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Today is a study of the Word, focusing on the importance of being rather than having. The speaker references Martin Luther, a theologian who had a revelation about the importance of faith. They emphasize that our true wealth and identity come from our relationship with God, not material possessions. The speaker discusses the value of a name and how it represents quality and character. They urge listeners to focus on their true identity and purpose in God, rather than getting caught up in worldly things. The passage from 2 Corinthians is read, highlighting the challenges faced by believers, but also the spiritual riches they possess. The speaker encourages gratitude for the life and favor they have in God. They also discuss the story of the Tower of Babel as an example of people trying to make a name for themselves. The message emphasizes the importance of our identity in God and the eternal value it holds. Hoy es una tarde para estudiar la Palabra. Es un estudio bíblico. La naturaleza de esta reunión es como un aula de capacitación. Normalmente uno trae un concepto, ¿verdad? Voy a un culto, voy a... Pero hoy estamos en un aula formativa. A usted yo le aconsejo que prepare un libro de notas para que afunde, porque a veces aquí usted escuchará cosas que tomarán forma más adelante en tu vida. Hay cosas que uno a veces las oye y en el momento no tienen sentido, pero luego hay iluminación del Espíritu en eso. Hubo un hombre, hubo un hombre que se llamó... Hubo un hombre, un reformador que se llamó Martín Lutero. Él era un teólogo, un hombre estudioso de la Palabra, un teólogo católico. Sí, era teólogo, o sea, estudiaba la Escritura. Pero un día, un texto bíblico que lo había leído miles de veces, más el justo por la fe vivirá. Ese día, ese texto le iluminó la mente, el Espíritu le dio vida a eso que él había oído y oído. Por lo tanto es muy importante que usted aprenda que lo que escucha en este lugar no es, no sé, palabras huecas, sino que Jesús dijo, las palabras que yo les doy son Espíritu y son vida. Hoy quiero hablarles, es una continuación de la prédica del mensaje que compartí el domingo, la plenitud, diga conmigo, la plenitud está en ser, no en tener. Diga, la plenitud está en ser. Cuando una persona, cuando una persona llega a comprender lo que Dios ha hecho en su vida, va experimentando plenitud. ¿Ok? Cuando no entiende la obra que el Espíritu ha hecho, la obra que Dios ha hecho, él busca plenitud en las cosas. Cuando tiene cosas, cuando tiene, se siente bien, se siente muy desanimado cuando no tiene. Y se siente bonito, se siente bien cuando tiene cosas. ¿Ok? Pero cuando uno entiende la obra que Dios ha hecho en nosotros, ¿ok?, entonces entendemos plenitud. Dígalo de nuevo, la plenitud está en ser. ¿Ok? Eso no nos hace antagónicos a tener, no nos hace, este, no queremos hacer apología, ¿no?, de la pobreza, ¿no?, bajo ningún concepto. Pero sí que las cosas no sean las que determinen nuestra plenitud. ¿Ok? Lo primero que quiero que veamos es que, voy a leer II Corintios 6, II Corintios 6, pero antes de leer quiero decirle algo, mire, si yo le dijera a usted, yo le dijera, amigo, ¿cuál es su nombre? ¿Sí? Randy. Danny. Danny, si yo te preguntara, ¿qué prefieres tú tener? ¿Los edificios de la Mercedes, la fábrica de la Mercedes Benz? ¿Ser dueño de todos los edificios, ser dueño de las fábricas, de los concesionarios, o ser dueño del nombre de Mercedes Benz? ¿Qué escogerías tú? ¿El nombre? ¿Por qué el nombre? Usted sabe que el valor de una empresa, el valor de una multinacional, está en su nombre. El activo y el nombre es intangible. Por eso estoy hablando de ser, no de tener. Claro, tú ves los edificios de Mercedes, las fábricas, las plantas, pero realmente, si tú le quitas el nombre, el precio cae escandalosamente. ¿Ok? ¿Si tú le quitas qué? ¿Si tú le quitas qué? El nombre. ¿Si tú le quitas qué? El nombre. Ok. Cuando tú llamas a esta agua, esta agua se llama Chobar. Pero si se llamara, por ejemplo, Evian, o se llamara, no sé, otra, Lanjarón, sube el precio el doble o el triple, el nombre. ¿Tú haces este chaleco? Si este chaleco se llamara, tuviese aquí un nombre, que diría Fendi, Louis Vuitton, el nombre, el nombre es lo que potencializa, maximiza. Cada vez que usted escuche nombre, el término nombre es la esencia de ser. Nombre significa calidad, nombre significa razón de ser, nombre significa carácter. Porque cuando yo le digo a usted el nombre de Rolex, ¿qué se te viene a la mente, Rubén? Rolex, hace así, Rolex. Pero no solo esto, calidad, diseño, una joya, amados. Por eso, cuando nosotros ponemos la mirada en las cosas, descuidamos la razón de ser, la esencia, lo que Dios ha hecho en ti. Dios no ha invertido la sangre de su Hijo en alguien, y eso nadie te lo puede quitar. A veces nosotros escogemos este cuerpo, pero no es ahí donde está el valor. ¿Sabes dónde está el valor? En tu identidad, en la naturaleza que te gobierna. Pues la Biblia dice que Él nos hizo participantes de una naturaleza, ¿qué? Divina, en la posición de Hijo, en que si eres Hijo también eres heredero. Ahí radica el patrimonio tuyo. La riqueza de lo que nosotros somos está en el ser. Cuando usted escuche nombre, siempre vas a escuchar nombre, siempre va a ser naturaleza, razón de ser, esencia, propósito, función. Ahí es donde está lo que verdaderamente... ¿Sabes por qué? Porque eso nadie te lo puede quitar. Nadie te puede quitar lo que Dios ha hecho. Si nosotros no valoramos eso, sino que valoramos el edificio, Si nosotros no valoramos eso, sino que valoramos el edificio, la ropa, las cosas, vamos a vivir engañados. Es como quitar la mirada de lo que vale para mirar lo que es incierto. ¿Vieron el incendio? Me impactó mucho el testimonio de un hombre que dice, me puse la ropa para ir a correr, salí, tenía mi piso moblado, ordenador, ropa, no sé, vamos a venirnos arriba, el televisor, todo lo que tenía, trajes, perfumes, relojes, anillos, se fue a correr. Cuando vino no tenía nada. Pero cuando tú eres, cuando tú eres, diga conmigo, este cuerpo es temporal, pero yo soy eterno. La vida que Dios me dio es eterna. Es ahí donde está la riqueza. Es ahí donde está la riqueza. Pero vamos a leer 2 Corintios 6. ¿Cómo se llama la Frédica? En ser. No en tener. ¿Está malo tener? No. Pero nunca jamás el edificio va a costar más que el nombre. El nombre. Miren. El edificio va a costar más que el nombre. El nombre. Miren. Usted hace un pantalón, un jean, y le pone como este que es Pull&Bear, ¿no? 18 euros, 19 euros. Si le pones al mismo pantalón Tommy, vale 120. 120. Si le quieres poner Boss, hay que echarle más azúcar. O sea, ¿qué es lo que nosotros tenemos que comprender? El nombre. Yo los veo un poco... Ok. Los voy a ver con ojos de fe mejor. Ok. Póngale cuidado. Versículo 1. Así pues nosotros, como los colaboradores suyos, exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice, en tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable. Diga, estoy viviendo el tiempo aceptable. Ese es un eterno presente. He aquí ahora el día de salvación. Dice, no damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo para que nuestro ministerio no sea vituperado. Antes bien, nos recomendamos en todo, como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones. Póngale cuidado lo que el apóstol dice. En necesidades, en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelo, podríamos decir pobrecitos, ¿no? En ayunos, en pureza, en ciencia, en longanimidad. Tú sabes, la longanimidad es la capacidad de sufrir en el tiempo sin perder la fe, ¿no? En bondad, en el Espíritu Santo, en amor, en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra, por honra, por deshonra, por mala fama, por buena fama, como engañadores, pero veraces, como desconocidos, pero bien conocidos. O sea, ellos eran perseguidos, difamados, presos, y los veían como alguien despreciable, pero muy honorables delante de Dios. Como alguien desconocido, pero bien conocido en el reino, como morimundos, mas en aquí vivimos, como castigados, mas no muertos, como entristecidos, mas siempre gozosos, como pobres, mas enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. O sea, son dos realidades que están ahí chocando. Presos, hambre, desvelo, pero por aquí poseyéndolo todo. Como no teniendo nada, mas enriqueciendo a muchos. Como desconocidos, pero bien conocidos. O sea, siempre hay dos realidades en nosotros, pero hay una realidad que gobierna. Amados, si dejamos que nos cambien lo que realmente tiene valor, viviremos engañados, viviremos desenfocados de lo realmente valioso, viviremos lo peor que una persona, que un hijo de Dios puede tener es, compasión por sí mismo. Cuando realmente somos altamente favorecidos, diga, soy altamente favorecido, gozo del favor del Rey, diga, mi casa es altamente favorecida, mis hijos son altamente favorecidos, gozan del favor de Dios, gozan de la gracia de Dios, tienen una identidad de hijo, y si hijo, también heredero, fueron justificados gratuitamente por su sangre, diga, hay inteligencia espiritual que opera en ellos. Guau, amados, la razón de ser, la plenitud está en lo que tú eres, y eso nadie te lo puede robar, nadie lo puede quitar. Si nosotros, veía personas, los he perdido. Cuando tú todo, son las cosas que pueden perder. Cuando tú todo, está en el Señor, tú le das gracias a Dios porque tienes la vida, porque gozas de vida. ¿Alguien dice amén? Amados, cuando Dios habla, cuando Dios nos habla a nosotros de un nombre, por favor, vamos a ir a Génesis, capítulo trece. Génesis, capítulo trece. Perdón, Génesis once. Génesis once, versículo uno, póngale cuidado. Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras, y aconteció que cuando salieron de Oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí, y se dijeron unos a otros, vamos, hagamos ladrillo y cosámoslo con fuego. Ya ustedes conocen más o menos, ¿no? Esto va, es la torre de Babel. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron, vamos, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo, y hagamos qué. Hagámonos qué. Oiga, esta gente estaban diciendo hagámonos un nombre por si fuéramos esparcidos por la faz de la tierra. Cuando ellos dicen hagámonos un nombre, es creémonos una historia. Tengamos, construyamos una identidad. Construyamos una razón de ser. Hagámonos un nombre es una huella. Hermano, ¿qué veían estas personas cuando decían hagámonos un nombre? Hermano, ellos veían como una influencia en la historia. Usted sabe que cuando usted fue trasladado al reino de Dios, Dios le dio algo nuevo a usted. ¿Qué te dio? Un nombre nuevo. Nombre. Te dio una nueva realidad, una nueva razón de ser, una nueva naturaleza, una nueva identidad, una nueva posición, un nuevo propósito. Cuando la Biblia habla de nombre, no está diciendo el sonido que producen las letras A, L, B, E, R, T. No está hablando de eso. Cuando la Biblia habla del nombre, está hablando de una realidad, de un propósito. Diga gracias, Padre, por el nuevo nombre que Tú me diste a mí. ¡Aleluya! ¡Apláudale al Señor! Por eso le dije que usted venía a una aula formativa. Es bueno estudiar la Palabra. ¿Sabes por qué? Porque tu realidad cambió. ¿Sabes por qué? Porque tu naturaleza cambió. Dios te hizo participante de una naturaleza divina. ¿Sabes por qué? Porque la esencia de tu ser, cuando Dios se halló a Abraham, ¿qué fue lo primero que hizo? ¿Qué fue para introducirlo en su propósito, para hacer de él una nación? ¿Qué fue lo primero que hizo? Le cambió el nombre. ¿Cómo te llamas? Abraham. Ya no te llamarás así. Esa realidad ya no te definirá delante de mí. Ahora te llamarás Abraham, Padre de multitudes. En el contexto hebreo, el nombre, hermano, el nombre no era como nosotros, que nosotros qué novela está de moda le ponemos al hijo así. El cantante que la está pegado, ese se llama, dijo así. Para los hebreos, el nombre de un niño, dijo, te llamarás José. ¿Se acuerdan? Rebeca. Te llamarás, o sea, en aflicción te tuvo, te llamarás así. O sea, el nombre, el nombre, la razón, la esencia, el momento en que llegó lo que te describe, a Jacob. Jacob. Esaú dijo, bien te llamaron Jacob, porque ya dos veces me has suplantado. Cuando el ángel se le apareció a Jacob, Jacob peleaba por su bendición. Y hay gente que dice, pelea por tu bendición como Jacob. No. Si había una palabra que definía a Jacob, cuando él estaba en el vientre, Dios soltó una palabra a la realidad de su vida. ¿Y qué fue lo que soltó? Dos naciones hay en tu vientre, le dijo a la mamá. Dos, el mayor servirá al menor. Él no tenía que pelear su bendición, él tenía que apropiarse de la herencia. Cuando uno no desconoce, cuando uno desconoce su realidad, la realidad que te gobierna, uno busca. Él se puso pelitos de oveja para imitar a Esaú, para que lo bendijeran. Renunció a quien era, que era el que poseía la herencia, para parecerse al que no era. Y mintió. Por eso, él saqueó, hizo por aquí al suegro, le hizo las trampas con las ovejas a todos. Entonces, cuando el ángel se le aparece la primera vez, Escúchame, ya no te llamarás Jacob. Vamos a corregir esto de plano. Ya no te llamarás Jacob. ¿Ahora te llamarás qué? Ahora tu nombre, le está diciendo, ahora tu realidad va a ser príncipe del Señor. Eso es lo que te va a definir, la realidad que te va a definir. ¿Cuál es tu nombre en el reino? Hijo. Ya, pero es que hijo, hijo es algo genérico. Esa es tu posición, esa es tu identidad, pero ¿cuál es tu nombre? Es toda una realidad, amados, y eso debe ser lo que nos debe definir a nosotros. Cuando la Biblia nos llama y nos dice, por tanto, ir por todo el mundo y predicar el Evangelio, bautizándolos en el nombre. O sea, lo que te está diciendo es, tú tienes que meter a los hombres en la realidad del Cristo. Bautízalos en el nombre de Él. Bautizar es sumergir por completo. Tenemos que vivir sumergidos en la realidad de Dios, porque hay dos realidades. Tal vez la realidad de nosotros en España, bueno, no sé, no tengo documentos, o estoy desempleado, o soy padre, no sé, cualquier cosa. Pero la realidad tuya en el reino es lo que te define. ¿Cuántos dicen amén? Amados, Dios siempre lo hizo. Le cambió el nombre a Pedro. Ya no te llamarás Saulo, ya no te llamarás Pedro, ya no te llamarás, o sea, Dios alteró la realidad cuando llegó a nuestras vidas. La plenitud, diga conmigo, la plenitud, está en mi ser, en la posición que Dios me ha dado, en la identidad que Dios me ha dado, diga, en la naturaleza que Él me ha dado, en la herencia que Él me ha dado, en el favor que Él me ha concedido, en el acceso que Él me ha dado. Podemos entrar confiadamente al trono de Su gracia. Su gracia, eso es la esencia de nuestro ser. Cuando Dios nos ve, amados, Dios reconoce, es Su realidad para nosotros, no nuestra condición. Dios nos reconoce, Dios no nos ve a nosotros por los problemas que tenemos. Dios nos ve a nosotros por lo que Él nos ha hecho. No dejes que lo circunstancial te defina. A veces pasamos momentos difíciles, pero eso no te puede definir a ti. Como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo, como pobres, mas enriqueciendo a muchos, como desconocidos, pero bien conocidos, dice la Escritura. En el colegio nos pueden decir extranjero, o te pueden decir negro, o te pueden decir, no sé, cualquier cosa. Cuando nosotros dejamos que la esencia de nuestro ser sea segunda forma de identificarnos, hemos caído en un engaño. Hemos caído en un engaño. Pero si nosotros dejamos que a nosotros el ser, lo que Dios ha hecho en nosotros, sea lo que es más importante para... Amados, ¿qué es más importante para ti? El domingo voy a estar hablando acerca de las prioridades del reino. Usted sabe que una vida, una vida es certera y es efectiva cuando se conduce bajo el poder de las prioridades. Una vida en caos es una vida que vive con prioridades incorrectas. Otra vez. Una vida de caos es una vida que vive con las prioridades invertidas. Cuando no sabemos... Diga, Dios me ha dado un nuevo nombre, una nueva realidad. Aleluya. Proverbios 13,7 dice, hay quienes pretenden ser ricos y no tienen nada. Hay quienes pretenden ser ricos y no tienen nada. Y hay quienes pretenden ser pobres y tienen muchas riquezas. O sea, me gusta el enfoque que le da a este texto, hay personas que no pretenden llegar a nada. Bueno, yo... No sé, yo no me considero gran cosa, pero ahí estamos, hermanos, bendecidos. ¿Cómo que gran cosa? ¿Sabes que le costaste al Señor para comprar tu vida? Tuvo que entregar a su hijo. ¿Tú sabes que al hijo le costó su sangre? ¿Tú sabes que eres una semilla del cielo en la tierra? ¡Ah, Señor! ¿Tú sabes que eres una semilla del cielo en la tierra? ¿Tú sabes que la función de toda semilla es liberar la vida que hay dentro? ¿Tú sabes que si la semilla no entra en el entorno correcto se muere o retiene la vida ahí? Amados, la plenitud de nosotros, la plenitud que Dios nos ha dado a nosotros es de un valor incalculable. Bendito sea el Señor. ¿Dónde radica el valor de lo que Dios te ha dado? Amados, cuando tú veas que este cuerpo se va debilitando, se va perdiendo facultades, va perdiendo fuerza, va perdiendo vitalidad, va perdiendo la vista, va perdiendo el tacto, ya no podemos subir tres pisos sin descansar, el cuerpo se va debilitando, el cuerpo se va debilitando. Pero no, no lo que tú eres. La paz de Dios, la paz de Dios la determina quién defines que eres. ¡Ay, ya estoy llegando a mi jubilación! Si ese cuerpo está destinado al polvo, pero ¿por qué nosotros? ¿Cuántos pueden decir para mí el vivir es Cristo y el morir ganancia? Pero si nos hablan de irnos de aquí, ¿queremos ganar? Ah, pastor, ahí me lo pienso. Es porque tenemos una contradicción. Mire, las contradicciones son razonamientos humanos administrando la palabra de Dios. Cuando la razón humana, la palabra cuestionar en inglés, cuestión es una pregunta, eso fue lo que la serpiente dice, ¿con que Dios os dijo que no comierais de ese fruto? Cuestionó lo que Dios dijo. Cuando la palabra de Dios empieza a ser cuestionada en nuestra mente, surgen contradicciones, y las contradicciones es lo que debilita a una persona. La credibilidad que Dios, la confianza que Dios pueda tener, que nosotros podamos tener en el Señor, es la fuente que suministra la seguridad en la que vives. Otra vez, la confianza que tienes en la palabra, en lo que Dios te dice, determina la seguridad en la que vives, la paz en la que vives. Si se cuestiona lo que Dios nos dice, entonces vamos a vivir entre, Uy, no lo sé. Aquí o allá. ¿Qué es certeza? ¿Qué es convicción? Determina la fe, determina la confianza en el Señor. Amados, Dios siempre trabaja a través del Espíritu para que nosotros crezcamos en confianza, para que nosotros crezcamos en el conocimiento de lo que Él ha hecho. Pablo dice, os ruego pues que estéis creciendo constantemente en el conocimiento de Dios, creciendo en el conocimiento de Dios, porque el conocimiento es lo que te consolida, es lo que te hace fuerte, es lo que hace una fe saludable. Cuando yo te hablo de plenitud, decíamos el domingo que la palabra plenitud tiene que ver con algo que está completo. O sea, cuando tú metes un vaso debajo del grifo y empieza a caerle agua y a hacer borbollones por los lados, es que ya no puedes retener más nada. Eso es plenitud. Por eso, por eso, esa plenitud la vamos a disfrutar cuando nosotros nos alineamos a la realidad que Dios nos ha dado en Cristo. Eso es lo que Pablo podía ver vivir, o los apóstoles podían vivir una realidad. Estaban en una prisión, pero ellos no se definían como presos de Roma. Ellos decían siervo de Cristo, presos de Cristo, soldados del Señor, esclavos de Él. Nunca, nunca se sintieron como víctimas del sistema. Amados, no dejemos que las cosas nos definan a nosotros. En la crisis financiera que hubo en el 2018, un banquero alemán se tiró al tren porque tenía un patrimonio como de 6.400 millones y perdió la mitad. Dice, ya mi vida no tiene sentido. Solo con 3.000 y pico de millones, pum, y se le tiró al metro. Amados, el que busca sentido en las cosas siempre vivirá vacío. Yo les dije el domingo que han habido muchos artistas, mucha gente que se han suicidado por buscar sentido en las cosas. Usted sabe que las personas que ven plenitud y sentido en las cosas, cuando no las tienen, se sienten vacíos, carentes de sentido, no sienten plenitud. Por eso yo te digo a ti, el nombre que Dios te ha dado es donde radica tu riqueza. La posición que Dios te ha dado es donde radica tu riqueza. La identidad de hijo amado, como tú la tienes delante de Dios, es donde radica tu riqueza. El amor que Dios te tiene, eso es tu riqueza. Que Dios te diga, entra confiadamente al corazón, Que Dios te diga, entra confiadamente al trono de la gracia, esa es tu riqueza. Que tú tengas un lugar en la mesa del Padre, esa es tu riqueza. Que tú fueses justificado gratuitamente por su sangre, esa es tu riqueza. Que tus hijos sean llamados justos, esa es tu riqueza. Que no se te, como decía David, bienaventurado el varón a quien Dios no le culpa de sus pecados, esa es tu riqueza. Que fueses limpiado con la sangre de Cristo, esa es la riqueza. Aleluya. Que hoy entiendas el Evangelio, esa es la riqueza. Porque tú puedes estar oyendo una predica y no entender nada, y la parábola del sembrador dice el que oye la palabra y no la entiende, el malo viene y le roba la semilla. Pero tú estás aquí porque los ojos de tu entendimiento fueron alumbrados, esa es tu riqueza. Aleluya. ¡Guau! Cuando Dios le dijo a Sara, ya no te llamarás Saray, mi princesa, ya no te llamarás así, tú estás elegida para ser madre de naciones, de multitudes, ¿le cambió qué? Su realidad, le cambió su naturaleza. ¿Cuántos bendicen a Dios por la realidad a la que fueron trasladados? Diga Padre, gracias, levante su mano, diga gracias Señor, por la realidad a la que me has trasladado, gracias porque por medio de Jesucristo cambiaste la realidad en la que yo vivía, me diste un nuevo nombre y me has enriquecido con un patrimonio que nadie me puede quitar, esto es el tesoro de los cielos, donde la polilla, el ladrón, no roban, no minan. Voy concluyendo con esto, voy concluyendo con esto, cuando Jesús llamó a sus discípulos, a Pedro le dijo, ya no te llamarás Simón, ahora te llamarás Pedro. ¿Pedro? ¿Piedra? ¿Roca? ¿Alguien sólido? ¿Alguien firme? Dios cambió su realidad, Dios cambió, Dios conocía la realidad en la que Pedro vivía y la cambió. Yo le hago la pregunta a usted, ¿qué veían estos hombres de Babel que dijeron hagámonos un nombre? ¿Qué veían ellos? Sí, pero, ¿cuál era la motivación de ellos hacerse un nombre? Amados, los hombres siempre han buscado dejar una huella y el nombre, la Biblia dice que recibiremos una piedrecita blanca cuando fuimos trasladados y ahí habrá un nombre nuevo. ¿Usted sabe que cuando usted deje ese vestido de carne y de hueso, usted recibirá un nuevo cuerpo? ¿Y usted sabe que usted ya no responderá el nombre de Simón, de Francisco, de Albert, de Moisés, sino que tu espíritu responderá el nuevo nombre que Dios te ha dado? ¿Usted sabe que nadie puede condenar, nadie puede acusar a lo que es nacido de Dios? Esa es la realidad en la que Dios nos ha trasladado. Por eso hoy yo le digo a usted, amado, no permitas que las condiciones culturales, sociales, circunstanciales definan tu vida. Yo soy una madre soltera, yo soy un padre no sé qué, yo soy esto, yo soy aquello. No, no, no, no. Esas son circunstancias que vivimos en la vida. Pero el valor de tu nueva realidad en Cristo es tan grande que Dios tuvo que entregar a su Hijo para que tú puedas vivir en esa realidad. Oremos desde esa realidad. Pensemos desde esa realidad. Piensa desde tu nueva realidad en Cristo. Habla desde tu nueva realidad en Cristo. Ora desde tu nueva realidad en Cristo. Piensa desde ahí. Cuando cantes, canta desde ahí. No hablemos, no oremos desde la tribulación. No cantemos desde el desaliento. Con mucho respeto. Pero el hermano Jesús Adrián Romero cuando cantaba cansado del camino, sediento de ti, él dice que él estaba en una depresión, hundido. Porque cuando la iglesia no es entrenada en la realidad que es sustentada en Cristo pasamos circunstancias muy... O sea, la vida de nosotros, hermanos, es como... pasa de todos los escenarios. Hay veces donde tenemos salud, hay veces donde no tenemos salud. Hay veces donde tenemos plenitud, hay veces donde no tenemos... Hay veces donde tenemos los hijos, hay veces donde no tenemos a los hijos. Hay veces donde tenemos un compañero, una compañera que lucha, que te apoya y hay veces donde no la tenemos. Hay veces donde los hijos están desbordando salud y hay veces donde están enfermos. Hay veces donde tenemos cosas y hay veces donde no tenemos. Pero diga, mi realidad en Cristo es una realidad inalterable. Nadie la puede maldecir. Nadie la puede alterar. Nadie la puede dañar. Nadie la puede contaminar. Nadie me la puede robar. Nadie, porque Dios la ha determinado como eterna. Entender eso... Entender esto es lo que nos hace a nosotros gente firmes. ¿Alguien dice amén? Entender eso, entender la realidad de Dios. ¿Sabes qué pasa? Que Dios te llama es por tu realidad en Él. Que Dios le habla es a tu realidad en Cristo. Por eso cuando Dios nos habla a veces no sabemos que está hablando de nosotros. Porque nosotros nos vemos a nosotros mismos y decimos, bueno, todos pecamos, ¿no? Todos somos pecadores. La Biblia dice que vosotros fuisteis santificados por medio de la sangre. La Biblia dice que vosotros fuisteis separados para Dios. La Biblia dice que a los que antes conoció los santificó. Y nosotros decimos, bueno, todos somos malos. Hay un hermano que siempre me dice, pastor, no hay ninguno somos bueno. Nadie somos bueno. Nadie somos bueno. Nadie somos bueno. Y eso es como una canción que él tiene, no somos buenos. Y yo le digo, hermano, mira, nadie somos buenos por nosotros mismos. Pero lo que es nacido de Dios es bueno. O vaya a ser algo malo de Dios. Te pregunto, ¿tú naciste de Dios? ¿Tú naciste de Dios? Todos somos pecadores, pastor, todos somos pecadores. Es verdad, todos somos pecadores. Porque todos pecamos, porque todos somos pecadores. Amén, todos somos pecadores. Todos somos pecadores. Pero la Biblia dice que si por la desobediencia de Adán, todos fuimos constituidos pecadores por la obediencia de Cristo, todos fuimos constituidos justos. Esa es nuestra realidad. Todos somos malos. Todos somos malos. Todos hacemos maldad. Todos hacemos... Y es como una proclama. Hermano, y cuando la mente tuya... Eso se llama marcadores mentales. Cuando la mente tuya te define, hay personas que tú le dices, mira, vende billetes de 50 a 30, yo soy malo para las ventas. Él no ha escuchado lo que tú le dijiste. Él dice que yo soy malo para vender. Nadie se lo dijo. Nadie le ha dado un certificado. Él, en su mente, ha puesto, yo soy malo para esto. Yo soy malo para esto. Yo no soy bueno para esto. Pero la realidad de nosotros en Cristo es, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Esos son los marcadores de la mente de Cristo. Todo lo bueno, todos los santos, todos los de buen nombre, todos los dignos de alabanza, en esto pensad. Todo lo que tú identifiques como tu ser, ese es tu nombre. Otra vez. Otra vez. Todo lo que tú identificas como tu ser, lo que tú eres, ese es tu nombre. A eso respondes. Amados, tenemos, diga tenemos, la mente de Cristo. Hay una realidad en el Señor que nos define. Ese es mi nombre. ¿Sabe que el nombre es todas las características, todo lo que forma la esencia de tu ser? Entonces si uno dice, pastor, es que en verdad yo soy malo, es que yo soy torpe, a mí me cuesta esto también, y para esto soy bruto, y para que yo soy torpe, y para esto, todo eso. Y aunque Dios y el cielo te llaman desde otra realidad, no dejemos que nuestra mente defina como injusto aquello que Dios ha hecho en nosotros. Alineémonos, alineémonos a la realidad del reino. Amén. Diga, Señor, bendigo el nombre que me has dado. Bendigo la realidad en la que me has sumergido. Bendigo la identidad que me has dado. Bendigo la justicia que me has dado. La gracia que me has dado. El favor que me has dispensado. La posición que me has dado. Gracias, Señor. Dele un aplauso a Dios. Aleluya. Gloria a Dios.