, difícil, imposible. Aquí el Señor nos habla de que Él hizo esto. ¿Habrá algo imposible para el Señor? No. Operemos bajo el poder de Dios y el Fulgir de Su Espíritu Santo, ¿amén? No demos todo por sentado. No trabajemos rígidos, sino que seamos conducidos por la voz de Dios. El pastor y Álvaro y yo nos quedamos en este país, no porque el país nos ofreció buenas cosas al principio. Todo lo contrario, era un desierto y era un desierto muy horrible lo que nosotros vivimos. Desierto. No había de dónde agarrar fruto o de dónde decir, me quedo. No había, yo no tenía por dónde agarrar. Yo digo, me voy. Pero una palabra del Padre, la escuchamos y dijimos, vale, pues el Señor nos está diciendo que nos quedemos y voy a tomar esta palabra. No importa si todo lo demás me dicen, no importa. Todo era cero, nulo. Y decidimos quedarnos. Dios abrió camino donde no lo había. Dios nos condujo, le conocimos a Él y aquí estamos y aquí seguimos y aquí perseveramos. ¿Amén? ¿Habrá algo difícil para el Señor? No te conduzca por esto que está trabajando tu mente. Deja que el pensamiento de Dios se lo lleve. ¿Amén? Prioridades, busca primeramente el reino de Dios y lo demás vendrá por añadiduras. No organizes tu vida dejando excluido el reino. Organiza tu vida sabiendo que tú estás en el reino y que no hay otra cosa que puedas hacer, sino trabajar en lo que el Señor te ha mandado. Todas las demás cosas, cuando comienzas a ejecutar eso, son organizadas porque el Señor cuida de nosotros. También están nuestros deseos, nuestros anhelos, por supuesto, pero el Señor tiene cuidado de todo. ¿Amén? Nuestro deseo y nuestro anhelo era que no fuera bien aquí, pero que lo mejor que nos dio el Señor fue conocerle a Él. ¿Amén? Luego que trajera a la familia y muchas otras cosas más y ser fuente de palabra, de vida en este lugar para todo aquel que viene de muchas partes. ¿Amén? De diferentes lugares y que puedan conocer al Señor. ¿Amén? Como nosotros lo hemos conocido y que puedan ser capacitados y adiestrados, dando herramientas de parte del Señor para que avances con firmeza, con seguridad y sobre todo no dependiendo de nadie. Nuestra dependencia está en Él. ¿Amén? Damos gracias por el Señor. ¡Dale un fuerte aplauso! Y quiero que medites en esta palabra.

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