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El conocimiento no tiene la capacidad de habilitar a nuestro espíritu. Desde los tiempos más antiguos, todos los hombres, y específicamente el pueblo de Israel, conoció la palabra. Ellos no conocieron cuentos extraños. Ellos hablaban la palabra, predicaban la palabra. Pero sus costumbres y tradiciones, y a veces nosotros juzgamos ciertas cosas, porque pensamos que como hemos recibido una gracia y una misericordia, ahora, ¿sabes?, somos un poco, o sea, estamos en otro nivel. Pero la dispensación de la gracia del Padre fue en etapas, igual que lo hacemos con nuestros hijos. Cuando mi hijo tenía un año, hacía cosas que ahora no la puede hacer porque no es su etapa. Está en otra etapa. ¿Y sabe lo que ellos vivieron y experimentaron? Bueno, si es menos, ¿no?, porque la palabra lo dice. Pero fue una etapa fue una dispensación para que nosotros hoy se nos hiciese fácil entenderlo. Ellos hicieron lo complicado. A ellos les tocó la parte dura, el trabajo fuerte. A nosotros nos tocó cosechar y disfrutar el fruto. En estos días tuve un problema con mi tarjeta y estuve dos días intentando y haciendo y pensando y no pude. Me rendí, fui a la oficina del banco y en 30 segundos me solucionaron el problema. Literalmente, 30 segundos solucionado. Porque cuando se dispensa una gracia, lo que Dios está haciendo es capacitando a hombres, procesando y está impartiendo en ellos para facilitar la labor. Es como el que está en la cocina, desde temprano, picando, Darwin conoce un poco el tema, y haciendo, sudando, al horno, sacando, la refri, montando cosas, haciendo freír, hirviendo cosas y haciendo toda una faena. Luego llega la familia, se sienta a la mesa, un par de chistes, se ríen y comen. Buenísimo. ¿Sabe qué hizo papá con nosotros? Él nos sentó a la mesa. Para que comamos y disfrutemos. Es la dispensación de este tiempo. Es lo que nos tocó. No porque seamos mayores que algunos, sino por la voluntad, por su beneplácito. Y de eso vamos a hablar, vamos a hacer una introducción en esta noche, acerca de la voluntad del Rey. Amados, esto no es por hombres, ni de hombres. Esto ha sido la gracia maravillosa del Padre, que le plació decir, yo voy a dejar el mejor vino para el final. A mí se me cae la cara escuchar a hombres de Dios, que papá les ha permitido disfrutar la buena palabra, poner en menos a algunos otros ministros, que 40 y 50 años atrás, y 20 años atrás, hicieron un trabajo y una labor. Y quiero plasmar esto en nuestros corazones. ¿Sabe por qué? Porque todos estos ministros necesitan y deben ser honrados por nosotros. Porque fue placer del Padre, en su tiempo, darles a entender, de pronto, a ellos. Que usted sepa mami, mi momu, que nosotros sepamos pape, pipopú, no quiere decir que estemos tampoco. Se nos ha dado este tiempo y esta dispensación. Disfrutémosla y aprovechémosla. Es glorioso, amado. Es el mejor vino. ¿Sabe? Lo que está disgustando la iglesia en este tiempo, es el mejor vino. Es el vino que muchos quisieron y anhelaron. Y porque usted lo está disfrutando, ya lo decíamos, dele gracias. Dele gracias. ¿Sabe? Primera de Timoteo 1.1, dice Pablo, apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida, que es en Cristo Jesús. Él dice, yo soy apóstol, no por la capacidad que él tenía, sino la voluntad de Dios. Amado, hemos estado escuchando estos últimos días del reino, del rey y de la administración de estos tesoros. Y de la administración de estos tesoros maravillosos. Pero yo quiero, en estos cortos minutos, hacer un desafío. Porque lo que se da, aunque se da por gracia, en gratitud, debe ser bien administrado. Papá no va a exigir un pago por lo que él está dando, por lo que él está regalando. Es un regalo, completamente. Lo que se demanda y se exige, como a mayordomos, es la administración de lo que se nos ha dado. Hay mucha gente que ora por su salud, pero es un pésimo administrador de su cuerpo. Ora al Señor para que se le vayan las migrañas, para que el sobrepeso, para... Padre amado, me estoy metiendo por donde no es. Vamos a comenzar de nuevo. Amados, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Y mucha gente toma este texto para decir, no, es que si tú le fallas al Señor, pierdes tu salvación. Y es un poco complejo, ¿no? Pero ustedes son gente que está a nivel universitario. La gente universitaria sale listo para ejercer lo que fue formado. En el colegio no salen a ejercer, ¿o sí? ¿En el preescolar? ¿Bachillerato? ¿Bachillerato? En este tiempo, amados, aunque hemos recibido más, considero yo que somos la generación que más se le va a demandar. Porque nos estamos graduando, o nos graduó el Señor, nos capacitó y nos acreditó para que ejerciéramos. Y por eso estamos hablando de la voluntad del Rey, de su propósito y de lo que Él determinó para nosotros. Pablo está diciéndole a Timoteo, Timoteo, yo soy apóstol porque Él en su soberanía y en su voluntad lo determinó. No es porque otros me digan apóstolo, no por lo que yo haga o por lo que yo quiera. Porque hay gente que hace porque quiere ser o hacer algo, lograr un objetivo. Pero la iglesia que entiende el reino y el gobierno hace porque está sujeto a una voluntad y a un propósito. Es específico. Dígalo a su compañero, no no le diga nada mejor, déjelo, déjelo tranquilo, guárdelo para usted, guárdelo para usted. Escúcheme amado, usted está graduado, ya está graduado y tiene las credenciales que lo habilitan, lo que estábamos oyendo todos estos días como un embajador. ¿Sabe? Nadie es enviado como embajador siendo niño, siendo incompetente o incapaz. Bueno, hay lugares que se ve esas cosas, pero en este reino no. Si el Señor te confió el lugar en donde estás, es porque le ha puesto en ti la capacidad. ¿De ser qué? Amados, esto no es para jugar. A muchas generaciones atrás se les dio la oportunidad de ver como entre oscuro y claro, de tener ciertos como que dos más dos, pero nosotros estamos aquí en álgebra pura, matemática pura. Ustedes están habilitados por el Señor y por su Espíritu. Por su Espíritu. Por eso les digo, no se preocupen por lo que ustedes van a decir, por lo que van a hablar, por cómo van a ser, porque no es tu capacidad motriz, es la capacidad que tienes del Señor para hacer su voluntad, para cumplir su propósito. Porque un Rey y un Señor quiere la extensión de su reino. Tiene que su voluntad sea manifiesta y se exprese. Entonces nosotros como sus hijos, nosotros como los llamados, como los escogidos. Por eso dice la palabra, anda como hijos de luz. ¿Sabe lo que la tierra está clamando? Lo que nuestros vecinos están clamando, nuestros hijos, nuestra esposa, nuestro esposo, la suegra. Y la nación está clamando, no por predicaciones, no por congresos y actividades. Son bonitas, son hermosas, pero ella clama por la manifestación. Y la manifestación es esa expresión viva, es ese tacto. Es el ejercer. ¿Sabe esa persona que estaba en el banco? Estaba capacitado, estaba entrenado, y diestro, y eficiente, y eficaz. Y nosotros como iglesia, amados en el Espíritu, lo estamos. Lo estamos por el Señor. Donde estemos, el lugar que pisemos, su reino quiere ser expresado. Los fariseos predicaban, amados. Los escribas predicaban y hablaban. Pero nosotros hemos sido llamados a manifestar. Por eso vosotros sois la luz. La luz no necesita un testamento, no necesita fórmulas. La luz necesita expresión, expresarse, manifestarse. Y por eso hablamos de la mayordomía. ¿Cómo somos como mayordomos? ¿Cuál es la eficiencia en nuestra casa? ¿Sabe? A veces estamos más preocupados por aprender textos bíblicos, que por expresar a Cristo. Y ya cuando pueda predicar, cuando tenga el tiempo para predicar, vamos a hablar un poco de esto. ¿Sabe por qué? Porque es glorioso, amados. No fuimos llamados a alimentar nuestro intelecto. Nuestras reuniones no son de aprendizaje bíblico, sino de equipamiento en el espíritu. Porque las doctrinas, las formas y las enseñanzas, cosas de las que nosotros no hemos aprendido, y las enseñanzas, cosas como no toques, no gustes, no pruebes, ni aún veas, a la verdad, dice la Palabra, tiene cierta reputación. O sea, ven que es un hombre de Dios. ¿Por qué? Porque como saluda, como lleva la Biblia. ¿Sí? Pero la Palabra dice que eso no tiene poder alguno. Contra los apetitos de la carne. Lo único que tiene poder es la vida que está acá. Que está aquí, amados. Pero ocupémonos más por la vida, que por esto. ¿Sabe? Por eso Pablo decía, yo no entro en discusiones y debates con ninguno, en cuestiones de historias y de pensamientos y de doctrinas. Porque lo que a mí se me encomendó es presentar a todo hombre, a todo hombre aprobado. Y eso no lo va a hacer una doctrina. Y eso no lo va a hacer una imposición. Sino el Cristo en nosotros. ¿Amén? Me he pasado 30 segundos, me multan. Amados, Amados, lo que Dios está haciendo y lo he estado experimentando en estas noches es expresar a su Hijo en nosotros. No sé cuál es la expectativa con la que usted venga. Quizás para que el Señor abra puertas, para que se le dé el negocio. Pero amados, la garantía que tenemos se llama Cristo. Y Cristo quiere y necesita ser expresado en nosotros. Si quiere no, dígame, cálmese. Pero mañana, cuando nos reunamos, tiene que haber una expresión más clara de Cristo. En su casa, su esposo, su esposa, tiene que decirle, guau, Cristo. Y esto es gradual, amados. Esto no nos vamos a convertir en, no nos vamos a hacer transfigurados. Pero Moisés David, hace poco lo tenía en mis brazos. Y Elena. Y ya están grandes. No se nos pueden pasar los años yendo a la congregación con la Biblia en el brazo y siendo los mismos. Aquí no hay desafío, amados. Dentro de estas cuatro paredes todos nos amamos, nos queremos y somos hermosos. Pero en la casa es donde Cristo. En la universidad, en el colegio, cuando están las ofertas del enemigo. Cuando no es muy fácil, cuando se tiene que expresar el carácter. Y creo que el miércoles que estemos compartiendo, vamos a hablar un poquitico acerca de esto. De la expresión del carácter de Cristo. Porque la única evidencia de Cristo en nosotros se expresa por medio del carácter. Con esto cierro. Con esto cierro. No me gusta mucho que aplaudan porque siento que se distraen un poquito. Me gusta más así, que la gente esté... No, mentira. Con esto cierro, amados. Con esto cierro, ya estoy multado. Escúchenme. Los pensamientos y el sistema ha dicho, no, es que tú eres colérico, melancólico, tú eres sanguíneo. Nada más les voy a adelantar esto, amados. En Cristo Jesús hay un nuevo hombre. Y ese nuevo hombre no padece las necesidades que padece esta carne. Y ese es el que quiere ser expresado. En él no hay ningún sistema que rija sobre él. De este mundo, ni influencias. De que me rechazó, me trató mal. O me hiciste esto y me enoja. Se enoja el viejo. El nuevo no. Pero coloquémonos de pie y oremos. Nada más les voy a adelantar eso. Nada más les voy a adelantar eso, escúchenme. La ira, la ira es uno de los conductores más dañinos y perjudiciales en nuestro cuerpo. Eso lo vamos a ver el miércoles un poquitico. Para que veamos la expresión de Cristo. Cristo no es gloria a Dios, aleluya, santo, aplaudimos y celebramos y doy ofrenda. Cristo es una expresión viva. En los hijos y la gente del mundo, lo que mira en nosotros es nuestro carácter y nuestra conducta. Si Cristo no se manifiesta en nuestro carácter y en nuestra conducta, en nuestra forma de vida, entonces Cristo no está siendo expresado. Ay, ay, ay. Padre damos gracias a Dios, celebramos mi Dios. Tu gracia, tu amor, tu perdón, tu justicia. Celebramos la victoria de la cruz. Celebramos la vida. Vamos a nuestros hogares felices, creyendo Señor que hay una mayor expresión de Cristo en nosotros. Reconociendo mi Dios que esto es progresivo, que así como un niño nace y crece, así el Cristo que nació en nosotros, este nuevo hombre crece y se fortalece. En Cristo Jesús, mi Dios, oramos que tú nos guardas hasta nuestros hogares. Que tú traes, mi Dios, reposo y paz a cada hogar aquí representado. Amén y amén.