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Que Enfria la Relacion de Pareja

Que Enfria la Relacion de Pareja

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Hablemos de porque se enfrían las relaciones de pareja y que hacer para mantener una relación saludable. casadeencuentro.com

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Semillas de Vida, con Walter y Paula Ruiz, potenciando la grandeza en ti. Hoy vamos a hablar acerca de lo que enfría las relaciones. Porque las relaciones se enfrían. Absolutamente. Cuando no hay un cuidado, se enfrían. Todo necesita un cuidado. Fíjate, es tan interesante, cuando el Señor le dice a Adam, le dice, Adam, cuida la tierra. Cuida. O sea, el Señor nos da una responsabilidad de cuidar. Y el cuidar es con un motivo, para que se multiplique. Así mismo. Para que funcione bien. Por eso es el cuidado. Por ejemplo, si tienes tú un carro, no importa si es un año del último año, digamos, último modelo, o es un carro de muchos años viejito ya, si tú no lo cuidas, sea tan nuevo, sea tan viejo, lo vas a dañar. Es verdad. Si es carro viejo, y no le haces tu chequeo de aceite, o le pones agua o antifreezer, el carro se va a recalentar, se va a dañar. Pero si lo tienen con sus aceites, lo tienen cambiando el aceite, chequeando el agua, las llantas, todo eso, el carro va a funcionar bien. O sea que todo depende en definitiva del cuidado que le demos. Exactamente. Lo vemos en lo natural, en todo, alrededor de toda la tierra, sea plantas. Fíjate que nosotros hemos sembrado plantas, y empiezan a crecer muy bien. A nuestro hijo le gusta muchísimo el tema de sembrar plantas, y comienzan a crecer muy bien. Pero nos dimos cuenta de que como no tienen sombra, muchos de ellos se han ido marchitando, y la razón no es falta de agua, es que también necesitan sombra. No son plantas para tener todo el tiempo en sol. Entonces, esto te da una pista de cómo también las relaciones pueden dañarse. No es necesario saber qué es lo que le hace bien a la relación y qué le hace mal. De repente, plantitas las hemos sacado del sol directo y las hemos dejado adentro, y comienzan a crecer muy bien. Entonces, en definitiva, la relación de pareja es exactamente igual. Es una semilla. Fíjate, esto es tan interesante lo que tú estás diciendo. Me viene a la mente, todos tienen diferente cuidado. Como trate un carro viejo, es diferente a cómo cuida un carro nuevo, pero necesita un cuidado. La base es cuidar. Así como cuido una planta, como me preocupo que a la planta no le crezca maleza, que tiene que tener buena tierra. Siempre hemos tocado este tema, y un par de veces, o una vez lo dije, recuerdo cuando al lado de la casa teníamos unas flores, ¿te acuerdas? Ah, es cierto. Las flores, esas benditas flores, que cuando pasaba cortando el césped, me agarraban las plantas, se me pegaban el pantalón, me rayaban las piernas, las manos me rayaban con las plantas, y siempre decía, un día eso le voy a cortar a esas plantas, un día eso le voy a cortar a esas plantas, porque no tenía ni flores, ni hojas, nada. Las espinas eran lo único que tenía. Las espinas, exactamente. Y cuando viene la suegra, tu mamá, viene y dice, ay, estas plantitas, dice que hay que cuidarlas. Y yo entre mí, no, que cuidarles, vamos a darle corte y vamos a sacar la basura. Y me llamó mucho la atención porque veíamos las plantas por una ventana bien grande, ¿no? ¿Te acuerdas? Sí. Y entonces estábamos, yo estaba tomando un café, y la vi a la suegra que salió, y dije, ¿qué hace la suegra por afuera? Salió y llevó una tijera, y empezó a cortarle unas cosas, a quitarle, y hablaba, se paraba, las miraba, se reía, y hablaba, y se le fueron las canicas, como dicen los mexicanos. Y yo entre mí, ya un ratito se los voy a cortar, le voy a volar esa planta. Pero las dejé, porque ya la suegra ya los cortó en pedazos, y a los pocos días, ¿no? La sorpresa, que empezamos a ver flores ahí. Es cierto. Empezamos a ver flores. Así la relación. Así la relación. Que la relación está seca, que lo único que tiene son espinas. Que lo único que tiene son espinas. Y parece muerta. Y parece muerta. Y la damos ya que no sirve, que hay que divorciarse, que hay que buscarse otro clavo que saque el clavo, como dicen las locuras del mundo. Te inventas que hay que buscarte gente que haga lo mismo que haces tú. O que piense igual que tú. Que piense igual que tú. Si tú eres un artista, buscarte un artista también. Si tú eres un mecánico, buscarte una mecánica. Me imagino una mujer que sea mecánica. Es cierto. Porque hay algunos que dicen que si la mujer hace lo mismo que el hombre, van a ser felices. Es mentira. Es mentira. Puede que me equivoque, pero hasta ahora no he visto a alguien que hagan los dos mismos. Siempre en el matrimonio hay alguien que tiene el cable a tierra. Y el otro que vuela y el otro que tiene el cable a tierra. Es cierto. Siempre. Para que duren los matrimonios. Imagínate, si no fueran como los cometas que uno cae, que lo bajaras con el hilo, si no tienes el hilo y tú estás en la tierra, el momento que se te rompe el hilo, si fueran dos cometas y estuvieran volando, no tocaría la tierra. Exactamente. Y cuando caes, caerías, pero desbaratado. Y en definitiva, yo creo que la relación de pareja es cierto, que el carácter, digamos, o diferentes intereses pueden ayudar a favor de la pareja, pero en definitiva, más que cualquier otra cosa, es el tema del cuidado. Es decir, como nosotros, porque hay tanta variedad. Dios nos hizo tan distintos a todos. Imagínate que está probado que todos tenemos una boya digital diferente y somos 7 billones de seres humanos en la tierra. Así que nadie tiene nuestra boya digital. Si tenemos una combinación tan impresionantemente diferente todos, que no hay dos seres humanos exactos sobre la tierra. Quiero decir que hay tanta variedad. Así que diferentes caracteres, diferentes formas de ser, pueden jugar a favor o de pronto algunas veces en contra de la relación, pero en definitiva, todos podemos. Y esto es lo que es importante de entender, que todos podemos tener una relación de pareja sana cuando tenemos las herramientas adecuadas. No importa nuestra manera de pensar, no importa nuestra manera de ser, pero si nosotros sabemos qué es lo que Dios dice de la relación de pareja, de cómo nosotros podemos cuidar o mantener esa relación, va a perdurar, va a perdurar. Y la vez pasada en el programa que hablamos acerca del amor, del verdadero amor en pareja, y si no lo has visto, te invitamos a que vayas allí en el canal de YouTube, lo vas a encontrar. En YouTube nos encuentras como Casa de Encuentro, y allí vas a ver todos los programas que hemos estado transmitiendo durante este tiempo. Ya tenemos más de un año transmitiendo programas, y tenemos la bendición de poder hablar de parejas y poder dar soluciones a la familia. Así que ven, inscríbete en el canal, dale like y prende las notificaciones, y activa la campanita para que te llegue cuando estemos haciendo nuestras transmisiones en vivo, allí directamente a tu dispositivo celular o iPad. Así que estuvimos hablando acerca del verdadero amor en pareja, y estuvimos mencionando esa porción tan bonita en la palabra que habla acerca del amor. La leíamos allí, y quiero retomarla, dice allí, el amor es paciente, fíjate. Dice, el amor es paciente, es bondadoso. No vamos a leerlo todo, sino que vamos a ir reglosándolo y preguntándonos cuáles son las herramientas o los elementos que son los que en definitiva son ese cuidado sobre la relación de pareja. O sea, cuándo una relación se daña, cuándo una relación se enfría, cuándo estos ingredientes no están presentes. La falta de paciencia en la pareja daña. Es decir, cómo yo expreso paciencia a mí, al ser querido, al cónyuge. Cuando yo soy capaz de perdonar sus errores. Cuando yo, por ejemplo, me equivoco, yo quiero que tú me perdones. Es algo natural en nosotros. Nosotros queremos perdón cuando nos equivocamos, pero cuando la otra persona se equivoca, entonces somos rápidos para señalar, para juzgar, para creernos mejor que la otra persona. Entonces, la paciencia implica el tolerar los errores de la otra persona. El tolerar la manera diferente como piensa. Porque, fíjate, es decir, somos dos mundos completamente diferentes. Venimos de diferentes crianzas. En el caso, por ejemplo, tuyo y mío, lo hemos dicho en programas anteriores, yo vengo de una familia de dos hijos, tú vienes de una familia de diez hijos. Hay una gran diferencia. Claro. En el trato, en la crianza, somos de dos países diferentes. Entonces, hay diferencia. Con mazarepa nosotros comemos yuca. Ah, bueno, ahí está. Y pan también, ¿verdad? Ustedes comen más pan, nosotros comemos más mazarepa. Hay diferencias en la manera de comer, hay diferencias en la manera de pensar, en costumbres. Pero, ¿qué es lo que nos ha hecho a nosotros permanecer en el amor, en la pareja? No que somos perfectos, sino que hay un ingrediente que Dios puso dentro de nosotros que es la paciencia. Nos aceptamos el uno al otro. Es decir, el amor acepta. El amor acepta. No trata de cambiar a la otra persona. Ese es un factor importante, la paciencia. Fíjate que, por ejemplo, volviendo un poquito a recordar el tema de las plantas, de la planta. Dios estaba impaciente. Estaba impaciente porque no le veía resultados a esa planta. ¿Ya? Y Dios sabía que en algún momento tenía que cortarla. Pero siempre Dios te enseña con alguien. Fíjate que viene mi suegra, mi suegra porque no sea la experta en jardinería. Tiene sus flores en su casa. No la experta. Pero tenía algo en que yo iba a aprender. Y la trajo de Colombia para acá para yo aprender. Y tenerle paciencia a unas plantas que un día sí iban a dar flores. Y en la relación es igual así. Tenemos que tener paciencia. Tal vez en la relación hay espinas. ¿Ya? Hay espinas. Pero fíjate que yo me espiné muchas veces con esas plantas. Pero mi suegra no se espinó. Ya sabía cómo agarrar las flores, cómo agarrar las plantas para no lastimarse. Exacto. Y en las relaciones es igual. Si yo sé que a mi esposa no le gusta que le hable de tal manera, tengo que saber cómo hablarlo. Exacto. ¿Entiendes? O sea, tengo que saber cómo expresarme. ¿Entiendes? Si a mi esposa no le gusta que yo le haga bromas, entonces tengo que saber que ese tipo de bromas no las puedo hacer con mi esposa. Claro, porque el amor respeta. Exactamente. Y eso nos lleva a ser pacientes. Porque tal vez puede ser que en la relación dices, bueno, yo no le hablo malas palabras a mi esposa, yo no le hablo chistes de mal sentido, pero no le tengo paciencia. ¿Entiendes? Pero no le tengo paciencia. Entonces, lo dije, mencionamos en alguno de los programas que deseamos que los opuestos se atraen. Es algo que funciona, es una ley de la naturaleza. Cuando tú pones dos imanes con los polos iguales, ellos se repelen. Pero cuando los pones con los polos contrarios, se atraen. Entonces, los opuestos se atraen por naturaleza y así mismo lo vemos. Entonces, de repente una persona que por naturaleza es paciente, es atraída a una que por naturaleza no es tan paciente y entonces esa persona trae el balance a la relación. Pero de pronto el que es paciente, en cambio, puede ser que sea rancoroso. O de pronto el que es paciente puede ser que tenga el problema del sarcasmo en alguna cosa. Es decir, alguna diferencia que es sarcástica. Exactamente. Eso sería sarcástico, sería como tener espinas también. Claro, exactamente. Eso lastima. Lastima, exactamente. Y eso es lo que tenemos que tener cuidado. Una de las cosas, paciencia. Paciencia es un mundo grande. Paciencia no quiere decir lentitud. Ah, es demasiado paciente. No, no. Puedes ser rápido, ágil, pero ser paciente. Yo he aprendido a ser paciente. Saber esperar. Yo he sabido ser paciente en muchas cosas. En muchas cosas. A veces uno, por ejemplo, en los trabajos. Por ejemplo, el trabajo mío. Yo me pongo a editar o me pongo a diseñar. Hay personas que dicen, no, es que usted lo hace en la computadora, lo hace rápido. No, yo no me puedo sentar en la computadora y decir, la computadora hace el comercial que lo quieren rápido. Entonces, la paciencia. La paciencia, ¿por qué? Porque te ayuda a dimensionar más cosas. Porque la paciencia es un campo muy abierto, muy grande. Entonces, si yo tengo paciencia, estoy entrando a ese campo grande, donde yo puedo observar todo. Pero cuando soy impaciente, es como que te pones, cuando se te ponen los caballos, esas gafas, los tapabocas, no sé cómo se llaman en realidad, no sé cómo se llaman, puede estar diciendo cualquier cosa, pero te ponen para que no vean en ningún lado, así. Ese es el impaciente. Así es el impaciente. Solo camino así, ¿ya? Y se pierde dentro de cosas. Exactamente. No tienes el panorama completo. Claro. Porque si tú tienes a tu pareja, tú tienes a tu esposo o tu esposa, que es impaciente, entonces tú tienes que ver el panorama amplio. Porque él está viendo así, y la otra persona, tu cónyuge, te está viendo muy poco. Pero alguien tiene que ver lo bueno que hay. Porque yo solo estoy viendo aquí lo que me molesta. Pero cuando ves todo el panorama, ves que hay cosas que te pueden hacer feliz de la persona. Claro. Y yo creo que la pareja, una de las cosas que es interesante es saber que es nuestro complemento. Es decir, en el mundo hay un muy mal dicho, que cuando dicen voy a casarme, encontré mi media naranja, por ejemplo. Eso es un gran problema de concepto. Pero cuando yo estoy hablando de que la otra persona me va a completar, eso me está diciendo a mí que yo no estoy completo. Y eso es un gran problema. La pareja está puesta para ser complemento, no para completarme a mí. Porque si yo no soy feliz, si yo no estoy contenta conmigo misma, y yo estoy esperando que otro me complete, me estoy volviendo carga para la otra persona. Pero si yo me siento un ser completo, y así fue como Dios nos diseñó, somos seres completos. Entonces yo traigo a la pareja algo, aporto a la pareja algo. Pero cuando solamente estoy sentada esperando que el otro me complete, entonces estoy generando un desbalance en la pareja. Los dos necesitan contribuir. La relación es de dos. Y yo creo que una de las cosas que enfría la pareja es cuando una de las dos personas, o de pronto hasta los dos, no se complementan, no se ayudan el uno al otro, sino que se deja la carga en la otra persona. Es decir, el no asumir la responsabilidad de lo que yo puedo aportar. Por ejemplo, en las parejas muchas veces se encuentra esto, y nosotros tenemos años dando consejería matrimonial, y esto es bien común escuchar. Es que ya me cansé de ser yo siempre el que pido perdón. Es que ya me cansé de ser yo siempre la que tomo la iniciativa. A ver, la pregunta es, ¿qué si tú estás en esa parte, si es lo que tú aportas a la pareja? ¿Cómo puedes cansar de dar algo que tú aportas? Porque la otra persona está aportando otra cosa diferente. Entonces el otro pudiera decir, ah, yo ya me cansé de hacer la mecánica del carro, o ya me cansé de trabajar para traer el sustento a la casa. Es decir, cada quien aporta. Y parte de la paciencia es justamente eso. Fíjate que, mira, hay personas, por ejemplo, que dicen, ya me cansé de pedirle perdón, como dices. Tienen una buena actitud, pero tienen un mal concepto. Por ejemplo, está bueno pedir perdón, pero ellos no entienden que el perdonar, sinceramente perdonar, no te cansas. Perdonas una, perdonas dos, perdonas tres. No quiero que me entiendan mal las personas, por ejemplo, que dicen, ah, o sea que yo tengo que perdonarle a mi esposo dos, tres, cuatro, cinco, diez infidelidades. Eso es otra cosa. O sea, estamos hablando de cuestión de carácter. No estamos hablando de adulterio, ni estamos hablando de fornicación. Estamos hablando de un tema de carácter. O de abuso físico. O de abuso físico, ¿me entiendes? Estamos hablando de un tema de carácter. Por ejemplo, si yo, por ejemplo, hago enojar a mi esposa por algo que lo hice intencionalmente, yo dije, bueno, yo lo hice intencionalmente, o lo hice inconscientemente, cualquiera de las dos cosas. Yo le digo a mi esposa, perdóname. Entonces ella dice, te perdono. Pero pasa otra vez, mira, perdóname. Entonces mi esposa dice, ah, ya me cansé de perdonarlo. No, no, es que es un tema de carácter, porque recuerden que estamos hablando que somos diferentes. Lo otro es otra cosa, o sea, no lo vamos a mezclar. Fíjate, de ahí nos viene a traer el tema de lo que dice la palabra que el amor es bondadoso. ¿Ya? Cuando yo soy paciente, produzco algo que se llama bondad. Claro. Lo que tú decías, aborto. Aborto. Por ejemplo, las personas andan buscando una media naranja, y a veces esa media naranja, o tú estás ya podrido, o la otra naranja está media podrida también. ¿Me entiendes? Entonces, ¿cómo tú vas a aportar, vas a unirte con alguien que no estás, como ustedes podríamos decir, que quiere ser lo mismo que la otra persona? Entonces, si tú estás herida y yo estoy herido, ambos vamos a ser un desastre. No nos vamos a sanar los dos. Uno de los dos tiene que estar bien para poder ayudar a la otra persona. Claro, y el elemento de la bondad, lo que estabas hablando del tema de la bondad, me hace ver lo bueno en la otra persona. Es decir, nosotros siempre tenemos dos maneras de cómo ver el mundo. Tenemos siempre dos alternativas delante de nosotros. O yo veo el vaso medio lleno, o lo veo medio vacío. Tú tienes allí un vaso medio, yo diría, medio lleno. Entonces, alguien lo puede ver y diría, pues, está medio vacío. Y entonces, la alternativa que tenemos siempre es ver, tengo mi cónyuge, me enfoco en lo malo, me enfoco en lo que no hace, me enfoco en lo que no cambia, o, en cambio, le veo lo bueno. Traigo, pienso en lo que aporta en la relación, valoro eso, lo motivo. Entonces, yo creo que la bondad se trata de, el ser bondadoso se trata de reconocer el valor que hay en la otra persona. El hacer lo bueno, no pagar mal, bien, ¿cómo es? Mal por mal. Sino que nosotros, cuando vemos que hay un error, cuando vemos que hay una falta, cuando vemos que hay algo que, en definitiva, nos ofende, yo puedo generar una buena acción. Eso es ser bondadoso, actuar con un corazón perdonador. Es decir, el tener un corazón perdonador me hace actuar en bondad en el hogar. Entonces, la palabra nos está diciendo, ¿qué es lo que daña una relación? Dice la palabra que el amor no es envidioso, no es ansioso ni orgulloso. Mira qué interesante, el que no sea envidioso, quiere decir que tú te vas a alegrar de los logros de la otra persona. Esto daña las relaciones. Cuando una de las dos personas envidia el que la otra persona logre sus objetivos. Es decir, somos dos mundos, tenemos proyectos diferentes. ¿Los unimos para que la pareja avance? Claro que sí. Pero cuando en el corazón de uno de los dos cónyuges hay envidia por causa de los logros del otro, eso enfría definitivamente la relación. Hay relaciones, por ejemplo, digamos, vamos a poner un ejemplo, que tú quieres estudiar. Bueno, yo voy a estudiar, voy a hacer una carrera más, o voy a aprender esto, y el esposo le diga, no, no, no, no. Tú ya aquí en la casa y olvídate de eso, tú tienes que cuidar esto. Ahí viene la envidia, ¿me entiendes? Eso es un tema, a veces puedes decir, yo no soy envidioso. No, no, pero en esa área tienes una envidia, porque ella quiere progresar. O sea, voy a animar, así anima. Cuando estaba haciendo el masterado, bueno, yo voy a recobrar a Josué, o yo hago de comer, yo cocino, mientras tú haces la clase. Pues no es para toda la vida. Y se han ido teniendo logros. Cuando yo he hecho cursos, he estado estudiando otras cosas, tú, bueno, yo me encargo de esto y tú te ayudo. Estamos ayudándonos. En definitiva es para el beneficio de todos. Dejamos la envidia a un lado y nos alimentamos en el apoyo, en la bondad, en la paciencia. Entonces dejamos el tema de la envidia. Fíjate que dice que el amor no es jactancioso. No es jactancioso. Si trabajamos juntos, tú ganas mil dólares semanales, yo gano mil quinientos semanales. Entonces, yo gano más. Tú tienes que atenderme a mí porque yo gano más dinero. Es jactancioso. O el caso, por ejemplo, de una pareja donde el esposo es el que trabaja y la mamá es la que se queda en casa. En definitiva, o la esposa, perdón, es la que se queda en casa. Entonces, en definitiva, los dos están trabajando. Puede ser que uno de ellos es el que está trayendo el sustento de afuera. Pero la que se queda en casa está atendiendo a los hijos, está dejando la casa limpia, está haciendo una tarea que es irreemplazable. Nadie puede formar mejor tus hijos que tú mismo. Entonces, cuando la mujer o el hombre, porque a veces es al revés, que la mujer sale a trabajar y el hombre es el que se queda en casa, el que se queda en el hogar está trabajando juntamente con el que sale. Entonces, el ser jactancioso es decir, yo soy el que traigo el dinero o soy la que traigo el dinero y por lo tanto mi voz es la que se escucha dentro del hogar. Es un mal concepto y esto enfría definitivamente las relaciones de pareja. Es algo que va en contra directamente del autoestima porque nosotros tenemos que saber que la relación de pareja implica una autoestima saludable. El éxito de una relación de pareja es donde los dos se alimentan su autoestima y ahí tendríamos que entrar en el campo de cómo la mujer alimenta su autoestima y cómo el hombre lo alimenta. La mujer recibe o fortalece su autoestima cuando escucha palabras de valor de parte de su esposo y sus hijos. Los hijos y el esposo son los que alimentan la autoestima de la mujer. Ella se siente segura, se siente alimentada, se siente bien cuando su trabajo es reconocido, cuando ella se siente valiosa para los de su hogar. El hombre se siente en cambio valioso, siente una autoestima saludable cuando alcanza cosas hacia afuera. Para el hombre es mucho más importante los logros de fuera, es decir, de su trabajo, que para la mujer. Entonces, por eso nosotros en el hogar Dios nos diseñó para que seamos complemento. Al hombre Dios le dio la capacidad de ser el líder del hogar, a la mujer le dio la capacidad de ser la ayuda idónea. Y cuando nosotros nos movemos en esos roles estamos siendo definitivamente felices y podemos experimentar la plenitud de la pareja que Dios diseñó. Se nos ha ido el tiempo. Te damos gracias por estar con nosotros durante este tiempo de programa. Es una bendición llegar a tu hogar. Recuerda también que un hogar no se compra, se construye. Así es. Gracias por haber estado con nosotros. Esperamos que esta semilla dé fruto en tu vida. Nuestro objetivo es ayudarte a descubrir tu propósito y darte herramientas para llevarlo a cabo. Este programa es auspiciado por Ministerio Casa de Encuentros.

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