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Ahora conoceremos la experiencia de tres personas que integran la comunidad trans, ellas nos contarán de primera mano lo difícil que es formar parte de una minoría.
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Ahora conoceremos la experiencia de tres personas que integran la comunidad trans, ellas nos contarán de primera mano lo difícil que es formar parte de una minoría.
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Ahora conoceremos la experiencia de tres personas que integran la comunidad trans, ellas nos contarán de primera mano lo difícil que es formar parte de una minoría.
The transcription is about the experiences of two individuals within the transgender community. Jedeth, a transgender woman, shares her journey of self-discovery and the challenges she faced in her transition. Rudy, a transvestite, discusses the violence and abuse he endured from his family and society. Both stories highlight the discrimination and struggles faced by transgender individuals. They emphasize the importance of respect and the need for societal acceptance. Atrapando al piel de hombre y una mente de mujer No eres normal Me reían a los demonios Le robaron la sonrisa innata de la niña Libre, sueño ser libre No entremos más en excursión Quiero ser libre, de todo libre Hola, bienvenidos de nueva cuenta a este podcast, más suyo que el nuestro. ¿No crees? Hola, bienvenidos de nuevo a este podcast, más suyo que el nuestro. ¿No crees? Sí, exactamente. Vamos a tener tres grandes invitadas que nos estarán haciendo el favor de compartirnos sus historias de vida y pues así mostrarnos un poco más de lo que pues ignoramos de esta comunidad y de varios aspectos en general que pues al no pertenecer, al no formar parte, pues no entendemos claramente. Y pues me gustaría empezar presentándoles a Jedeth, una mujer transexual, una chica muy fuerte que está en su proceso de transición. Hola, muchas gracias por invitarme a su podcast. La verdad es que lo escucho casi todos los días y en verdad me encanta demasiado y obviamente pues me sentí muy afortunada por poder compartir este espacio con ustedes y con otras compañeras de la comunidad. Guau, me encanta cómo vienes vestida, ¿eh? Ustedes no lo ven ahí pues porque nada más no se escucha, pero trae un outfit, te digo outfit, es el señor outfit. Nos encanta tenerte aquí con nosotros y nos gustaría que pudieras contarnos sobre tu historia, como todo el proceso que vives y que viviste. Ay, no, muchas gracias, me están sonrojando. Bueno, mi historia en gino es muy diferente a la de otras personas transexuales. Si está marcada por muchos hechos violentos, abusos, burlas, pues en sí hechos que me hicieron sentir algo humillada, pero también y muy afortunadamente en este proceso pude acompañarme de personas muy queridas y pues ese proceso no termina. Esto empieza conmigo siendo un niño de nueve años y antes que nada para evitar todos los malos entendidos, quiero aclarar que no odiaba ser un hombre, pero simplemente no me gustaba verme al espejo con rasgos masculinos. No me gustaba cómo se veía eso en mí. Me gustaba ver a mi mamá arreglándose, usando faldas, vestidos, maquillaje, lo que la sociedad normativamente ha asignado para que lo usen solo las mujeres. Y lo único que yo tenía claro a la edad de nueve años era que no me gustaba vivir siendo un hombre. Claro, tú querías hacer como todo este ritual que veías que hacía tu mamá, ¿no? ¿Alguna vez lo hiciste? Sí, efectivamente, lo hice en una fiesta de cumpleaños de mi hermana, mientras todos estaban distraídos ahí en el patio cantando de las muñecas. Entré al cuarto de mi mamá y me puse a hacer todo lo que veía que ella hacía cuando se arreglaba. Agarré el vestido de ella que más me gustaba y pues, como yo estaba chiquito me quedaba enorme, pero aún así me lo dejé y me salí a la fiesta. Y no, no se imaginan la cara de todos. La verdad es que la mayoría tenía una cara de asco, como si hubieran visto a alguien haciendo, no sé, la peor cosa del mundo. Y tu mamá, cuéntanos cómo fue la reacción de precisamente tu figura de inspiración para pues todo este ritual de cuidado, de gestimienta y todo así. Pues después de que terminó la fiesta, mi mamá habló conmigo y dijo que comprendía que no me gustaba sentirme como un hombre, pero que vivía en una sociedad en la que no iban a aceptarme tan fácil y que mejor desistiera por el momento de ese tipo de ideas, al menos hasta que la sociedad pues hiciera más open mind. ¿Cómo crees? Digo, me imagino que eso fue un golpe muy fuerte para ti, sobre todo porque te lo dijo alguien muy cercano a ti. Entonces, ¿a qué edad empezaste de nuevo a decir quiero verme, sentirme como mujer y eso es lo que haré? Pues desde ese día que hablé con mi mamá, reprimí cualquier idea de verme como una mujer hasta que salí de la secundaria. Cuando cumplí los 15 años y después de buscar en Internet muchas historias y testimonios de personas transsexuales, dije ya, ya estoy harta y que por culpa de personas incapaces de comprender la libertad de expresión, yo tenga que estarme sintiendo mal y no para desarrollarme de la manera en que yo quiero. Ahí sí no me importó nada, me maquillé, me arreglé y me fui a la prepa. Entonces, ¿iniciaste ya tu prepa tal cual como mujer y esto no te causó problemas? O como mencionamos en el episodio pasado, el caso de Oaxaca de esta muchacha a la que le prohibieron la entrada por traer el uniforme, que entre comillas no era. ¿A ti no te sucedió algo como eso? No, no, no, no, ¿cómo cree? No. A mí se me dejaron entrar a la escuela, pero sí hubo comentarios transphobicos de parte de mis compañeros, esos nunca faltan. Hubo un punto en el que de verdad ya no estaba soportando nada, y nos fue corriendo a llorar al baño de los hombres, porque todavía tenía como ese miedo de entrar al baño de las mujeres y poder incomodarlas o algo así. Pero la verdad es que yo ya no tenía ganas de volver, ya había empezado un proceso de transición. Sí, claro. Y en prepa, en esos años, precisamente, todavía era tabú hablar sobre sexualidad, género, esa parte del proceso debió ser muy dura. Y es justo lo que comentábamos en el programa pasado, al final del día la sociedad siempre juzga de forma criminalizante. Pues fíjense que desde ese día yo empecé a mostrarme más como la mujer que quería ser. No perdí el miedo a los comentarios que se veían estando ahí, pero con el tiempo me fui acostumbrando a ellos. Comprendí que no iba a poder agradarle a toda la gente, y que eso no tenía que limitar la forma en que yo quería disfrutar la vida. Qué bueno que de lo malo hiciste lo bueno, y agarraste ese coraje y valentía para afrontar las cosas y seguir con tu proceso de ser la mujer que hoy en día eres. Y platícanos ahora que ya habías decidido que la sociedad y sus ideas no iban a definir cómo vivirías tu vida, ¿a qué edad, en qué momento empezaste tu transición exactamente? Más aparte de esto de ya ir a la escuela, ¿qué te pasó? ¿Qué te hicieron exactamente más aparte de esto de ya identificarte, vestirte como mujer? O sea, ya, pues otro proceso, ¿sabes? Yo empecé mi transición física a los 21 años, inmediatamente el día que los cumplí, ya tenía yo asciendada a mi cita con la psicóloga, porque evidentemente quería que todo este proceso no se afectara a mi salud mental. Y el siguiente paso que hice fue empezar a feminizar mi cuerpo, tomando algunas hormonas, porque a pesar de que ya estaba decidida en este proceso, todavía no me sentía tan lista para someterla a una operación. ¿Y cómo fue este proceso de feminización? ¿Qué tomabas exactamente? ¿Qué hacías? ¿Y cómo fue para ti ver los cambios en tu cuerpo? Yo tomaba dos tipos de medicamentos. Las primeras eran las hormonas, que estas como tal tenían la función de empezar a feminizar mi cuerpo. Y tomaba otros, que eran los bloqueadores, para dejar de secretar las hormonas masculinas. Después ya empezaba a sentirme un poco más feliz, ya viendo muy pequeñísimos cambios en mi cuerpo. Bueno, y hasta antes de eso, me hacías que te daba miedo someterte a una operación. Entonces, ¿en qué momento decides ya someterte a operaciones? ¿Y por qué tomas esta decisión tan drástica? Pues, como ya te comentaba, veía cambios muy pequeñísimos en mí. Y aunque estaba feliz con ellos, decidí someterme a las intervenciones porque no estaba de todo encantada con los resultados. Yo quería que fuera algo más efectivo y en un lapso de tiempo más corto, para poder verme más rápido como una mujer. Eso sí, sigo tomando algunas hormonas para la voz principalmente, para que se pueda escuchar a la femenina. Pero oye, entonces, ¿cuántas operaciones dices que tienes? Ahora, bueno, todas las operaciones que me he hecho, pues hasta ahorita llevo cuatro. Primero me quité el pene y los testículos, después un incremento de mamas y de glúteos. Y ya, por último, nada más por vanidosa, me hice la lipo. También tengo en mente someterme a una operación de estructuración de vagina, pero es con injerto de colon y la verdad me da ñañara. Claro, claro, la vanidad. Todas queremos vernos lo más hermosas que podamos para nosotros mismas. Y si el universo crea los cirujanos, pues para qué están, más que para usarlos, ¿verdad? Y aparte de las ñañaras, ¿qué otras dificultades, otros retos crees que marcan esta decisión de someterse a intervenciones? Las dificultades que yo veo es que primero las operaciones son muy caras y no todos los que pertenecemos a esta comunidad trans pueden costearlas. Y yo considero que deberían de ser operaciones que podría realizarse una persona en algún servicio médico público, como el BCLIN. Al menos lo que podría ser la extracción de pene y testículos o la estructuración de la vagina. Porque es un derecho humano. ¿Con qué razón el gobierno impediría mi desarrollo libre de personalidad por medio de la salud? ¿Deberían de ser procedimientos accesibles para todos? Para que de alguna manera no sigan vulnerando los derechos de la comunidad trans. Claro, estoy totalmente de acuerdo contigo porque, aparte, sabes que, bueno, en realidad se supone que la construcción del primer artículo de la Constitución, no el segundo, o sea, no el segundo, no el último, sino el primero, dice que se ejecute cualquier acción que atente contra la dignidad humana, los derechos y su libertad. Me gustaría preguntarte, porque claramente para eso estamos aquí, para indagar, preguntar, informarnos y conocer. Aunque algunos de nuestros queridos sellantes dirán que para sacar el chisme. Y no están del todo equivocados. ¿Tú crees que al someterte a estas operaciones, al feminizar más tu cuerpo bajo los cánones y séteros que la sociedad impone, esto implica un mayor reconocimiento por parte de la comunidad, o sea, en general, y por lo tanto que la lucha ya esté culminando? No, para nada. Mi lucha, ni la lucha de otras personas trans, ha terminado. Luego cuando yo estoy platicando con otras personas sobre mi transición, me dicen ¡Ay! Yo pensé que si eras una mujer real, pues me enojo ni que te diga. Me he aguantado a las alas de soltarles un trompón en la cara porque me sigo sintiendo vulnerada. Y con esto que comentas, la semana pasada que estaba escuchando el episodio anterior del podcast, yo no podía no sentirme tan identificada con las cifras que daban sobre, creo que era la criminalización. A mí en lo particular, jamás me han detenido por haber participado en un delito, ni siquiera injustamente, pero me gustaría contarles una anécdota que le pasó a otras compañeras de la comunidad, precisamente en la pasada marcha del 17 de junio del Orgullo LGBT+. Yo no pude ir porque, pues actualmente yo no comparto muchos ideales de estas marchas, pero eso ya es un tema para otro episodio. Pero unas amigas igual trans se asistieron. Me cuentan que ellas iban muy tranquilas, ya saben, gritando las consignas, bailando, disfrutando. Pero para esto, ellas aún no se han realizado intervenciones quirúrgicas y apenas están comenzando con el tratamiento hormonal. Y entonces si ustedes la ven, pues aún tienen algunos rasgos masculinos. Entonces, lo que pasa después es que se les acercan unos policías y las empiezan a amenazar. Y les dicen, ay, ya sabemos que son viejos disfrazados que nada más quieren venir a acosar a las muchachitas aquí en la marcha. No hombre, toda la gente casi se les dio encima por creerles a estos tipos de policías. Pero pues afortunadamente por ahí iban otras conocidas que las reconocieron y pudieron auxiliarles. Y es que qué les pasa, o sea, era su día y en una historia justo en la marcha van y les hacen esos comentarios. No hombre, hasta yo misma voy y les agarro al trompazo como dijiste tú. Pero sabes, me da gusto que sigas luchando por esos derechos. Ellas deberían de estar estipulados, pero la sociedad y el Estado aún no aceptan. Pero bueno, fue un gusto haber escuchado esta historia, que es la otra cara de la moneda de lo que los medios periodísticos nos cuentan. Nos gustaría tenerte por aquí más seguido. ¿Te gustaría decir algo a nuestros leyentes? El mensaje que a mí me gustaría darle a todos sus leentes es que siempre vivan bajo el respeto, que ese siempre sea su lema. Respeten y exijan el respeto que merecen. También para los que son pertenecientes de la comunidad, que no desistan. Nunca sabemos cuántos pasitos nos van a quedar para terminar con la Transobia y nosotros no podemos rendirnos tan sencillamente. Transobiendo Esa entrevista fue impresionante, no? Como todas las historias, una experiencia de vida única. Y es a dónde vamos a otra experiencia única en este proceso. Y a esta vida la encontramos entre nuestros oyentes. Con ustedes, Rudy. Hola, primero que nada, quiero agradecerle la invitación para colaborar en este podcast con ustedes. La verdad, si le estoy sincera, soy su fiel oyente. Me siento muy identificada con su contenido y admiro la manera en la que hablan del tema. Me presento, mi nombre es Rudy Rafael Díaz Méndez. Soy travesti y tengo 50 años. En este desprecio que ustedes me brindan el día de hoy, abriré mi corazón y les compartiré mi historia, la cual está inmersa en violencia, intentos de homicidio e incluso violaciones. Y estoy seguro de que muchos de mi comunidad estarán identificados con esta historia. Y estoy seguro de que muchos de mi comunidad están identificados con él. Antes que nada, agradecerte por abrir esta parte de ti con nosotras y con el programa. Nos interesa que nuestros oyentes tengan más información sobre todo y todo lo que abarca esta comunidad. Pero bueno, cuéntanos de ti. ¿Desde cuándo te diste cuenta que no te identificabas con tu sexo? Bien, bueno, mira, te cuento. Desde los 5 años comprendí que me identificaba más como mujer que como un hombre. Y todo esto comenzó a desencadenar agresiones directas hacia mi persona, pues por parte de mi padre y mi hermano mayor. Ellos me exigían con golpes que me comportara como hombre y si me negaba a hacerlo, las agresiones eran peores. Mira, yo soy la tercera de 7 hijos. Mi familia es humilde y muy numerosa. Sin embargo, mi mamá fue la única que siempre veía por mí y me apoyaba. Pero el que mandaba era mi padre, ya que él sustentaba el hogar. Tras mi cambio de actitud y comportamiento, la gente de mi zona en la que vivía comenzaron a hablar cosas de mí. Dios mío. ¿Y sabes por qué tu padre tenía tanto poder o dominio en tu casa? Bueno, aparte de esto de ser el proveedor. Y tus vecinos, los que te rodearon, la gente de tu zona, ¿qué era lo que decían de ti? Pues mira, lamentablemente yo nací en los 70 y la mentalidad de las personas era muy cerrada. Y evidentemente casos como el mío no eran bien vistos. Incluso te puedo decir que se comentaba que era un castigo para mi familia que yo me comportara de manera tan afeminada. Definitivamente, otras épocas como dicen. ¿Y estos comentarios afectaron aún más en cómo se trataba tu padre o mentiría de su padre? ¿Cómo se trataba tu padre? ¿Hicieron que aumentara su maltrato? ¿Sabes? Una forma de controlar mis preferencias por parte de mi padre era que le prohibía a mi mamá dejarme salir de casa. No me dejaba ni siquiera asistir a la escuela. Y ni se diga mucho menos jugar con niñas, ¿eh? Algo verdaderamente cruel. Y algo que nunca voy a olvidar era que me mantenía amarrada a una silla durante todo el día. Recuerdo que cuando mi padre comprendió que no podía cambiarme y modificar mis preferencias, planeó junto a mi hermano mayor matarme, ¿puedes creerlo? Y tirarme al río. La verdad, ni siquiera recuerdo cómo llegué ahí. Solo recuerdo que mi hermano aventó un patito de estos de plástico al río. Y pues yo de estúpida quise recuperar el patito. Cuando mi hermano aprovechó y me empujó. Te lo juro que di unos gritos de terror que en mi vida había dado. Pero afortunadamente una señora me rescató. Dios mío, que... No entiendo cómo un padre podría hacerle algo así a su propia sangre, a sus propios hijos. Y, ¿qué pasó después? Además como mencionas, eras solo una niña. ¿Cómo fue para ti tener que tratar de volver con esa familia que trató de lastimarte? Pues te confieso que después de ese intento de homicidio ya nada fue igual, evidentemente. Me sentí muy insegura en mi propio hogar, ¿puedes creerlo? Ni siquiera quería comer porque yo creía que hasta en mi comida me podían echar veneno o algo así. Con tal de deshacerse de mí, porque pues no me querían. Yo ya no podía ni descansar. Te lo juro que yo estaba consciente de que me tenía que cuidar de ellos. Todo esto era como vivir con mis peores enemigos en mi propia casa. Lamentablemente mi papá y yo, pues en este mundo fuimos los dos grandes enemigos. No nos podíamos ni ver, te lo juro. No me dejaba de pegar, literal, hasta que me miaba. Y no precisamente del miedo, ¿eh? Sino de los cinturonazos que me daba tan fuertes. Inclusive déjame comentarte que una vez hasta me pegó con una hebilla en la cabeza y me descalabró. Me imagino que el ser una niña, descenderte a ti misma, debió ser tan complicado. Y sobre todo porque él mantenía el hogar y tenía claramente una ventaja sobre ti en todos los aspectos. Es decir, tan solo por el hecho de ser tu padre implicaba una situación que te ponía así muy por debajo de siquiera tratar de defenderte. Pues mira, déjame comentarte que esto no acaba ahí. Cuando yo tenía nueve años de edad, mi padre intentó matarme por una segunda ocasión. Un día llegó al alcoholizado y me ahorcó. Así, de la nada. Mi madre en ese momento, la verdad, me defendió. Y fue ahí cuando decidió enviarme con una tía abuela. Mira, sinceramente yo pensé que mi martirio por fin acabaría ahí. Sin embargo, no fue así. Cuando yo decidí volver a estudiar, comenzó un nuevo viacrucis para mí. Pues déjame contarte que mi maestro me violaba. Y ante la vida que llevaba y evidentemente las nulas formas que había aprendido para defenderme, jamás le dije nada a nadie. Yo viví todo este proceso sola. Tiempo después, mi tía abuela falleció y nuevamente un dilema se me presentaba. Tenía dos opciones, quedarme en el lugar con el maestro que me violaba o volver a casa de mis papás y recibir más agresiones. ¿Y tú qué crees que decidí? Así es, volver a aguantar las madrizas por parte de mi papá. Porque la violación es lo peor que te pueden hacer. ¿Sabes? En realidad, no sé qué se siente tener familia. Nunca me dieron ese calor. Nunca me dieron ese cariño. Conforme fui creciendo, las agresiones iban aumentando. Y fue hasta que cumplí los 14 años que mi madre me dio un poco de dinero para salir de casa. Recuerdo perfectamente sus palabras al darme el dinero. Me dijo, en cualquier lugar del mundo vas a estar mejor que aquí. Con ese dinero yo llegué al puerto de Veracruz, en donde viví por 8 años. Después tuve diversos trabajos para poder coser el cambio que yo quería. Yo quería inyectarme hormonas para modificar mi cuerpo. Y evidentemente, ahora que me encontraba libre, inicié a vestirme con la ropa que siempre me había llamado la atención. Dios mío, no saliste de un infierno para ir a otro peor. Y terminaste regresando el primero. ¿Qué clase de vida se enfrentaba una niña así? Todavía ni siquiera tenías la mayoría de edad. Y ya habías vivido tantas cosas que no debiste de vivir. Pero si no es sin discreción, ¿qué tipo de trabajo tenías que hacer para poder mantenerte? Para serte sincera, la primera vez que me prostituí fue cuando tenía 17 años de edad. Y fue alrededor de los 24 años que yo llegué a Toluca. Llegué a Toluca porque estaba escapando de la policía después de que una de mis compañeras de Veracruz le robara el dinero a un hombre. Y eso provocó que nos persiguieran para encarcelarnos. En Toluca, mi primera vivienda fue en la conocida vecindad de Loyo. Cuando yo llegué a ser capitán mexiquense, me percaté de algo muy interesante, la verdad. De que los gays no cobraban por su servicio sexual. Eso evidentemente a mí no me pareció. Así que, pues la verdad, yo comencé a cobrar 60 pesos en ese tiempo. Dicha calle fue el inicio de la prostitución en Toluca, no sé si lo sabían. Y con la llegada de varias travestis al lugar, la policía nos perseguía, nos pegaba, inclusive nos violaba. Es por ello que en 2005, el exgobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, firmó un documento en el que se establecen zonas de tolerancia para travestis, no sé si sabías de esto. Una de ellas es la calle Humblot, que es donde yo trabajaba. La verdad estoy sin palabras. ¿Tú, Ixel, tienes algo que nos puedas aportar? Porque yo de verdad no tengo una sola palabra que decir. Pues, ¿qué te digo? Si tú estás sin palabras, yo, mira, toda esta historia me he quedado bien callada porque realmente me parece impresionante lo que ha tenido que vivir siendo una pequeña... O sea, creo que no hay forma en la que mi cabeza acepte que tu propio padre quiera hacer eso. Disculpenme. Es que de verdad me llena de mucho coraje todo lo que tuvo que pasar y pensar que a pesar de todo eso tiene que seguir luchando y esforzándose porque le valgan sus derechos y todo lo que tiene que estar viviendo. De verdad, estoy muy conmovida. Y Dinos, ¿tú crees que de cierta manera esto sea un avance? El hecho de que les quedan la zona de tolerancia haya sido al menos una forma de que ustedes puedan empezar a tomar un poco de lo que necesitaban, tal vez, porque claramente la gente no se prostituye por gusto, sino un poco por necesidad, tal vez. Pues, mira, a pesar de los avances que se han logrado en la actualidad, aún quedan lagunas legislativas como el buen servicio médico, de hecho, y sobre todo para el reconocimiento legal de la comunidad LGBTT+. ¿Sabes? Algo que estaría muy padre desde mi punto de vista es que nos dieran una credencial, una identificación, pero que no nos dieran una credencial como mujer biológica. A mí me gustaría una credencial donde especifique quiénes somos nosotras, mujeres travestis. ¿Una credencial con esta especificación? ¿Cómo es eso? ¿A poco no estaría padre? Mira, podríamos recibir incluso un mejor servicio médico. Pues, mira, si nos presentamos con una credencial de mujer biológica, evidentemente nos atendería, por ejemplo, un ginecólogo. Y lo que nosotros necesitamos es un endocrinólogo. Vaya. Creo que incluso me parece que evitaría cierta discriminación, pues, estar recibiendo lo que necesita, pues, de acuerdo a... ¿Por qué no? Por decirlo de alguna forma, de su condición, pues, está haciendo una atención más personalizada, adecuada y específica, pues, para las necesidades que tiene como persona trans. Y, bueno, como nuestra invitada anterior, ¿hay algo que te gustaría comentar? ¿Una reflexión, tal vez? Creo absolutamente, estoy muy segura, que a nuestros oyentes, de verdad, les gustaría escuchar unas palabras de una chica que vivió tantas cosas y es tan valiente como tú. Bueno, pues, después de compartir, pues, de manera breve con ustedes y con los oyentes, claramente, lo que ha sido mi historia hasta ahora, pues sí, sí me gustaría dejarles un breve y bonito mensaje. Cada persona es lo que quiera ser. Que nadie te diga cómo debes de ser o parecer. La apariencia física es efímera, al final de cuentas, pero la esencia de cada persona es eterna. Agradezco con el corazón que me hayan aperturado este espacio de diálogo. De verdad, fue un gusto enorme estar con ustedes el día de hoy. Gracias a ti, Rudy. Gracias por absolutamente todo, por todo lo que nos platicaste. Tú, de verdad, eres impresionante. ¿Has escuchado de LGBTQ+, oh, yo soy la T? El día de hoy hemos tenido muchas invitadas especiales, pero bueno, ya escuchamos a dos de nuestras invitadas, pero ¿qué creen? ¿Aún hay más? Sí, así como lo escuchan. Hoy también contamos con la presencia de Gaby. Hola, Gaby, cuéntanos, ¿cómo has estado? Hola, primero que todo, gracias por la invitación. Me presento, soy Gaby. Un gusto estar en este podcast. Escuché el episodio antes de venir y se me hizo muy entusiasmada. Gracias a ti por aceptar nuestra invitación y venir aquí a compartir un poco de ti. Sí, gracias. Bueno, para mí hablar de este tema siempre va a ser muy personal, pero siempre de lo más sincero. Y bueno, pues soy una persona transgénero. Bueno, chicos, llegar a este punto, a esta conclusión de saber y decir que soy transgénero, me gustaría decir que tuve que pasar por tres grandes pasos que han conformado mi proceso. Siento que fueron y faltan muchos más por vivir de este gran proceso, pero siento que estos tres fueron muy esenciales en donde viví muchas experiencias. Estamos realmente ansiosas por escuchar estos tres pasos, que como mencionas, fueron clave para hacer y llegar a donde estás ahorita. Pero antes de iniciar con todo esto, nos gustaría que nos explicaras cómo fue esta decisión, o mejor dicho, cómo surge para ti ser una persona transgénero. Bueno, pues ser una persona transgénero es una decisión que debes pensar muy bien. No es algo a la ligera, y aunque yo desde chiquita siempre sentí un rechazo hacia el género masculino, el género que me asignaron al nacer, pues tuve muchas dudas y quise estar completamente segura de que ser transgénero era lo que quería para mi vida. Bueno, y entonces después de pensarlo, de pasar todo este proceso de decidir y de formarte, ¿cómo es que tú decides decir, soy mujer, me identifico como mujer? ¿Cómo vas a este primer gran paso de tus tres pasos que nos mencionas? Bueno, pues el primer gran paso que vi fue salir del clóset con mis papás, con mi familia y la sociedad en general. Aceptar que me gustaban los chicos fue como la primera cosa más grande y siento que también fue como lo más difícil ya que lo hice cuando tenía 15 años. Y pues ustedes saben que a los 15 años eres una persona demasiado insegura de ti misma y te importa mucho el qué dirán. Y bueno, fue lo primero que hice, le conté a mi hermana, luego a mi mamá y por último a mi papá. Pero bueno, conmigo misma también quedaba como la inconformidad que tenía con ciertas partes de mi cuerpo, aunque ya había como mi gusto con los chicos, pero todavía como que me sentía pues en desa... no tenía el gusto con mi forma de vestir o a la hora de presentarme con mi género. Sí, claro, me imagino. A parte es una edad durísima y un paso muy importante el que viste en esta edad. Pero también me imagino que este paso pues dio y abrió inquietudes para seguir afirmando que eras una persona transgénero, ¿no? Sí, efectivamente fue lo que me hizo pasar como al segundo paso que di. Al saber que era transgénero era pues que tenía características femeninas ya que me sentía incómoda el no tenerlas. Así que decidí como intentar y experimentar mucho más el mundo femenino para alejarme pues del género social con el que mis papás me habían creado. Entonces experimenté muchas cosas, me empecé a dejar el cabello crecer, comencé a maquillarme, comencé a comprar ropa más a mi gusto, comencé a comprar faldas, tacones, todo era bonito porque pues la mayoría de mis cosas iban a ser nuevas. Pero la verdad todavía me sentía juzgada por algunas niñas que me veían comprando ropa o probando maquillaje, pero la verdad no me importaba porque yo quería y disfrutaba este proceso. Y también pues comencé a liberarme mucho más, es decir, a decidirme ya con un género a pesar de estar completamente pues era como un paso. O sea, estaba segura que no me gustaba vivir con el género masculino. Así que pues nos lleva al tercer gran paso que fue como la búsqueda de mi identidad y de mi personalidad, que fue ya aceptar que era una persona transgénero, que no me gustaba, pues que no estaba conformada con el género que me habían asignado al nacer y que definitivamente quería ser una mujer. Entonces pues obviamente emprender un tránsito definitivamente no es algo que sea fácil, no les voy a decir mentiras, es algo verdaderamente que tiene muchas cosas, incluso en materia económica, pues es bastante costoso. Por decir, yo quise empezar mi tratamiento de hormonas y algunos cambios que tal vez pues a otras personas trans les gustaría hacerse. Y pues, a alguien que me esté escuchando y sea trans, le quiero decir que no tengan miedo de salir del closet y decirle a su familia pues que es una persona trans. Además de que pues todavía en Latinoamérica es muy difícil porque muchas familias pues no nos apoyan por ser personas trans. Y como persona transgénero, más allá de todo esto que nos estás comentando, ¿qué cosas dices, me tengo que enfrentar a esto sí o sí por la condición en la que vivo? Pues mira, te diría que desde la poca información que hay, hay muy escasa para las personas trans por decir cuando quieras cambiar tus documentos o para la salud, pues hay muy poca y hay como también muchas opiniones erróneas sobre nosotras. Entonces pues vamos a cualquier lado y es muy difícil ya que no hay información ni una normalización de la existencia de nosotras, las personas transgénero. Entonces pues siento que ha sido algo. También, bueno, en el ámbito amoroso, siento que también hay como mucha ignorancia por parte de las personas. Ya les voy a contar mi experiencia aquí de cómo me rompieron el corazón. Pero bueno, pues yo tenía un novio y todo iba muy bien hasta que me doy cuenta que le daba pena tener una novia trans. Y entonces pues siempre me había negado que alguien sabía de mí, lo cual afectó toda la relación, su miedo y que no fuera valiente para decirle a la ciudadanía que mi novia es trans. Y así terminó todo. Pero bueno, también me ha pasado cuando voy de compras y cuando me pruebo la ropa no me gusta cómo me queda y me siento pues mal por mi cuerpo, porque muchas veces me siento insegura de no ser la suficientemente delgada, lo suficientemente femenina para la sociedad y que no cumpla sus estereotipos femeninos. Pero bueno, también me gustaría hablar algo de lo bueno que ha pasado, que considero que poco a poco se va logrando más la normalización de nosotras. La verdad no sé si la afectación, pero por lo menos en la sociedad cada vez hay más normalización. Ya nos dejan ser más libres, más visibles ante todo. Y creo que con eso terminaría, diciéndoles a quienes me escuchen y me decían esto, cada persona es lo que quiera ser, que nadie te diga qué, cómo debe de ser o parecer. Los te cueme a todo eso. Eso es inspirador de verdad. Una perspectiva nueva de lo que es ser transgénero y pues como tú misma lo dijiste, tiene una parte buena y a su vez ciertas complicaciones. Gracias por darnos tu testimonio, Babi, gracias por hablarnos desde tu verdad. Sí temas tan interesantes, ¿eh? Qué historias tan conmovedoras nos llevamos hoy. Pero bueno, me gustaría preguntarte, ¿qué tal te parecieron nuestras invitadas? Yo personalmente quedé encantada con sus historias. Estoy impresionada de verdad. Fue un sube y baja de emociones, tantas experiencias, tantos momentos que cambian y marcan la vida de estas chicas. Y da una perspectiva completamente distinta de quién ellas son ahora y pues hasta incluso de cómo la sociedad ha cambiado, ¿no? Y aún así me parece impresionante cómo a pesar de todas las dificultades que ellas tuvieron que vivir, siguen aquí y están marcando la diferencia y siendo grandes mujeres que están inspirando. Pero bueno, como ya es costumbre, en cada programa que grabamos aquí, yo me voy con un aprendizaje nuevo y con una reflexión que hacer. Espero que ustedes como oyentes también se hayan quedado con ganas de seguir investigando sobre este tema y con la reflexión de ser más conscientes y más humanos con esta parte de la comunidad. Y bueno, pues eso sería todo por el programa de hoy y los invitamos a que nos escuchen en nuestro siguiente capítulo y que queden al pendiente del tema en todas nuestras plataformas. ¡Gracias por ver el vídeo!